El dilema es pasar o no por el hotel,
para recoger los bártulos.
Kixkur hace una llamada a casa, en
euskara, y al terminar nos dice que podemos ir hacia donde vive Louise. No está
lejos del hotelito. Mientras tanto me cambio.
Antes de diez minutos recibimos las
instrucciones solicitadas. Alguien nos espera en el Súper de al lado, hacia el
norte de la casa. Llegamos enseguida y le contamos lo justo a alguien que no
conocemos, pero ella sí que nos tiene fichados. Le decimos que hemos debido
hacer algo incorrecto y de momento no podemos solucionar así que nos debemos
marchar sin que nadie lo sepa. Nos entrega las bolsas, donde ha metido lo que
estaba en las habitaciones.
Nos dice que pueden reconocer el
coche, por lo que lo debemos cambiar. ¿Cómo lo hacemos? Pero tiene la respuesta
preparada. Lo dejamos en un lugar cercano, abierto, con las llaves escondidas,
bajo el asiento de al lado del conductor y vamos andando hasta la iglesia de al
lado, donde nos espera en su coche. Nos llevará hasta una estación de autobús,
ella no se va a acercar al coche ni dejar huellas en él, avisará a la compañía
de alquiler.
-Una vez hecho un recorrido de más de una hora en el autobús lo mejor
sería alquilar otro coche. Cuantos más cambios mejor, pero sin perder tiempo
-¿Quién la habrá aleccionado?
Una vez en su coche y camino de la
parada de autobús hace una llamada de teléfono. Indica a Louise dónde está
nuestro coche y cómo recuperarlo. Nos espera en la estación de autobuses.
Cuando llegamos a la estación y nos
despedimos de la cooperante, descubrimos la voz de Louise.
Nos acercamos a ella y nos aconseja
cambiar de planes. Mejor si contratamos un taxi, y si somos directamente
nosotros mejor. Nos facilita el número de teléfono de un taxi y el nombre del pueblo
al que le parece más indicado que nos dirijamos, una localidad desde donde a
esa hora, a la que lleguemos, podamos encontrar otro vehículo, u otro tipo de
transporte.
No quiere que le demos detalles
ahora, ni en qué dirección nos vamos a ir.
-Lo normal es que no me puedan sacar ninguna información, pero prefiero
no tenerla.
Teníamos entendido que no era
conectante. O era un secreto o algo nos ha despistado.
Nos despedimos con seis besos antes
de que llegue el taxista.
-Qué te parece si en lugar de lo que te hemos dicho por teléfono hacemos
algo más largo? -.Le decimos al taxista.
-Por mi parte encantado, estoy a dos velas; entre los impuestos y los
intrusos en lo del taxi, últimamente no sacamos para nada, así que podemos ir a
donde queráis.
-No queremos que nadie sepa a dónde nos dirigimos, así que, de momento
salimos en la dirección que te hemos dicho antes y luego te vamos diciendo. Por
favor, no llames a casa o lo digas si te llaman por teléfono.
-No necesito llamar hasta media noche, así que por mí no hay problema.
Prometo no decir dónde os dejo, y además os haré un precio especial, por lo
visto me vais a arreglar la semana.
Salimos hacia donde le hemos indicado
y le pedimos un mapa para ir haciendo nuestras composiciones de trayecto. No es
conectante así que podemos planear a nuestras anchas.
La primera cuestión a decidir es la
dirección inmediata, si hacia casa o vamos de despiste. Según Kixkur lo mejor
es irnos acercando cuanto antes.
-Como diría Héctor, lo que corresponde es hacer lo que no esperan que
hagamos-. Dice Tanya.
-Aunque lo contrario a lo que nos interesa tampoco es lo mejor, por ser
una maniobra de despiste, torpe pero evidente-. Aporto por mi parte.
-Entonces nos queda la solución intermedia, pero que no nos vaya
alejando mucho, por favor.
-Tenemos unas horas para enfocar hacia casa antes de escondernos, luego
deberemos estar ocultos para que se pregunten dónde estamos. La decisión de
ahora es la más importante-. Podría haberlo presentado yo, pero es Tanya.
Seguro que se ha puesto en mi lugar; y ha acertado.
-Dirección Barcelona. No debiéramos estar en la carretera después de las
diez de la noche, pero nos convendría dejar el rastro de que hemos ido a
Barcelona, antes de volver hacia la clásica de Toulouse, y para llegar a esa
desviación necesitamos casi cuatro horas. Lo veo justo-. Les digo.
Me doy cuenta de que esto es lo que
prefiere Kixkur, así que habrá que arriesgarse, no es la que más me gusta. Miro
de reojo el indicador del depósito de combustible y lo veo a tope. Tenemos algo
para comer y beber en el camino así que no necesitamos parar hasta tener ganas
de mear, y esto lo podemos hacer en cualquier Pique-Nique. Hasta luego Lyon.
Va pasando el tiempo y creo
conveniente no seguir demasiado, cada vez estoy más convencido de que tenemos
que mover ficha.
Les propongo parar en Narbone y
cambiar de vehículo, llevamos más de tres horas.
Les parece bien y le pedimos al
taxista que nos lleve a la estación de trenes. Mientras vamos, dejamos que oiga
algo acerca de ir a hacia Barcelona. No creo que haya muchos trenes, deberemos
mirar en la estación de autobuses, pero esto lo decidiremos al dejar el taxi.
A eso de las 23:30 nos despedimos del
taxista, Lucien. Te has portado bien, Lucien.
No pasan ni dos minutos cuando me doy
cuenta de que no lo hemos hecho bien. Había algo que me llamaba la atención al
despedíamos de él, y ha sido tarde. No estoy a todas, y he dejado escapar
varios detalles. Primero vamos en una dirección equivocada, porque no me he
querido imponer, y ahora dejamos que sepan dónde estamos. Puede decirlo Lucien
o lo pueden calcular si se dan cuenta de la hora a la que vuelve. Estamos a
aproximadamente tres horas, o algo más, de Lyon; en algún lugar con facilidades
en cuanto a comunicaciones, y no vamos hacia el norte, así que quedan pocos
lugares donde buscar. Si tienen recursos para dedicarlos a nuestra búsqueda lo
vamos a pasar mal. De momento no les digo nada no me quiero imponer; si hay
suerte nos salvaremos. Pero pinta mal.
Tanya se pone la peluca de rubia y yo
me pongo la gorra de correr, creo que llamamos la atención. Kixkur no ha tenido
experiencias escapistas, no lo ha sufrido en sus carnes la intriga de lo que es
huir.
Hemos localizado un hotelito,
hotelucho mas bien, y negociamos el entrar los tres en una habitación, por lo
de las pelas. Nos lo permite, a condición de dejarle un pequeño incremento, en
negro. Mejor, creo que de este modo será más reacio a dar información. Es tarde
y nos ponemos a dormir, pero quien duerme es Tanya; Kixkur lo hace a ratos y yo
duermo poco.
Nos despertamos a las ocho de la
mañana, jueves 24 de mayo, y digo despertar porque al final el sueño ha ganado
a las preocupaciones, sin contar en esto a Tanya.
El desayuno está incluido y hacemos
el intento de desayunar. Es incomestible; bollos que huelen a rancio y un café
malo y con posos. Pasamos de él, ya encontraremos algún otro lugar. Por si
acaso, comentamos en alto lo de la parada de autobuses para ir a Barcelona.
Hemos hojeado entre la propaganda
suelta que hay en recepción y un callejero; la intención es la de localizar
alguna agencia de coches de alquiler. Hay un par de lugares de alquiler
cercanos y hacia ellos vamos.
El primero no han abierto aún y el
segundo sí, hay alguien en recepción, al teléfono. Entramos y nos toca esperar.
Había quedado Kixkur en hacer la
negociación, por lo del idioma, pero le retengo, acabo de escuchar a quien está
al teléfono y he sacado conclusiones. Es el hijo del dueño, veinte pocos años y
algo intranquilo, puede tener negocios a escondidas. Quien ha llamado no quiere
tratar con él, prefiere estar directamente con su padre, no se fía.
Nuestra intención es dejar el
vehículo en otra parte así que la situación puede ser mejor aquí, con éste, que
parece tener ganas de trabajar. En una compañía seria conseguirían nuestra
información con una llamada.
-Joder Héctor. Solo te falta imaginar si su novia es rubia, morena o
pelirroja.
-Seguro que rubia, de peluquería.
-Necesitamos un vehículo de alguna compañía pequeña, a la que no se les
ocurra preguntar, o de algún particular. O podríamos también robarlo -.A esto
último han decidido no contestar.
Me presento en cuanto termina de
hablar, sin dejarle tiempo a pensar mucho, y se lo planteo todo de una tacada.
Lo de dejarlo en otro lado, lo de si tiene algo “especial”, aunque no sea un
modelo nuevo. Es que somos investigadores privados y vamos un poco de
incógnito. Y preferimos pagar en metálico, por lo de que no nos sigan la pista,
y darle intriga al asunto. Se lo quiero presentar como mejor un apaño que un
contrato serio, que vea las posibilidades de sacarle partido.
Por lo que deduzco de la expresión de
su cara hemos dado en el clavo. Tiene algo en mente, se rasca la cabeza, la
balancea hacia ambos lados, suspira y se decide. Si.
-Os puedo dejar mi coche. No es de la empresa sino mío así que nada de
pagar en serio, con factura y eso, creo que es lo que os interesa ¿no?
-Sí, es lo que te he pretendido plantear, solo que no me atrevía y he
dudado un poco.
-Pues de acuerdo, vosotros tenéis el coche de un particular, os lo he
dejado, os hago un buen precio y yo me saco unos euros sin que pasen por mi
padre. De mi boca no va a salir una palabra, espero que tampoco de la vuestra.
-Por eso tranquilo. Te adelantamos lo que pensamos que puede ser, y lo
que salga al final lo arreglamos con una transferencia. Intercambiamos teléfonos
y emails y nos pondremos de acuerdo en el pago y en cómo te devolvemos el coche
y las llaves.
-De momento debierais dejarme quinientos euros, por lo menos -. (Espero
que el coche los valga).
Eso lo traíamos pensado así que
Kixkur le da los euros y vamos con él para ver el regalo lo que nos está
metiendo, no sea que no aguante mil kilómetros.
Salimos a la trasera de la oficina y
nos presenta el coche. Un Renault Megane-Scénic con la pinta de tener rodados
un par de millones de kilómetros. Kixkur se monta en él, arranca, prueba unos
metros y asiente. Tenemos coche.
Un saludo, una sonrisa y nos vamos
hacia Paris, es lo que nos oye murmurar. Son las 09:30.
Entramos en la autopista camino de
casa, pero no vamos ni a Barcelona ni a Donostia, al menos ahora. La solución
intermedia es ir hacia Foix, desde donde decidiremos; podemos pasar por
Andorra, pero eso lo decidiremos con el estomago lleno. Tenemos el desayuno
pendiente, vaya horas, y como no queremos enseñarnos, paramos en un Pique-Nique
y terminamos con lo que nos sobró de ayer. Esto no es serio, ni caliente.
Les cuento mis recelos de ayer. Hoy
hemos realizado un cambio, probablemente a tiempo, parece que fiable.
Debiéramos estar a cubierto así que debemos seguir poniendo gran atención.
Tampoco hemos observado actividad conectiva, pero esto no es nada definitivo.
Cuando pienso en esto me viene a la
memoria el nivel conectivo del Gran
Maestre, dirigiéndose en abierto a mí, solo a mí, controlando la emisión en un
radio de tres metros, como si estuviera susurrando. ¡Qué envidia!
También le doy vueltas a lo que puede
contener el sobre. Desde luego nada trascendental, no se lo hubiera confiado a
un, para él, desconocido. Además, tiene otros medios. Me mosquea. Me reafirmo
en la conclusión de que puede ser una prueba. Seguro, dentro no hay nada
importante.
Siguiendo con lo de ahora; hay que
llegar a Foix y decidir dónde y cuándo cambiar de nuevo el coche. No tenemos
prisa, hemos perdido una noche, casi mejor dejar pasar otra y que piensen que
estamos más lejos.
Les cuento la idea. Podemos hacer
turismo y pasar la noche en Foix. A Kixkur le parece bien, pero con dudas, él
prefiere salir pitando a casa, sin paradas. Es otra posibilidad. ¿Cómo acertar?
Hacemos turismo por lugares poco
concurridos, contemplando la orografía, los montes, y el castillo desde lejos.
Hacemos varias paradas en el pueblo pero no nos sentamos en las terrazas del
boulevard, nos escondemos en los interiores.
Dedicamos una hora a seleccionar el
hotel y nos decidimos por una pensión, bonita, con precios de temporada baja.
Paseos, cena tranquila y relajada.
Nos da la impresión de habernos preocupado demasiado.
Ya estamos a 25 de mayo, de nuevo a
las ocho de la mañana. Bajamos a desayunar y esta vez la sorpresa es grata y
agradable. Parecemos tres turistas fuera de temporada y con la climatología
algo adversa, no hay sol, aunque las nubes no parecen serias. Esta noche ha
pasado un frente y aún quedan algunos coletazos en forma de viento. Amenaza,
pero seguro que mejorará.
Para las nueve estamos en la
carretera, quizá demasiado confiados; a mí me parece que hemos tenido más
suerte de la normal, llevo desde ayer con la misma cantinela.
Llevamos un rato conduciendo hacia el
sur y parece que un coche nos sigue.
-No comiences con tus neuras Héctor,
que pueden terminar siendo verdad.
-Fíjate en el Ford C-Max gris metalizado de detrás nuestro, lleva un
buen rato ahí y pudiendo adelantarnos no lo ha hecho, y en un par de ocasiones,
no es coincidencia. El cuarto por detrás.
-Antes me ha parecido verle hacer una maniobra extraña pero no le he
dado importancia, voy a ver si efectivamente nos sigue-. Dice Kixkur.
Conduciendo quien conduciendo es bueno.
Si efectivamente nos siguen, no
entiendo cómo nos han podido localizar, no es suficiente con lo que he pensado
sobre el taxi, no hemos cometido grandes fallos, hemos realizado varios
cambios, no hemos ido llamando la atención. No nos han seguido desde el
comienzo, así que la conclusión es que han debido tener mucha suerte. Alguna
puta coincidencia.
Kixkur llama a casa para que
contacten con Louise y nos informen sobre el estado de la situación en Lyon.
Una confirmación no va a venir de sobra.
En un cuarto de hora llama Louise
directamente a Kixkur. Ella supone que la tenían bajo vigilancia y que han
conocido nuestra huida desde el principio, antes de lo que podríamos imaginar,
pero que ahora nos están buscando como si fuéramos a Barcelona.
Le pido a Kixkur que pregunte por si
hay algún grupo conectivo o de operación para la logia por esta zona, que pueda
estar interviniendo.
Tarda en responder y confirma que es
bastante posible, puede existir algún grupo que trabaja para Philipe, tiene
muchos negocios con gente rara y en cuestiones poco ortodoxas. Sabe de cierto
que tiene un contacto en Foix, al que suele encargar “trabajos”. Hemos ido a
caer en el ojo del huracán. Justo donde vive el hijo del malo de la película.
Louise no sabe desde dónde estamos
hablando, justo desde la boca del lobo. Le agradecemos la información. O sea,
que tienen organizada la caza. Toca organizar una buena fuga. Hay que ponerse
las pilas y hacer algo radical, totalmente diferente, que no se lo esperen.
No tengo que esforzarme mucho, voy a
recurrir a mis conocimientos de la montaña. Es un plan descabellado para los
profanos, por eso espero que no lo esperen.
Se trata de utilizar a Kixkur de
cebo, de modo que al seguirle nos liberen de la vigilancia, o parte de ella a
Tanya y a mí, para largarnos por otra parte, donde no nos “puedan” seguir,
fuera de los transportes convencionales. Monte arriba y sin medios de locomoción.
Kixkur confirma que nos siguen, son
buenos pero parece que solo tienen un vehículo. De camino al pueblo, por el que
hemos dado algún rodeo, hemos visto a un par de autoestopistas, parece que se
van a tomar un descanso en una cafetería de al lado de la carretera, tienen
pinta de montañeros. Tenemos nuestros dobles.
Le propongo a Kixkur lo que hasta
ahora he estado ocultando. Nos separamos, la pareja debe ocupar nuestro puesto.
Desde luego no le gusta, pero no propone otros planes, no se le ocurren otras
alternativas, así que, aplicamos el refrán de “Cuando no hay más, contigo
Tomás”.
En un momento en que las curvas y
edificios de la carretera nos ocultan momentáneamente salimos de ella y
aparcamos cerca de la cafetería, dejando el coche tras un grande y viejo
edificio adyacente. Veo que los que nos siguen han seguido hacia delante, ya
volverán, tenemos unos minutos de paz. A trabajar.
Entramos en la cafetería y nos
presentamos a los autoestopistas.
-Hola. Nosotros nos vamos y necesitamos que ocupéis el coche de nuestro
amigo. Necesitamos un favor. El padre de ella nos ha puesto vigilancia y
queremos darles el esquinazo. A cambio, éste os puede llevar hacia donde
queráis. Nosotros nos vamos ya, nos hemos presentado porque todo esto no se lo
ibais a creer a éste si no vierais a alguien que lo corroborara.
Ellos se miran asombrados. Nosotros
nos vamos y cuando nos estamos alejando miro hacia atrás y veo que salen y
entran en el coche. ¡Vaya potra! No les ha costado mucho tomar la decisión.
Tanya y yo nos metemos por unas
callejuelas estrechas y desde lejos vemos que cuando llega el Ford tienen a
Kixkur alejándose, así que no les queda otro remedio que seguirlos. ¡Perfecto!.
Han picado el anzuelo, esperemos que para un buen rato, necesitaremos una hora,
mínimo.
Hemos cogido del coche lo que nos
podía hacer falta, ahora tenemos que localizar una tienda de deportes y un
taxi, no me gustan los taxis pero no se me ocurre otra cosa. Primero la tienda.
Y encontramos una tienda de deporte,
muy básica, pero hay de todo.
No está el dueño, el técnico, está su
hija, lo que tampoco importa, ya sé lo que necesitamos. A mí me valen las
zapatillas de deporte que debo acompañar con un par de calcetines algo gruesos,
compactos. También necesito una mochila algo grande, de unos 30 litros. Vale
con la más barata, no voy a gastar dinero en comprar cosas que tengo en casa.
Para Tanya seleccionamos un par de
botas ligeras, tipo tracking, que protejan el tobillo. Calcetines, dos pares
algo finos, para prevenir rozaduras. Me quedo con la caja para organizar mi
mochila, poniéndola en la zona inferior le da un poco de rigidez.
Para material común selecciono una
manta isotérmica aluminizada, solo pesa 100gr, un par de toallas de monte, un
par de blufs y un par de los guantes más baratos.
Después de meditar un poco me decido
por un par de camisetas térmicas, esta vez buenas, y una mochila pequeña, 20
litros, para Tanya y un mapa. Espero que no se haya fijado en la zona a la que
pertenece el mapa, todos eran del mismo precio pero pueden delatar el lugar por
donde vamos a pasar. Un riesgo claro, pero no tiene alternativa, mapa o nada.
A la dependienta le choca lo que
compramos, no es una compra lógica; si vas al monte no se te olvida esto, y si
no pensabas ir hacen falta más cosas. Además, la mezcla entre cosas baratas y
caras también llama la atención, así que le intento explicar que se me ha
ocurrido lo del monte ahora que volvemos de vacaciones de la costa azul, y nos
faltaba algo para salir por ahí, para completar lo que tenemos. Creo que no le
ha importado lo que hemos comprado ni la explicación. En cuanto venga su padre
se irá con el novio, o las amigas, Lo de la tienda ha sido un mal menor.
-Todo eso, Héctor, son imaginaciones tuyas.
Nos hemos dejado unos cuantos euros,
ha hecho la mañana. Salimos y pasamos por la tienda de comestibles, he visto
cerca un Super, seguimos con suerte, no quiero pasear por la calle, cuanto
menos nos vean mejor. Tanya se queda en un portal ordenando en las mochilas lo
que hemos cogido de nuestro equipaje, y lo comprado en la tienda. Yo compro
comida empaquetada varia, agua y algo para hacer de botiquín como esparadrapo y
algunos caramelos de menta. Solo falta algo de farmacia, tendrá que ser luego.
Cuando llego Tanya tiene todo
organizado. Salimos a un parque cercano y doy los últimos retoques a lo que
llevamos. También necesitaríamos una linterna, la luna está en menguante pero
aún le queda más de la mitad, esto ayudará mucho a ver de noche.
Localizamos un taxi y le contamos la
película de que se nos ha averiado el coche y como no lo reparan hasta el lunes
hemos decidido ir al monte. Necesitamos que nos acerque a Marc. No lo teníamos
en el presupuesto pero si nos pudiera hacer precio nos haría un favor.
-Estamos de viaje de novios y todo hasta ayer fue perfecto.
-No tengo ningún compromiso hasta mañana así que os puedo ayudar, haré
un precio especial.
-De paso si podemos encontrar una farmacia, necesitamos completar el
botiquín.
Sin problema. Cuándo queréis ir. ¿Ahora?
-Por nosotros sí, para aprovechar la tarde. Las previsiones del tiempo
son buenas ¿No?
-Sí, parece que ha terminado el frente y tenemos anunciados unos días de
calma y sol.
Cerramos el tema del precio, montamos
y salimos. Yo me pongo a su lado, para controlar y Tanya se tumba en el asiento
de atrás. Esta vez no es para dormir, es para esconderse de la posible
vigilancia. Por el camino paramos en una farmacia y luego entramos en una
carretera de montaña donde no habrá una recta en todo el trayecto.
Conozco la zona a la que vamos porque
hace unos años vine con Jokin a subir la Pica de Estás, el techo de Cataluña.
Me acuerdo de bastante, pero no de todo. Mejor si el taxista nos deja antes del
lugar de salida hacia el refugio; si llegamos allá es evidente el sacar la
conclusión de hacia dónde vamos, así que paramos medio kilómetro antes, en el
mismo pueblo.
Caigo en la cuenta de que no me hace
falta la linterna, tengo una frontal, la llevo siempre en el neceser. En qué
habré estado yo pensando antes.
Le pagamos, nos despedimos y pasamos
por el pueblo, a medio escondidas, despacio para no llamar la atención, momento
que aprovecho para repasar lo que se nos ha podido olvidar.
¡Mandar un mensaje a Kixkur! Dentro
de una hora puede que salgamos de la cobertura.
-¿Cómo vamos los pilotos?
-Creo que dese hace media hora saben que no sois vosotros, nos han
adelantado para observar varias veces. Probablemente no saben qué hacer y nos
siguen.
-Pues ya sabes, seguimos con el plan. AGUR.
Con todas estas cuestiones son las
dos de la tarde cuando dejamos la carretera y tomamos el sendero que asciende
al refugio de Pinet, tenemos por delante unos 1.200 metros de desnivel. El
cartel indica 3 horas. ¿Solo? Desconozco si estará abierto, puede ser que lo
esté, es viernes.
Cualquiera que nos vea pensará que
somos una pareja peculiar, subiendo hacia un tipo de monte serio y con equipo
barato, ella con botas nuevas y él con zapatillas de deporte baratas. Al menos
es lo que pensaría yo, claro que hay gente que no entiendo cómo te ve, porque
no se fija en nada.
El camino no tiene pérdida. El punto
de partida indicado con paneles, el sendero es inconfundible y está
perfectamente balizado, y conservado, porque algunas indicaciones son de hace
tiempo.
Estoy ansioso por avanzar lo máximo
posible, por poner tierra de por medio con lo que acabamos de dejar pero
enseguida recuerdo que no voy solo y me controlo. Debo marcar un ritmo suave.
Tanya está en forma pero tenemos que andar hoy algo y mañana bastante más. Además,
no está acostumbrada al peso de la mochila, y esto se nota. Motivo por el que
es recomendable ir siempre con mochila, para acostumbrarse al peso, por poco
que sea y habituar los hombros.
Creo que nos ha visto muy poca gente
por el pueblo. En el monte nos hemos cruzado con algunos pero de lejos. Por la
zona del pueblo, en la salida, los que nos hayan visto deberán haber pensado en
que somos el típico par de montañeros de fin de semana.
Tenemos tiempo de sobra pero me
preocupo por si nos desviamos y se nos hace de noche antes de llegar al
refugio. Como dice Tanya, soy un neuras, siempre tengo algo de lo que
preocuparme. Además, el tiempo se está estabilizando, cada vez pasan menos
nubes, son menores y van más lentas, ¡Tranquilízate Héctor! Me digo.
Conforme nos íbamos acercando he ido
bajando el ritmo, que ha terminado siendo como un paseo, y a eso de las seis de
la tarde nos plantamos ante la entrada del refugio de Pinet.
Está cerrado, por obras, abren en dos
semanas. Hay gente trabajando en varios temas como el acondicionamiento de la
traída del agua. Lo de las letrinas y el pozo negro parecen los más
importantes. También hay movimiento de obras en la cocina. Reformas generales.
Pero el movimiento que observamos es
de materiales, no hemos visto a nadie de cerca, serán tres personas en total y
tienen toda la pinta de marcharse pronto.
Nos saluda una de ellas confirmando
que está cerrado, sin agua, sanitarios ni cocina, pero está habilitada la zona
libre. Ellos se van a toda prisa, subirá alguien por la mañana a continuar con
las obras, se turnan, unos la semana y otros el fin de semana.
Hemos sido los primeros en llegar
pero seguro que vendrán más, el buen tiempo hace moverse a los montañeros.
Hacemos un análisis de lo que nos hemos encontrado en la zona libre.
Una habitación que hace de
dormitorio, donde a un lado hay dos niveles, el suelo, donde alguna vez hubo
algo sólido, tipo cemento, y que ahora necesita un arreglo, y sobre él una zona
algo más elevada, con maderas a modo de litera; ésta nos puede servir.
Al otro lado hay una zona con mesa,
bancos corridos, encimera para cocinar y unas estanterías con restos de comida.
El comedor-salón.
Echamos una ojeada a los alrededores
y localizamos material de supervivencia: cartones, trapos viejos, una espuma
aislante que alguien la ha dejado por vieja, una manta que canta.
Mejor esto que plantarnos a dormir
directamente sobre las tarimas. Hoy dormimos a lo pobre.
Ocupamos un espacio importante de la
parte superior de la zona que hace de dormitorio y la “marcamos”, de modo que
quede claro que eso está ocupado. Organizamos la “cama”, con los trapos y
cartones. Luego va la manta aislante. Nos acostaremos vestidos, y para
cubrirnos tenemos las toallas y la manta vieja. Espero que Tanya lo aguante, yo
soy de la opinión de que prefiero morir de asco, antes que morir de frío. No
parece que le vaya a hacer ascos al apaño de cama.
-Si hace mucho frío, podemos meter los pies en las mochilas.
Entre los regalos que la peña ha ido
dejado a lo largo del invierno, en una esquina de la cocina he encontrado un
par de joyas. Unas botas de mi talla. La derecha está bastante deteriorada,
pero la otra esta aceptable. Les dedico un cuarto de hora y consigo poner un
cordino de refuerzo que la deja bastante apañada. Para mañana tengo botas, algo
aguantarán. Es que en la parte superior podemos encontrarnos con nieve. Se me
ha encendido la bombilla cuando he visto las botas.
En los alrededores he localizado un
bastón, sin arandela, al que le pongo un trozo de plástico sujeto con cinta
adhesiva, retal que he encontrado en la cocina, quedaban dos palmos, y que he
terminado.
También he localizado unas velas,
cojo dos, tengo mechero en el neceser. Por si falla la frontal.
Tenemos dos botellas de litro y medio
de agua, que rellenaremos antes de salir por la mañana.
Hemos traído comida, así que cenamos
algo, pero sin calentar. Es una pena no poder meter algo caliente al cuerpo. Lo
empujamos con agua fría.
Me temo que nos va a costar dormir,
así que en cuanto anochece nos ponemos a ello. Supongo que alguien nos
despertará.
Efectivamente, a eso de las nueve
llegan tres escaladores. Mañana van a intentar una vía, que no he conseguido
saber dónde está ni el grado de dificultad que tiene. No meten mucho ruido,
llegan cansados por haber subido a prisa, y se ponen a dormir, se levantarán
temprano. Buenas noches.
Luego, más tarde, ni sé cuando, llega
otro grupo. Nos hacemos los dormidos. Entre nosotros y los escaladores hemos
ocupado la parte superior. Los nuevos duermen abajo, traen aislantes y sacos,
no como Tanya y yo. Pero de esto espero que no se den cuenta.
Sábado 26 de mayo. Vaya jaleo que han
armado los escaladores para levantarse, desayunar, preparar el material y
largarse. Sobre todo con el chocar de hierros (aluminios y otras aleaciones
robustas y ligeras), que, por cierto, no han impedido dormir a Tanya.
Nos levantamos a las ocho, en cuanto
han dejado sitio libre en la cocina los cinco montañeros. Suben hacia el
Montcalm; puede que al mismo que los escaladores, pero será por otra vía, estos
van más tranquilos. Un desayuno frío y antes de las nueve estamos en marcha, no
nos hemos prodigado demasiado con los franceses, cuanto menos sepan menos
podrán contar.
Tenemos un largo día por delante.
Mejor comenzar despacio.
Aunque el camino está bien marcado,
con cairns, tranquiliza tener alguien que vaya por delante, su ruta coincide en
gran parte con la nuestra. Vamos más despacio que ellos, así que con el tiempo
nos vamos alejando, mejor dicho, se van alejando. De vez en cuando pasa alguna
nube, que nos protege del sol y mantienen la temperatura a un valor aceptable
para la cuesta que estamos subiendo, hay tramos bastante potentes, con pedrizas
y algún nevero, de mayores dimensiones conforme vamos ascendiendo. Aprovechamos
las huellas recientes para que no nos entre nieve en el calzado, no hemos
traído polainas.
Vamos reponiendo el agua conforme la
vamos utilizando, supongo que la encontraremos a mano durante todo el camino
pero lo hacemos.
Antes de la una estamos en el collado
que coincide con la ruta que desde la parte española sube hacia la Pica. Me
hubiera gustado volverla a subir pero hoy no vamos de cimas, nos basta con los
collados. Bajamos hacia el refugio Vall Ferrera.
Lo de bajar es menos cansado, al
menos en lo que requiere de esfuerzo pulmonar, así que para las seis de la
tarde hemos dejado a un lado el refugio, para que no nos vean o identifiquen y
nos vamos acercando campo a través, al lugar donde debe estar esperando Kixkur,
allá donde se deben dejar los vehículos. Término municipal de Areu.
En cuanto es posible que nos puedan
ver desde donde están los coches nos toca jugar al escondite. Procuramos
resguardarnos tras los salientes de la montaña, rocas, árboles. Creo casi
imposible que podamos pasar desapercibidos, pero lo intentamos.
Desde que he visto el aparcamiento he
comenzado a hacer barridos conectivos. Al único que he encontrado ha sido a
Kixkur.
-Kixkur. Estamos cerca. ¿Algún problema?
-Pues sí. Pensaba que los había despistado pero los tengo aquí, casi
encima de mí; no me quitan ojo. No entiendo por qué no me han detenido.
-Porque van a por nosotros. Tranquilo. Te digo lo que vamos a hacer,
aunque no creo que le vaya a gustar a Tanya.
-No Héctor, no. Ya he andado bastante en dos días.
-Tú haz como que te has cansado de esperar, llamas por teléfono, como
para decir que aquí no hay nada que hacer (lo dices para que los gestos salgan
mejor) y te largas. ¡Ojo!, en la primera curva nos tiras por la ventanilla
comida, algo que pueda servir para la lluvia y alguna manta o similar.
-¿Y qué hago luego? Creo que son un grupo y seguro que me siguen.
Lo he llegado a pensar pero no había
esbozado un plan concreto. Ahora lo puntualizo y se lo explico.
Nosotros nos volvemos por donde hemos
venido pero en lugar de volver a la Pica, a medio camino nos desviamos hacia el
este, hacia Andorra, camino de otra cima importante, el más alto de Andorra, La
Coma Pedrosa. Si llegar a subir a él, y por la vertiente sur, bajamos hacia La
Massana, al aparcamiento de Arcalis, la parte superior de la estación de esquí,
que es de donde parte la vía normal a La Coma.
Llegaremos mañana por la tarde, no
antes. Podemos quedar para el lunes hacia las nueve de la mañana, en el mismo
aparcamiento.
Para librarse de la vigilancia le
recomiendo que solicita ayuda policial, que su superior se lo plantee al Gran
Maestre, “Arturo”, y éste interceda ante quien corresponda, no sé si la guardia
Civil o la Policía Nacional, o a quien compita. La ayuda no debe ser en
Andorra.
Que les explique que eres un agente
encubierto en una operación de seguimiento a una mafia, por ejemplo rumana. Es
algo que también a ellos les puede interesar. Pillar a un grupo mixto, rumanos
y franceses. Además, seguro que en esto hay algo de verdad.
De este modo veremos si nuestros superiores
sirven para algo más que mandar o controlar nuestro trabajo. En este momento
estamos en un apuro.
-¿Y todo esto para mañana por la tarde?
-Ya te he dicho que para pasado por la mañana. Vamos a dejarlo si
quieres para el medio día.
-¡Pues sí que hay mucha diferencia! A veces suelo dormir.
-Kixkur. Estás algo nervioso pero tranquilízate. Aún no nos han
detenido. No saben dónde estamos, y no van a por ti porque de lo contrario ya
te hubieran detenido; así que llama cuanto antes. Hazlo ahora y nos dices algo,
antes de irte.
-Y si de comida nos dejas algo de charcutería y pan te daré un par de
besos-. Dice Tanya.
-¿De bellota o puede ser de recebo?
Kixkur necesita un poco más de acción
para acostumbrarse a estas lides. Por deformación profesional él suele ser el
que persigue, en lugar del perseguido, como ahora, y se nota.
Vemos que saca el teléfono y lo
oímos, lo que piensa y lo que habla.
Su responsable conectivo en Madrid le
contesta de inmediato. Le cuenta nuestra situación y le parece una solicitud
acertada. Va a contactar con la Policía Nacional con el fin de organizar alguna
acción especial. Le levará algo de tiempo pero le garantiza un plan para hoy
mismo.
Kixkur espera, y nosotros también. Se
le percibe algo más tranquilo; el que haya más gente implicada le ha quitado
preocupaciones. Mientras tanto descansamos y comemos algo.
Para las seis y media recibe una
llamada. Un grupo especial de la Policía Nacional ha comenzado a elaborar un
plan para detenerlos. Debe ser en la zona española. Él será el cebo. Pero esto
será mañana, necesitan tiempo para reunir personal y medios. Se pondrán hoy
mismo en contacto con él para afinar detalles, y tenerlo en vigilancia para el
caso de que se cansen de seguirlo y lo fueran a detener.
-Bueno Kixkur, hasta el lunes a partir del medio día. Suerte.
-No te olvides del jabugo, el pan y la ropa. Y si tienes una cerveza
también. Suerte.
-Un último detalle. ¿Has mirado por si le han puesto alguna baliza GPS
al vehículo? Pues hazlo.
Vemos que, después de soltar una
serie de juramentos, vuelve hacia el coche, pasa un rato organizando el
interior y luego sale despedido hacia abajo.
-O sea, que en lugar de bajar volvemos a subir.
-Sí, pero solo hasta el refugio, hoy dormiremos en una cama como es
debido.
-Seguro que será una litera.
-Bueno, sí, eso quería decir. Pero cena y desayuno calientes.
Con esto último ha alegrado la mente,
y la cara, las dos cosas las he visto al mismo tiempo.
Vemos que los vigilantes le han
seguido, y si prisa así que seguro que he acertado en lo del GPS.
Bajamos hacia donde han salido los
coches y tras la segunda curva miramos la parte colindante a la carretera. No
tardamos mucho en encontrar un par de bolsas con lo que le hemos pedido.
Tenemos jamón, lomo, pan y cerveza, una manta para mañana, dos chubasqueros.
Pero hoy tenemos alojamiento.
Subimos hacia el refugio, pero esta
vez por el camino, sin prisas, y llegamos casi sin darnos cuenta. Hemos venido
repasando la situación y esbozando planes de futuro; inmediatos, como mañana y
pasado, y también para más adelante. Si vamos a correr riesgos debemos estar
mejor preparados.
Pedimos asilo político en el refugio,
donde no hay problema. No esperaban a nadie, pero dos no supone trastorno. No
hay menú a elegir y sí son literas, pero en una habitación de ocho para
nosotros solos, sin ruidos ni ronquidos, como ayer.
-Este modo de venir al monte me gusta más que el de ayer.
-¡Oye Tanya! No siempre suele salir todo perfecto.
A lo dicho. Una buena noche y a las siete
y media de la mañana estamos desayunando, ¡caliente!
Y con unas botas que ayer también
pedí a Kixkur. La derecha de ayer terminó por romperse y la tuve que tirar a
media bajada. Bueno, tiré las dos.
Me quedan grandes pero lo he
arreglado haciendo dos plantillas con unos cartones bastante rígidos que he
encontrado en la basura. Vamos de reciclaje.
Al igual que la mañana anterior,
comenzamos la ascensión con mucha tranquilidad. Vamos andando despacio, sin
hacer paradas superiores a cinco minutos. Tenemos por delante bastantes horas y
el sol de momento nos está perdonando.
Desandamos parte de la bajada de ayer
y en un lugar bien indicado tomamos el sendero hacia la derecha, hacia el este.
Esta vez consultamos el mapa, donde se aprecia claramente el camino a seguir,
incluso reconocemos el dibujo en el papel, que comparamos con la senda en el
suelo, lo que la vista nos deja ver. Hay que tener en cuenta que cuando se mira
hacia arriba no se suele distinguir claramente el camino, a diferencia de
cuando se mira desde una altura, entonces se ven todos los senderos, como si
fuera un mapa inmenso.
En adelante nos espera un camino poco
concurrido, por lo que habrá que extremar las precauciones. De vez en cuando me
separo de Tantya, buscando algún lugar en alto, algún tipo de ”mirador”, que me
confirme que la dirección que llevamos es correcta.
Por fin llegamos a un punto donde hay
una bifurcación clara. Se trata de tomar hacia el norte, hacia la cima del Coma
Pedrosa, o continuar hacia el este. Es una zona de falso llano, tras la que
comienza una larga bajada. Nueva consulta al mapa donde vemos que es el camino
correcto. Esta zona también la conozco, solo que no la recordaba bien.
En adelante vamos inspeccionando cada
lugar del terreno con la idea de encontrar un lugar adecuado para pasar la
noche. Los vamos memorizando y dándoles una puntuación para el caso de que no
encontremos uno bueno cerca del punto de llegada y tuviéramos que volver.
Habiendo realizado bastante parte de
la bajada, localizamos un vivac que más parece una chabola; está tan bien
montado que seguro que lo han utilizado bastantes veces. Pudiera ser el recurso
de algún pastor cuando se le haya hecho tarde.
-¿Tenemos que dormir aquí? ¿En la calle?
-Tanya, a esto se le llama vivac. ¿No has dormido nunca en el mejor
hotel del mundo?
-¿De qué me estás hablando?
-¡No hay hotel que tenga tantas estrellas como éste!
Es una exagerada. La ubicación es
perfecta, tiene la orientación este. Hubiera sido mejor con algo de sur, pero
no va a tener de todo. Una piedra descomunal hace de tejado, incluso de porche.
Lo que necesita es un poco de limpieza.
-Va a entrar el viento por todas partes.
-Tenemos varias horas por delante así que déjame que lo arregle y luego
vuelves a opinar. Si quieres puedes ayudar, así no te aburres.
Un poco de protesta pero enseguida me
ayuda.
Vamos cerrando los orificios
inferiores con hierba y piedras pequeñas. Luego alisamos el suelo y añadimos
algo más de hierba. En menos de una hora tenemos una joya de vivac. Ahora lo ve
con otros ojos. Y aparte de la manta de ayer, que la cogí por si acaso, tenemos
los chubasqueros y la manta que nos ha dejado Kixkur. Todo un lujo. De cena
tenemos charcutería extremeña y una cerveza “con” alcohol. ¿Qué más podemos
pedir?
Nos quedamos dormidos en cuando
anochece, eso sí, con toda la ropa puesta y las mochilas vacías por si hicieran
falta para los pies. Yo he cambiado las botas por las zapatillas, más cómodas.
En un momento casi me pongo a pensar que puede venir algún animal, algún zorrillo
buscando comida, o alguna oveja perdida, había cagadas en el suelo, pero lo he
reprimido a tiempo, no sea que lo leyera Tanya y fuera una nueva fuente de
preocupaciones.
-¿Y si aparecen animales?
¡Joder! Pero si es imposible que me
lo haya oído. ¿Habrá sido casualidad? Yo despisto.
-Precisamente de los “animales” nos estamos escapando.
No es tan cómodo como la primera
noche pero ha sido aceptable. El suelo no es tan duro como la madera, y eso es
de agradecer.
Durante la noche Tanya se ha despertado
un par de veces, para hacer retoques en la manta, la ropa y uno de los
orificios por el que entraba algo de aire. Nada importante. Yo he puesto mi
mochila en la zona por donde venía el viento pero total, luego ha cambiado de
dirección y no ha servido de nada.
Lunes 28 de mayo, las 08:30. Tenemos
tiempo de sobra, toda la mañana para bajar lo que nos queda hasta el parquin,
que será menos de una hora.
Nos hemos comenzado a mover cuando ya
estábamos cansados de estar tumbados. Una noche tranquila. Tanya no recuerda
haber estado acomodándose la ropa o tapando el agujero. Mejor.
Desayuno frío. Todo está frío así que
salimos en busca de los rayos del sol. Los tenemos cerca, a la vuelta de la
esquina. Estamos vestidos, así que levantarnos y estar dispuestos para andar ha
sido cosa de unos minutos.
En lo que sí invertimos tiempo es en
encontrar el camino adecuado para llegar al lugar de la cita sin que nos vean.
Dudo si quedarnos lejos, para poder escapar con seguridad en caso de que sea
una encerrona, o esperarlos allá mismo, a cubierto, pero cerca. Para ello
debemos llegar antes que ellos.
Tenemos tiempo así que bajamos,
mirando algo por si acaso, pero pronto. Para eso de las diez hemos pasado el
aparcamiento y descendemos unos cientos metros por la carretera, hasta un
edificio que nos pone al cubierto de las miradas. Parece cerrado pero se puede
acceder por una ventana. Tenemos observatorio. Quien nos busque lo hará en la
dirección opuesta, allá por donde “tenemos” que venir, pero que ya hemos
pasado, así que toca esperar.
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