A las cuatro de la mañana del 25 de abril nos
encontramos en un aeropuerto militar; hace media hora nos han recogido de casa
de Yelena. El coronel Igor nos espera al pié de un Antonov-72. Venimos casi con
lo puesto, lo que vamos a necesitar no lo hemos traído de casa, lo del Koryak
es cosa de ellos.
Le tiendo la mano a Igor, va a ser la primera vez que
nos la estrechamos.
El interior del avión es monocromo, casi no se notan
los colores, no hay nada que llame la atención, ni luz de sobra, lo único
brillante son las cintas reflectantes de los cajones para meter material, que
son de aluminio, con listones de madera en la parte superior, para sentarse.
También hay asientos, distribuidos de modo irregular, para dejar espacio para
bultos grandes, pero no son regulables, no los puedes reclinar para dormir.
Creo haber visto dos tripulantes en la cabina,
militares y cuatro más en la nave de carga, la que estamos, solo hay una.
También están Igor y su ayudante Sergei. Con Tanya y yo somos diez en total.
Para las cuatro y media estamos despegando, llegaremos
para las siete, a eso del amanecer.
Igor nos hace un resumen de la situación con los datos
de que dispone, los de la tarde de ayer, de hoy no sabe nada y para mañana teme
que la situación puede ser desastrosa.
Nos hace una presentación del grupo de personas a las
que vamos a intentar rescatar.
Ivan Grachov.
El guía. 25 años.
El experto. Desde los quince años está trabajando de
guía en la zona.
Está agotado pero trabajará. Una condición física
espectacular.
Podría haber sido algo más inteligente. (Y no haber
aceptado la propuesta).
Víktor
Vodianov Médico. 33 años.
Está realizando un trabajo de investigación en la
zona. (Conectante).
Tranquilo y cordial, no se entiende lo que hace
envuelto en esta aventura.
Rotura de tibia y quizá algo más. (No está en su
ambiente)
Aleksei
Mákarov. 35 años.
El escalador. Hijo de un General. Conocido por sus
gestas aventureras en montaña.
Aplaudido por unos y criticado por otros. Arriesga
mucho.
Es el protagonista. (El motivo de la situación)
Mijail
Ivánov. 45 años
Guarda de la zona. Contratado como apoyo, porteador,
técnico… Para todo.
En estado lamentable pero vivo; para poco tiempo si no
entra en calor.
El currante. (Le pagaban y ha aceptado el riesgo)
Resumen de lo que ha sido hasta ahora la expedición.
Se trata de lo que han conocido por radio hasta que han perdido la conexión, no
tienen otra información que confirme lo recibido, se le supone cierta.
Jueves 19 de
abril. 1º día.
Las motos de nieve acercan a los componentes de la
expedición desde el campamento Paratunka hasta cerca del collado entre el
Avachinsky y el “Camello”. Éste es una pequeña elevación con una silueta que
semeja a una joroba, de ahí el nombre, que se interpone entre el Avacha y el
Koryak. La pendiente es relativamente suave y la ladera permite elegir entra
varias posibilidades de pendientes o hacer giros, buscando nieves de espesores
o calidades diferentes.
A pesar de que el lugar de partida elegido es algo más
bajo que el collado de la vertiente norte del Camello, la que lo une al Koryak,
no consiguen llegar hasta él y comienzan la andadura desde un punto inferior al
collado sur, teniendo que llegar a él y realizar la travesía en diagonal por la
vertiente este del camello. Algo que no tenían contemplado.
Hasta el collado nieve blanda, muy blanda, y no han
previsto llevar raquetas, porque esperaban encontrarse con nieve dura. Pensaban
que podían ser un estorbo, ya en la cresta sureste la nieve debiera estar dura.
Por la noche esperaban un pequeño frente que
únicamente debiera haber dejado una pincelada de nieve.
Viernes 20 de
abril. 2º día.
La nevada deja más de un metro de nieve. Después de
quitársela de encima y perder algo del material, que no estaba controlado
dentro de las tiendas, se disponen a continuar. La nevada ha sido con viento,
lo que ha sido una suerte, hay zonas en las que no ha quedado nieve nueva y el
avance es bastante normal. Avanzan la mitad de lo programado pero el motivo ha
sido la nieve inesperada y haber salido de otro lugar, más bajo.
Sábado 21 de
abril. 3º día.
Ocurre algo similar a lo del día anterior, donde no
hay nieve nueva el avance es normal pero en la nueva el avance es muy lento, la
carga a transportar se hace demasiado pesada. Alcanzan el punto programado para
el 2º día. Pérdida de un día.
Domingo 22 de
abril. 4º día.
La historia se vuelve a repetir. Esta vez avanzan
bastante pero no ha podido ser en la dirección prevista; se alejan de la arista
hacia el interior de la pala, en dirección oeste, donde no les afecta tanto el
viento; continuar por la arista se estaba volviendo impracticable. Notan el
esfuerzo realizado pero no es motivo para cambiar de planes. No avanzan lo
programado.
Lunes 23 de
abril. 5º día.
Éste día se convierte en una copia de los anteriores,
solo que están cada vez más metidos en la pala, se han alejado de la arista, de
la nieve dura; han cambiado el viento por la nieve blanda. Lo peor es que la
cota a la que se encuentran es la que tenían planificada para el 3º día
(pérdida acumulada de 2 días). Deberán recular hacia el Este, hacia la arista
porque la parte final por este lado es demasiado pendiente.
En esta ocasión el frente de precipitaciones les llega
a media tarde, y se queda con ellos hasta la madrugada. Se han dado prisa en
montar el campamento y se han librado a tiempo. El frente, que no debía haber
sido fuerte, les deja otro metro de nieve.
La situación no es buena. Hacen una reunión para tomar
una decisión. Son jóvenes y lo miran con optimismo. El razonamiento vuelve a
ser el mismo: No hay razones de peso para dejarlo. En dos días estarán arriba.
Dos días de montaña que se van a convertir en dos días de martirio.
Martes 24 de
abril. 6º día.
El resumen de lo que ocurre este día, sin un estricto
orden de acontecimientos es el siguiente:
- Al recoger el campamento echan en falta varias cargas
de gas. En adelante lo racionarán.
- Las cargas de las baterías de las radios están bajando
notablemente. Dejarán una solo para emergencias y apurarán el uso de la otra.
- Les queda comida pero el problema puede ser el agua,
necesitan gas para fundir la nieve.
- Comienzan a pasar frío, por ropa que se pongan no
consiguen calentar el cuerpo, no tienen suficientes calorías; se agudiza en
dedos de pies y manos.
- Hoy no han avanzado mas que 100 metros de desnivel.
- Mijail está agotado. No consigue recuperar las
fuerzas. Parece un zombi.
- Víktor ha caído en una rimaya, tiene rotura de un pié
y puede que el brazo, los del lado derecho.
- Han llamado por radio comunicando su retirada. Ahora
ven claro la imposibilidad de continuar. Hoy se preparan para descender y lo
harán mañana.
- Tan solo les queda una tienda, la otra se ha rajado
hacia el amanecer.
Parece que van a poner fin a la odisea y si se puede
se les dará apoyo en cuanto lleguen más abajo. Están demasiado arriba. Si ellos
no han subido más ¿Quién podrá?
En ésta última conexión les hemos querido indicar la
llegada de un frente importante para la noche que probablemente continuará
durante todo el día siguiente. No trae grandes precipitaciones pero se esperan
fuertes vientos y frío, mucho frío. Necesitan protegerse. Les indicamos que
caven en la nieve y preparen un refugio lo más profundo que puedan.
El problema es que sin una confirmación de la
recepción del mensaje se ha perdido la comunicación. Si es que la han escuchado
y hacen lo propuesto tienen alguna posibilidad de sobrevivir, aunque deba sacárseles.
Si no lo hacen están perdidos.
Miércoles 25
de abril. 7º día.
La observación que efectuamos desde Paratunka no
indica actividad alguna, la ladera está blanca, sin señales de nada, por lo que
no tenemos pistas para saber si han estado paleando hacia el interior o no. El
que no consigamos ver nada puede ser buena señal pero el no tener noticias nos
deja vendidos. ¿Qué hacer?
Atentos a las explicaciones que nos brinda Igor el
tiempo se nos pasa tiempo volando, y nunca mejor dicho. El ruido que ha hecho
al despegar el aparato era insoportable, no es un aparato preparado para
pasajeros, es una cabina de carga adaptable, pero al haber cogido altura y
bajar la potencia que deben desarrollar los dos turbomotores se nota, hasta nos
parece aguantable.
Continúa con las explicaciones, ésta vez acerca de la
montaña a la que vamos.
Koryaksky. 3.456 m. El problema, o dificultad, de la
ascensión es que el campo base está a menos de mil metros, en el campamento
Paratunka. La bajada de esquí es de 3.000 m.
Ubicación: A 20 Km al norte de “Petropavlosk”. 53,3º
N, 158,7º E.
Última erupción en 1.957.
En los últimos cuatro días ha nevado más de dos
metros, con viento.
Las expectativas son poco alentadoras. El tiempo está
evolucionando según lo previsto, de malo a peor. Necesitamos que calme el
viento para esta noche y llegar a la cumbre al amanecer con garantías de un
buen comienzo y rescate. El rescate no debe retrasarse de mañana al alba. Ahora
solo queda organizarlo debidamente, sin imprevistos.
Estamos cansados, yo al menos, e intento dormir un
poco, una cabezadita. Tanya lleva diez minutos dormida y aprovecha para hablar
en sueños. ¡Qué envidia!, Lo de los sueños no, lo de dormir. Por mi parte tengo
varios frentes de preocupación abiertos así que lo de dormir va a ser
imposible: Equipo de rescate, ropa, la salida desde el helicóptero, el estado
de la nieve, el viento. Las personas a socorrer, la bajada, radios, alimentos
ropa…
-No hagas eso
Héctor –dice Tanya y sigue murmurando algo inentendible, en sueños.
-¿Qué no haga
qué? –pregunto yo intrigado. Es una pregunta
para mí, porque ella está dormida.
Y ella sigue a lo suyo, murmurando cosas imposibles de
entender, y vía conexión no estoy recibiendo nada; ¡Pues vaya ayuda!
-¡Que no lo
hagas Héctor!, vamos, déjalo ya.
No sé qué será lo que estoy haciendo pero le está
dando trabajo. Ya veremos si recuerda algo cuando se despierte.
A las siete y algo llegamos. Bajamos del avión y
entramos enseguida en uno de los barracones que desde fuera parecía pequeño y
dentro es enorme. La diferencia de temperatura aquí dentro del hangar con el
exterior es notable y se agradece.
Tienen preparado un tentempié; café, té, agua caliente
para otras infusiones, leche fría y caliente, pastas, tostadas. El momento y el
lugar son idóneos para darle una pequeña ocupación al estómago. Luego el sueño
será mayor.
Habían pensado en pasar el tiempo hasta la partida en
un campamento militar, en otro lado de Petropavlov, a 20 kilómetros pero dado
que este lugar es bastante aceptable han decidido no movernos, ya vale de idas
y venidas que aún quedan los desplazamientos serios.
El responsable del material es el Teniente Andréi
Sikorski, a quien me presentan de inmediato. Joven, Ruso Asiático, rudo, de
cara agradable, de cuerpo compacto y pinta de competente.
Le indico el material que necesito, preferencias y
tallas. Le hablo en inglés, en mi inglés, esperando que me entienda. Sonríe y
dice que no hay problema. Lo tendrá listo para las diez de la mañana, hora a la
que está prevista la “Reunión General”, a la que vamos a asistir casi todos los
implicados; hasta entonces nos dan libertad de hacer lo que nos parezca. Vaya
libertad, ¿A dónde coño vamos a ir aquí y ahora?
Como adivinando nuestras dudas, en especial las de
Tanya, Andréi lo aclara. En Petropavlov no vais a encontrar nada; a estas horas
y en éstas dependencias podéis descansar; hay varios compartimentos con
literas, podéis ocupar uno para vosotros solos y descansar, lo vais a necesitar,
os lo aseguro.
Miramos entre los alojamientos que nos ha señalado y
vemos que casi todos son parecidos, un rectángulo de 4x3 metros con una litera
de doble piso a cada lado. Espartano pero bastante nuevo. Nos acomodamos en
uno, el primero que hemos visto y dejamos material y ropa desperdigados por las
cuatro literas, con el fin de que nos dejen solos. Elijo para dormir la
inferior derecha y Tanya la superior.
Acabo de tomar un café así que probablemente no podré
dormir, valiente gilipollas que soy a veces. Me resigno a estar en vela. Vela
que a los cinco minutos se apaga hasta que Tanya me despierta a las diez menos
diez.
-Vamos
dormilón, ¡¡despierta!! ¿Qué decías de que no ibas a poder dormir?
Tal como estaba, vestido, me levanto, paso la mano por
la cabeza para ordenar los pelos de la nuca que debo tener cada uno para donde
quiere y me acerco al centro del hangar; parece una convención indefinible de
personajes variopintos. Vaya pinta que tenemos todos y cada uno de los
presentes.
La reunión la preside el comandante del destacamento
militar avanzado de Petropavlov, quien sin contemplaciones ni adornos cede la
palabra al Coronel Igor Borodin, nuestro amigo Igor.
Las diez. Igor va presentando a los participantes
principales de la operación de mañana.
El Helicóptero con el piloto, su copiloto y los
auxiliares.
Los equipos de tierra. Unidad médica. Demolición.
Apoyo general.
Los esquiadores de rescate, Pierre y yo.
El coordinador de material. Andréi.
Solicita que cada uno exponga, escuetamente, su
cometido en el plan, reservándose su presentación para el final.
El piloto presenta a su equipo.
El copiloto y responsable de los sistemas de
comunicaciones.
Los asistentes de carga.
Los asistentes de elevación.
El aparato es el más seguro de los existentes en Kamchatka
El equipo de tierra habla de las maravillas de los
equipos motorizados orugas con que vamos a contar. Equipos que no pueden subir
donde va a hacerlo el motero, ¡pues vaya!.
Tienen habilitados dos barracones en la parte alta de
Paratunka pero si los heridos son graves los trasladarán inmediatamente en
helicóptero.
Cuentan con un equipo de 20 personas. Dispones de 10
motos de nieve y dos vehículos Orugas, uno de ellos con una cabina
medicalizada, lo último en tecnología.
Pierre no se explaya. El plan se puede resumir en:
Bajamos al lugar donde están refugiados.
Damos las señales de inicio y fin da la voladura.
Los bajamos y se los llevan.
Si por lo que sea hay algún fallo, desobediencia,
percance o como se le quiera llamar, les corta a todos las pelotas. Hay uno que
se ríe, pero que se calla cuando Pierre saca del bolsillo una navaja curvada y
brillante.
Andréi indica que está a las órdenes de lo que
mandemos. A nuestra disposición, Pierre y yo.
Igor comenta la situación del equipo de apoyo en moto
de nieve. En realidad no se trata de un equipo sino de una persona. Fiódor
Yermólov, 26 años, ganador de varios
campeonatos de saltos y acrobacias con motos de nieve.
Ayer se encontraba a bordo de un pesquero, el
Avacha-IV. Solicitaron sus servicios y mientras venía ha dado las indicaciones
para que vayan preparando una de las motos de la empresa del alquiler de motos
y viajes en moto en la que también trabaja.
Ha hablado con su jefe, el dueño de la empresa y
tienen ya bastante avanzada la adecuación de una de las motos conforme a lo
solicitado por Fiódor. No va a ser una moto de competición sino una de las de
paseo, una menos sofisticada y, por lo tanto, más fiable. Una que arranque
siempre, sin manías. Van a cambiar las palas delanteras por unas de mayor
anchura y colocarle unas barras que hagan dos funciones, Una de antivuelco y la
otra de sistema de elevación de la moto para su transporte y facilidad de carga
y descarga desde un helicóptero.
Está a punto de llegar al hangar, le ha llamado cuando
iba a comenzar ésta reunión.
Una vez terminada la presentación y explicaciones, nos
separamos y dividimos en pequeños grupos, cada uno concretando sus
particularidades.
Pierre se nos acerca y se presenta.
-Hola, soy
Pierre Etxcheberry, francés, de Maule.
-Atarratze –le apunto, el nombre en
euskara. Se sorprende y asiente.
Nos explica que esquía desde que tenía cuatro años.
Comenzó en la estación cercana a casa, La Piedra de San Martín, o Arette, el
pueblo de ascensión a la Piedra, carretera de comunicación con Izaba, de la
provincia de Navarra en la parte española, vasco-española.
No habla euskara pero si hablo despacio lo entiende,
su abuelo era pastor de la zona de Irati.
Tiene 35 años y lleva los últimos cinco en Kamchatka,
llevando clientes sobre todo al Korian.
Le gusta el esquí extremo y no le gusta nada la
masificación de las pistas de esquí.
Dice haber bajado más de cien veces la pala por la que
tendremos que bajar, puntualizando que la dificultad la vamos a encontrar en
función del estado de la nieve. La pendiente no es excesiva, rondando la mayor
parte los 40º, pudiéndose esquivar por los costados algunas zonas de mayor
pendiente. Ninguna de las zonas más expuestas tiene un final en piedras. La
caída, de ser, sería noble. Solo nieve y nunca ha encontrado hielo, alguna
costra pero de las que rompen en seguida, y por ello no irías pendiente abajo.
El principal problema lo ve en la cantidad de nieve,
el mucha la que nos vamos a encontrar, motivo por el que el motero ha previsto
palas más anchas delanteras y algún nivelador posterior.
Cuanto más abajo probablemente peor, al haber menos
pendiente se habrá quedado más.En la zona superior, donde más sacude el viento
no habrá quedado tanta, estará venteada, en todo caso se habrá depositado en
las cornisas.
Deberemos cargar con bastante material. Alimentos,
sobre todo líquido. Clavijas de hielo, picas para nieve, varias cuerdas,
férulas y material de vendajes y sujeciones para inmovilizar a los heridos.
Pistolas de señales, equipos de comunicación, ropa para los rescatados…
Cuando me deja hablar me presento. No tengo el
palmarés de Pierre pero aparte de esquiador soy montañero, lo que me da una
visión más amplia de la montaña. La conozco con y sin tablas de esquí. En este
momento me encuentro en un buen estado de forma, y con algunas horas de esquí
en mis piernas.
Por mi parte hubiera realizado la voladura hoy por la
tarde en lugar de esperar a mañana por la mañana, es por la tarde cuando la
nieve se puede desprender más fácilmente. Mañana por la mañana estará fría otra
vez.
Por lo visto Pierre ya se lo ha comentado antes a
ellos, a Igor, pero que prefiere hacerlo bajo nuestro criterio, controlándolo
desde arriba, cuando contactemos con los atrapados, no quiere provocar los
aludes sin tener una información directa desde arriba.
Veo que de entre la gente se acerca una persona que no
he visto antes, claro, se trata de Fiódor, “El Motero”, que es como le llamo.
Se acerca a Pierre y se ponen a hablar; entonces me
surge la pregunta.
-¿Cómo me voy
a entender con él? –le pregunto a Pierre.
-¿Qué tal por
señas? –me apunta Tanya. Es su primera intervención y hacia ella se vuelven las
miradas de los dos. Se han dado cuenta de que me ha contestado sin haber oído
la pregunta que he hecho a Pierre.
Igor sale al quite y la presenta.
-Se trata de
Tanya Yurchenko. Viene como auxiliar de comunicaciones.
Creo que lo han interpretado como si viniera de
traductora para mí, algo que no es exacto. Igor ha pensado en duplicar los
sistemas de comunicaciones y si fallan los equipos de radio podemos recurrir a
la conexión. Igor lo sabe pero no lo dice.
Fiódor continúa con su charla. Solo va a haber una
oportunidad para cada movimiento; lo jodido va a ser girar en la parte de mayor
pendiente, con lo que pesan esas motos. Les ha dicho que puede subir bastante
pero lo verá mañana.
Resulta que habla un inglés algo raro pero que
entiendo; problema resuelto.
A continuación me voy donde Andréi a quien presento
mis necesidades en cuestión de material. Me indica que para las seis de la
tarde tendré dispuesto todo lo que le he solicitado.
No prevé ningún problema.
Me acerco de nuevo a Pierre al que le resumo algo de
lo que antes hemos estado hablando como para confirmarlo y le pregunto-
..-Orok ados?
(¿Todos de acuerdo?)– queriendo imitar el euskara y acento “zuberotarra”.
..-Bai, biziki
(Si, en verdad)–responde sin darse
cuenta de que lo ha hecho en euskara.
Tanya me gesticula, sin hablar, elevando los hombros y
abriendo las manos; luego oigo que dice
-¿De qué vas?
-Me gustaría
establecer una relación más estrecha para mañana. Si nos vamos a jugar la
nariz, prefiero estar en sintonía con quien va a ser mi compañero de reparto.
-Aitona artzaina? (¿El abuelo pastor?)–digo dirigiéndome de
nuevo a Pierre. Continúo, forzando un poco la suerte.
En esta ocasión sí se da cuenta de cómo le estoy
hablando. Lo entiende porque lo que le digo es muy elemental, palabras que no
se olvidan y dicho despacio, exagerando la pronunciación.
Me gustaría que se esforzara en contestar del mismo
modo.
..-Bai, Iratiko
basoko inguruetan (Sí, por los alrededores de los bosques de Irati).
Me mira, nos miramos y nos vemos de otro modo, hemos
avanzado un año en la relación; hemos dejado de ser unos completos
desconocidos.
Según estamos por grupos se acerca Igor al centro del
hangar, ha dejado los dos teléfonos y la radio (walkie) que ha estado
utilizando los últimos quince minutos y espera. Espera poco, unos segundos,
porque todos reaccionamos enseguida y nos callamos; expectación, solo se
escucha el ruido del viento al rozar las paredes y el techo metálico del
edificio.
-Las noticias
de última hora no son buenas. Esta vez el dicho de “No news, good news” no es
aplicable. Necesitamos News.
-Hace media
hora hemos perdido la conexión –relata Igor-. Justo acabábamos de indicarles
que se aproxima un fuerte frente de viento, viento muy frío. Está previsto para
dentro de una hora, y puede durar otras seis. La mejor opción es que caven un
refugio en la nieve, lo más profundo que puedan para resguardarse del viento y
del frío y esperar nuestra llegada de mañana. Creemos, más bien esperamos, que
hayan podido escuchar la transmisión. En el momento de recibir la respuesta
hemos notado un chasquido, como un intento de llamada abortado en su comienzo.
Puede ser un fin de batería. Lo que nos preocupa es no haber recibido
confirmación, si es que la han entendido y por lo tanto van a obrar en
consecuencia.
-Solo nos
queda trabajar esperando que lo hayan recibido y entendido. Mañana lo sabremos.
Hace una pausa, da un vistazo por los semblantes de
cada uno de los presentes y continúa con el desglose del plan de mañana
-Primero
Pierre y Héctor descienden hasta ellos. En función de lo que vean nos lo
comunican por si hubiera cambios en el plan. Indican comienzo y fin de la
limpieza de la ladera. Van descendiendo a los heridos hacia la moto de Fiódor.
En cuanto pueda asistirá el helicóptero de apoyo. Trasportan a los heridos al
campamento o directamente Petropavlov.
-La siguiente
reunión, la de pruebas del material será esta tarde a las seis.
-La hora de
salida de mañana será a las seis de la mañana, aquí. Mientras tanto descansad.
Si alguien tiene alguna idea que pueda ayudar que no dude en ponerse en
contacto con migo, estoy abierto a la más disparatada de las sugerencias.
Serán las 11:00 o así. Desde la parte del fondo del hangar nos llega un
olorcillo que el estómago detecta antes que el olfato; estoy segregando jugos
gástricos, ¿será de hambre? Va a ser que sí.
Han preparado un lunch variado de pinchos y canapés,
fríos y calientes que tienen una pinta fenomenal; esto amenizado con cervezas
varias y alguna otra bebida en la que no me fijo. Lo mejor para incubar un buen
sueño.
Me pongo morado a comer, me ha hecho ilusión
encontrarme con comida comestible, con gustos y componentes a los que el
estómago está acostumbrado.
Después, no lo pienso más, ahora que me han entrado
las ganas de dormir voy a aprovechar, no sea que lo deje para luego y luego no
pueda sea por preocupaciones o por cambio de planes.
Le aviso a Tanya que pliego y me voy al cuartucho,
ella está animadamente hablando con unos y con otros; yo a lo mío; es mi hora
es dormir.
Y dormir bien porque cuando despierto son cerca de las
cuatro de la tarde. Una buena siesta, con sueños incluidos; creo haber
realizado un par de rescates, yo solito, con esquís nórdicos, ayudado por un
helicóptero no tripulado.
Es que lo mío son los sueños, algún día escribiré
sobre ellos.
Bueno, aunque haya sido soñando la verdad es que he
dormido, que es lo que vale. Espero que el trabajo de rescate que he tenido
durante el sueño no me haya cansado demasiado ni me vaya a provocar luego una
lesión o una sobrecarga muscular. Porque la pregunta es, si te rompes un brazo
soñando luego al despertar estará entero ¿no? Pues si a la noche no duermo que
me quiten lo bailau.
O sea, son las cuatro de la tarde, me levanto y todo
parece tranquilo, será la calma que precede a la tempestad, ¿o es al revés?
Salgo a inspeccionar el hangar.
Voy hacia la puerta principal donde veo que han dejado
unos cuantos bultos. Uno de los soldados del hangar está introduciéndolos y
organizándolos bajo el criterio de empleo. Esto me lo imagino porque no tengo
cerca de nadie con quien me pueda entender.
Los amontonan por temas:
Equipos de esquí, montaña y prendas de abrigo.
Material de salvamento.
Comida, bebida, medicamentos, botiquín.
Equipos de comunicaciones y bengalas de señales.
Se trata del material que nos corresponde a Pierre y a
mí, lo demás estará en Paratunka, con las motos y los vehículos oruga.
Me voy fijando en lo que a mí se refiere. Ropa y
equipos de esquí. Hay variedad y supongo que será para elegir, por gustos,
tallas o necesidades.
Ya que estoy, comienzo a salsear y analizar, de este
modo para cuando venga Andréi lo tendré decidido. Pero según lo reviso, lo voy
dejando como estaba, en su sitio, no quiero comenzar con mal pié, pudiera
molestarse.
He revisado casi todo, esperaremos hasta las seis, que
es la hora a laque hemos quedado. Mientras tanto doy un paseo por la
improvisada cocina donde esta vez me tomo un buen café con unas “pastas de té”,
no sé por qué no harán pastas del café. En este caso las pastas no han sido una
maravilla, saben a pasta, normal y corriente, será que no tengo tantas ganas de
comer como antes.
No tengo a mano nada para leer, se me ha pasado, así
que vuelvo a curiosear, a hurgar en lo que nos rodea.
A eso de las cinco y media aparece Pierre por el
hangar, seguro que él también se habrá pegado una cabezadita. Pasa por quienes
han organizado el material, habla algo señalándolo, y luego sale a la calle,
supongo que hacia el coche, me apresuro a seguirle, voy tras él.
Para cuando llega al vehículo estoy ya a su lado; miro
al interior del coche y veo que está lleno de objetos conocidos.
-Para qué
tienes tantos trastos? –le digo en mi justito francés.
-Te entiendo
mejor cuando me hablas en euskara -Me dice riéndose.
Cuando abre del todo el portón del todo terreno me
pregunto para qué se habrá molestado Andréi.
-¡Pero si has
traído todo!
-No me
arriesgo a usar material que no conozco.
Reconozco que en su caso yo hubiera hecho lo mismo.
Hay cosas que no son importantes, pero esas de las que depende tu vida, esas
las quiero conocer, tener controladas.
Nos agenciamos un carrito para llevar lo que ha
traído, una mochila cargada, una bolsa grande llena de algo, otra enorme bolsa
con esquís, dos pares de botas y algo más. Parece como si hubiera vaciado el
cuarto de los trastos.
-Te ayudaré a
elegir tu material.-Me dice.
Una vez dentro, olvidándonos de los demás, nos vamos a
lo nuestro, deja sus cosas en un lugar aparte y vamos a seleccionar las mías.
Comienzo con la ropa. La primera capa ya la he traído,
es un elemento fijo en mi bolsa de viaje.
Seleccionamos la segunda capa, la de la temperatura,
previendo la temperatura que nos espera selecciono dos capas medianas en lugar
de una gruesa. Perfecto, tengo la suerte de tener una talla de lo más corriente
y vulgar. En una marcas la “L” y en otras la “XL”, ¡Ya se pondrán de acuerdo
alguna vez!
Como tercera capa elijo un mono militar, de camuflaje;
no hay posibilidad de elección en el color y dibujo, todos son iguales. Las
bolsas donde se encuentran están abiertas pero parece que no las hayan usado
antes de ahora. Vamos de estreno.
Me lo pongo y voy probando el funcionamiento de
cremalleras y cierres. Parece que todo está bien. Mejor revisar ahora que
quedarte luego con una cremallera atascada a veinte bajo cero.
-¿Me sacas
una foto? Parezco un modelo de prendas deportivas. –Le digo a Tanya que se
acaba de levantar, la he sentido despierta hace un momento, mientras me vestía.
-Ahora voy
adonis mío.-Me responde guasona, se nota que ha descansado; cuando tiene sueño
o está cansada es difícil de llevar.
-Te estoy
oyendo. ¡Pues mira quién fue a hablar! ¡Héctor el delicado! –Para qué pensaré
estas cosas en voz alta, no voy a aprender nunca.
A lo que iba. No veo que aparezca el distintivo de
Gore-Tex pero no lo creo importante, no vamos a encontrar agua, no entra en los
pronósticos, a bajo cero no hay humedad, y si añadimos viento solo vamos a
encontrar un frío que te cagas.
Completamos el equipo con un gorro fino, casco de
invierno, dos pares de guantes, medianos para trabajar y otro par de gruesos
dobles para esquiar, gafas de ventisca y un par de buffs para improvisar.
Luego pasamos a las botas. Son normales y parecen
usadas; uno de los pares me gusta es mi talla y horma, se amoldan bien a la
geometría de mis pies, esto es importante, que hagan una presión regular,
parecida en toda la superficie, de lo contrario tienes que apretar más unas
zonas que otras de modo que no bailen dentro. Reviso los cierres, tensores,
parece que están en buen estado. Los pongo a mi medida dejando margen para
seguir apretando, normalmente a la media hora hay que tensar algo más, los
calcetines y el botín van aplastándose, compactando, y hace falta corregir el
apriete. No son excesivamente pesadas.
Cuando voy a seleccionar las tablas se me acerca
Pierre con un par en la mano.
-Yo que tú no
usaría ninguna de esas, a ver qué te parecen éstas, –y me ofrece unas que saca
de la bolsa- las he traído para ti.
Las cojo y veo que son un modelo bastante nuevo, no
las reliquias que ha conseguido Andréi.
-Vas a
necesitar un buen carving, tanto arriba como abajo, no creo que vayamos a
encontrar hielo. En todo caso alguna placa en la zona superior, la más
venteada, pero para el resto necesitas algo que te haga flotar. Además, a saber
cómo estarán afiladas esas. La última vez que me las afilaron aquí le dieron
mal el ángulo y no hacían mas que encarrilarse, me iba al suelo cada veinte
metros.
El amigo Pierre está a todas. Revisa el material que
he seleccionado y asiente. Aprobado.
-Vamos a por
el resto –me dice.
No hace falta que vayamos, vemos que viene Andréi con
uno de sus ayudantes cargando un par de mochilas y otro par de cestos llenos de
objetos. Justo acaba de ayudarle a seleccionar la ropa de Tanya, solo de
abrigo, no tiene por qué salir del helicóptero.
Cuando llega a donde nosotros observa lo que llevo
seleccionado y me da la aprobación, el OK con el pulgar derecho.
Yo elijo un arnés, Pierre ha traído el suyo, esto es
algo personal.
Nos deja una de las cajas y vamos metiendo en ella
tras una ojeada lo que pensamos que vamos a necesitar para el descenso: 4 picas
para los seguros en nieve, un par de clavos para hielo, cuatro jumars, un
cordino de 9mm de 60m, dos cuerdas de 11mm de 40m, 2 walkies, que probamos,
otros cuatro arneses para los accidentados.
Luego nos acerca el botiquín, dos pares de guantes,
varias capas térmicas de aluminio y accesorios para armar una camilla o
entablillar partes del cuerpo, un mecano de metal, lonas correas y
velcro-adhesivos. Mete en la caja un par de rollos de cinta americana
(MacGyver) y la pistola de bengalas con media docena de cartuchos, tres rojos y
tres azules.
-Por la
mañana dejaré un caja con termos y alimentos para que las llevéis en la
mochila, recordad dejar sitio para ello. Estarán listas antes de las cinco de
la mañana.
Nos hemos adelantado a lo programado por Igor, y
hablando de Roma, mira por dónde que llega Igor en ese momento.
-Veo que
habéis terminado ya. Me parece bien. Hemos decidido quedar a las cinco de la
mañana en lugar de a las seis, aquí mismo, para salir ya a las seis hacia
Paratunka. Allí decidiremos el momento de dejaros en la cumbre, será a eso de
las seis y media, en función del tiempo, en especial del viento. Si no está
despejado lo deberemos retrasar hasta las siete; queremos teneros a la vista,
os seguiremos con prismáticos desde la base. Habrá tres equipos de radio en el helicóptero
y varios más en tierra, procurad no utilizarlos mas que para lo imprescindible.
Las comunicaciones entre nosotros las haremos en otra frecuencia, para no
interferir. Tanya hará de traductora para Héctor.
-Recordad
también las instrucciones de las bengalas para coordinar las voladuras. Roja en
el momento de comenzar a bajar. Azul para comenzar las detonaciones y roja para
terminar. No vale la comunicación oral, las detonaciones las debemos confirmar
con las señales luminosas.
Me ha parecido muy profesional el utilizar la
redundancia para las operaciones peligrosas. Para mí que Igor habrá sufrido en
sus carnes algún fallo de comunicación antes de ahora y de ahí su empeño en
extremar las medidas de seguridad. No, si al final va a terminar siendo buena
persona y un buen profesional.
Son cerca de las ocho. No creo que pueda dormir pero
como tampoco hay gran cosa que hacer lo vamos a intentar. Me voy con Tanya al
cuartucho y nos tumbamos en las literas, después de haber comido un sándwich
acompañado de una infusión. He puesto el despertador para las cuatro porque ya
sé lo que me va a suceder, lo de siempre, no podré dormir hasta que falte media
hora para levantarme.
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