Ha sido una explicación que Tanya no quería retrasar
por más tiempo. No sabemos hasta qué punto pueda estar enterada Irina, lo ha
vivido, lo ha visto pero era una niña al comienzo y posteriormente no sabemos
hasta cuánto ha profundizado en el tema. Pienso que al igual que Yelena, ha
tratado el tema como algo entre Vasili y los otros dos, su hermana y el hijo de
los amigos.
-Gracias
mamá, siento que te hayamos presionado pero no podía esperar más, la intriga no
me dejaba vivir en paz.
-No te
preocupes, yo también me siento mejor ahora que lo he contado. Un secreto de
tantos años en mi interior ha sido una carga muy fuerte.
-Sí que lo ha
sido pero Yelena es una mujer muy fuerte, y lo ha llevado muy bien; se lo he
agradecido muchas veces, ya lo sabe ella.
-¡Joder
Vasili! ¿Dónde coño estabas que apareces en todas partes?
-Quería
despedirme de vosotros. Igor me ha dicho que estabais aquí y he pasado a despedirme.
-Pero… ¿No
estabas en Petropavlov?
-Estaba, pero
he tenido una oportunidad y la he aprovechado. También hemos considerado dos
cuestiones. Una, la de vigilar a posibles conectantes, aquí, antes de que
salgáis hacia Moscú, y otra la de dejarme ver, si hiciera falta, para desviar
la atención hacia mí y que os dejen más tranquilos a vosotros.
-Pues si no
vas a aparecer ahora aquí, en persona, un saludo viejo.
-Hasta pronto
papá.
Yelena nos está mirando a los dos, sabiendo que
estamos en alguna conversación a la que ella no tiene acceso; también tiene
esto asumido. Y ha aprendido mucho.
-¿Era Vasili
no?
-Sí, mamá, ha
venido a despedirse y echar una mano si hace falta. Sabe que volvemos a casa y
ha venido a hacer de cebo, para que le sigan a él y dejen en paz a Héctor. El
importante para ellos es él. De este modo nos dejan tranquilos.
-Había
quedado con él aquí, para dentro de unos días, si ha llegado ya mejor, antes
estaré con él y me contará lo que me falte por conocer, su versión, claro.
Al comienzo de la explicación hemos pedido algo de
comer, cosa que también han hecho Natasha y Dima, así que para cuando hemos
terminado las explicaciones también hemos terminado de comer; un tiempo muy
bien aprovechado.
Pasan de la una y media así que un par de besos a
Yelena y nos vamos del mismo modo en que hemos venido, solo que esta vez Dima
se lleva a casa a Yelena en el taxi y Tanya se viene con Natasha y conmigo con
el Equipo-A. El listo, Andrey, conduce y nosotros dos vamos detrás, en la tercera
fila, a cubierto de miradas gracias a los cristales oscuros de un coche
discreto, de los más vistos por la zona para no llamar la atención. Tenemos que
pasar desapercibidos.
Un paseo en coche por las calles y zonas despejadas de
Vladi; en coche porque llueve, y por
ésta zona para detectar si alguien nos sigue, que parece que no, y para las dos
de la tarde llegamos al “Refugio”, o “Piso franco”, del Equipo-A, donde nos
espera Igor. Esperamos que con buenas noticias.
Dado que el plan es para Tanya y para mí, lo hacemos a
“puerta cerrada”, o sea, los demás no se enteran. Nos sentamos en la sala de
estar y pasamos un rato mirándonos las expresiones externas pero sin decir una
palabra. Es un alivio poder gesticular sin miedo a llamar la atención. Lo normal
suele ser intentar evitar que se den cuenta pero siempre se te escapa alguna
expresión corporal. La suerte es que te tomen por loco, o por esa gente que va
hablando sola por la calle, te ven y se ríen, pensando eso de ¡Vaya pedrada la
de ese tío!
-¿Cómo te
parece que planteemos el vuelo Igor? ¿Tanya y yo juntos o por separado? Otra
cuestión, ¿con qué pasaporte voy? ¿El mío o el nuevo? De todos modos, no nos
valen los billetes, son de tarifa muy barata y no se pueden modificar, tenemos
el regreso para dentro de varias semanas, pensábamos quedarnos más tiempo. Otra
cuestión puede ser el intentar el vuelo por alguna otra vía, como Shanghái o
así. ¿Lo habéis mirado?
-Tranquilo
Héctor, no quieras enfocarlo todo. Tengo un equipo de gente que ha estudiado
cada posibilidad y me han presentado lo mismo que tú; venía a tratarlo con
vosotros.
-Yo no quiero
ir sola.
-Tranquila,
el Equipo-A, como los llamáis, os acompañará en gran parte de la fuga, así como
Dima, y en caso que os dividáis, el equipo también lo hará.
-Siento lo
que voy a decir Tanya pero mi opinión es la siguiente. Primero vamos Dima,
Natasha y yo por la ruta normal, de aquí a Moscú, recuerda que no tenemos
escala en Novosibirsk como al venir. Después, y tras dejarte ver al menos un
día por aquí, de modo que piensen que no nos vamos de Vladi, te vienes con los
tres mosqueteros. Nos encontramos en Moscú.
-A mí me
parece bien –apunta Igor- pero una pregunta. ¿Por qué vosotros con la “doctora”
y los tres mosqueteros con Tanya?
-Creo que
llamamos menos la atención nosotros tres, me gustó cómo quedamos en el banco, y
si el que buscan soy yo, prefiero que no esté cerca Tanya, además va estar bien
acompañada, mejor que con nosotros que vamos a tener la mente en otras cosas,
en salvar nuestro pellejo, el mío, vaya.
-Gracias
Héctor, lo entiendo, pero por favor, que no sean muchos días de diferencia.
-Creo que con
un día puede valer –dice Igor- pero también tienes que contar que a tu madre le
pueda parecer que te marchas demasiado pronto. Tiene necesidad de hija.
-Vale, estaré
con ella, pero yo voto por un solo día de diferencia.
-Yo me
encargo de los de los billetes Héctor. Desde luego vas como Denis Vodinov, y no
olvides practicar la firma. Ja, ja, ja. Luego enfocaré lo de la estancia en
Moscú. Estamos barajando varias posibilidades.
-Lo de Moscú
es a mi cuenta. Top Secret. Esta vez vamos al puro estilo Hectoriano. De este
modo no va a haber filtraciones. Tan solo necesito una conexión a Internet
durante media hora.
-¿Alguno de
tus ligues?
Acaba de salir la vena dominante de Tanya, su faceta
celosa, que luego se esfuma pero que tiene unos prontos que Hay que conocer
para no saltar a la primera.
Dejo que se me escape una ligera sonrisa en el rostro,
para que piense que sí, que ha acertado, pero no dejo que nada llegue a mi
pensamiento.
Después de un buen rato muy serios, casi sin
gesticular, pero como hemos vuelto a los temas organizativos, decidimos pasar
al lenguaje tradicional, lo que vamos a tratar en adelante les puede interesar.
-Para estar
en meditación estabais gesticulando como los locos que hablan solos –nos
explica Yuri, el fuerte, que no ha imaginado el motivo.
-Creo que
estaban tramando o conspirando en
silencio –aporta Andrey, el listo, que o es muy listo o conoce algo por Igor,
su tío.
-Los
conspiradores estamos de acuerdo en bastantes cuestiones –dice Igor en abierto-
y dejar de pensar en que somos raros, no os pagamos para que nos vigiléis a
nosotros sino a los que nos siguen. ¡Tóma ya!
El tono y las palabras para que abandonen el tema han
sido perfectas, el tío sabe cómo tratar a su gente, haciendo que obedezcan sin
preguntar, y sin que a la vez se sientan molestos por ello.
A continuación les relata parte de lo que hemos
decidido para mañana, la fuga de Vladi.
Tenemos la tarde por delante así que propongo a
nuestros guardianes que piensen en algún plan para divertirnos por la tarde.
Algo que sea más original que lo de quedarnos en casa dándole al vozka. No
debiera ser difícil combinar seguridad con diversión, quizá necesitamos un poco
de imaginación.
Por la forma en que me han mirado y lo poco que aportan
a la propuesta pienso que los he puesto en un aprieto. Ahí le quiero ver al tío
listo, la prueba de fuego, ánimo Andrey.
Se reúnen entre ellos, sin salir de la sala y forman
un círculo donde hablan en voz baja, para que no les oiga Tanya.
Al final, tras más de diez minutos de charla, a veces
casi silencios y otras hablando todos a la vez, parece que han llegado a alguna
conclusión, la última parte han estado bastante animados y como resultado nos
presentan varias alternativas, a elegir.
.- Un recorrido turístico por los alrededores, para
que yo conozca un poco de la historia de Vladivostok y el lugar donde ha vivido
Tanya. Para ella serán recuerdos. Por supuesto en coches separados, por
seguridad.
.- Una sesión de gimnasio, para mantener la forma
física. Se ríen al explicarlo; todos menos Yuri, supongo que será quien lo ha
propuesto.
.- Un karaoke. Natasha canta y nos puede mostrar su
repertorio. Miedo me da.
.- Una siesta y luego una cena en algún lugar guay.
Demasiado poco original.
.- Una visita al museo militar, donde hay mucho que
ver referente a la flota del Pacífico, se puede considerar también como museo
naval. Noooo.
-¿Una de
cervezas por la zona de pubs más de moda? –pregunto y el “NO” es unánime.
-Me gustaría
despedirme algo más formalmente de mi suegra.-Tampoco es bien recibido.
Trato el tema en interno con Tanya y consensuamos un
mixto, que Tanya les propone.
-Una vuelta
en coche por los lugares más pintorescos, saliendo en algún momento del coche
para estirar las piernas. A continuación una cena normal en un lugar “chic”, a
primera hora, para dejar tiempo y terminar con el karaoke.
Si les parece adecuado va a ser una suerte porque voy
a variar bastante con respecto a la actividad que veníamos haciendo dese que
llegamos a Vladi. La mayor parte del tiempo ha sido paseos por los alrededores
del hospital. Y lo aceptan.
La verdad es que Vladi da para más de lo que yo
pensaba. Es una ciudad amplia, abierta y variada; de un aparente buen nivel
económico y con lugares de solera. Debió tener una vida alegre y variada hace
bastantes años, los edificios antiguos hablan de ello.
La cena ha sido exquisita. Cantidad justa, no pequeña,
pero de una calidad y elaboración muy notables. Suelo catalogar los
restaurantes por la variedad y elaboración del pescado y he de reconocer que ha
sido excelente, me han sorprendido. La conclusión es que el Equipo-A entiende
de comida y de lugares especiales para comer. Otro punto a su favor.
Antes de pasar a lo del karaoke hago una parada en
“casa”, para revisar el correo; al terminar la conversación con Igor he enviado
un email a una chica que conocí el año pasado en Patropavlov, vive en Moscú y
he pensado que nos podía echar una mano.
Lo he hecho desde el ordenador de Natasha y una
dirección de correo que empleo en pocas ocasiones. No había recibido
contestación antes de salir de marcha. La verdad es que he sido un poco
impaciente, no he dejado suficiente tiempo para contestar pero estaba
impaciente y resulta que sí, que ha contestado ya. Vaya con la rusa. Contesta
con un rotundo “No hay problema”. Tengo a
vuestra disposición un piso vacío, con límite de tiempo un mes, mas o menos.
Le contesto con un “mañana te lo confirmo”. Cierro el
ordenador y salgo de casa con una sonrisa, me reservo la noticia aunque creo
que Tanya me la habrá captado.
Salgo del coche y doy un grito de “hurra”, pero pienso
en el mar, para que Tanya no se entere de todo. Nos vamos al karaoke. Sí se ha
enterado, debo practicar el no pensar cuando pienso. ¿Eso se puede? ¡Joder,
vaya lío!
No está mal la actuación de la doctora cantante. Canta
bien. Muy lírico, romántico, rayando el clásico. No he llegado a pasar sueño
pero poco le ha faltado. Hay bonitos temas en ese estilo pero creo que a ella
le gustan los que a mí me parecen algo aburridos del todo. La próxima vez que
vaya a un karaoke me aseguraré de ir con un rokero, algún viejo rokero.
Entre el karaoke médico y las cervezas que hemos
tomado luego en un pub cercano que he conseguido negociar con los guardianes,
he cultivado un virus del sueño que no me deja estar más en pié así que pasan
de las once de la noche cuando llegamos a casa, y la llamo casa porque más de
varias horas en el mismo lugar ya lo voy considerando como casa. Nos espera una
noche como debe ser, en cama de verdad, con Tanya, sin neuras de escapada, tras
un día relativamente relajado. Ya era hora.
Las ocho de la mañana del 29 de abril. Cuando me
levanto y llego a la cocina con intención de pescar algo me encuentro con Igor.
Está desayunando y tiene noticias.
Quien nos seguía, y que aún nos andará buscando, es un
grupo de mercenarios comandados por un ex miembro de la KGB, venido a menos, a
quien ha contratado alguien aún sin identificar. Se supone de la mafia, una de
las muchas que ha proliferado recientemente, pero no es definitivo, son
conjeturas con muchos visos de ser verdad. Las detenciones aún no han
comenzado, los han dejado seguir pero bajo discreta vigilancia para poder ir
tirando del hilo antes de que se den cuenta. Comenzarán por Sergei, que es
seguro uno de ellos, y de ahí podrán sacar algo en claro, no por lo que hable,
porque sabrá poco, pero sí por la reacción que tengan sus superiores o
mentores, esos sí que están vigilados, todos los que lo puedan ser.
De momento parece que hayan desaparecido del mapa pero
vamos a actuar como si nos siguieran, de acuerdo con el plan y las medidas que
hemos ido estudiando.
Dima, Natasha y yo vamos a salir hoy por la tarde, a
primera hora, vuelo directo a Moscú, como esperábamos. Serán pasadas las dos y
llegamos pasadas las cuatro; serán nueve de verdad, esto de las diferencias
horarias me lía siempre.
Si todo va bien mañana a la misma hora saldrá Tanya
con los tres mosqueteros.
Nosotros tenemos los vuelos cerrados, los de mañana
los decidirán a última hora, se arriesgarán a no tener billete pero no quieren
dar el nombre de Tanya hasta que sea tarde para los buscadores. No sabemos
hasta qué punto tienen acceso a esa información. Mañana lo sabremos. Esta vez
no me preocupa, los gastos, corren a cuenta de Igor.
-Lo del
alojamiento en Moscú recuerda que es a tu cuenta Héctor, espero que lo
soluciones antes de quedaros a dormir en la calle.
-Qué poca
confianza en mí, Igor. Tranquilo, eso está hecho.
-Explícale a
tu tío que ya me he encargado del alojamiento en Moscú, Andrey –le digo al
listo, en lenguaje convencional, claro.
Me mira con cara de asombro, por lo de su tío, le mira
como diciendo “yo no he sido” y le explica algo que no sabe de cierto pero sí
que se lo imagina.
-Ha estado en
contacto con alguien por correo electrónico y creo que ya tiene una
confirmación. –pero esto lo aclara la doctora. Parecía tonta cuando la
compramos. Vaya con la mosquita muerta y a la vez cantante. ¿Cómo coño lo ha
sabido? ¿¡No me jodas que ha asaltado mi correo!
-¿Te están
saliendo rivales Héctor? –oigo la voz de Tanya que aún estará en la cama, a la
vez que siento cómo se ríe Igor.
-A media
mañana os traerán los billetes Héctor, espero que tengas preparada una firma
pasable –dale con lo de la puta firma- para el caso de que tengas que rellenar
algún impreso, en ruso. Je, je. Y además sin contar con tu segunda mente,
Tanya. Dejándome de cachondeo, creo que de momento no nos volveremos a ver. Ha
sido un placer. Creo que comenzamos con mal pie pero vamos a terminar de buena
mano. ¡A ver esa mano! –y me la presenta para un apretón.
-Lo mismo
digo. Siento lo del dragón, fue lo primero que se me ocurrió, pero creo que
resultó.
-¡Joder que si
funcionó! No me lo esperaba y reaccioné como un niño. Me quedé avergonzado de
mi primera reacción, temblando de miedo, un miedo irracional, como un mocoso,
pero lo entiendo. Tu situación debió de ser realmente incómoda. Entonces me
cabreé pero sobre todo conmigo mismo. No hay nada que perdonar, gajes del
oficio.
Después del apretón de manos le doy un abrazo; ha
terminado siendo un tío legal aunque de primeras no me lo hubiera parecido, y
ha pagado lo de los billetes. No siempre se acierta a la primera.
Igor se marcha en el momento en que entra Tanya en la
cocina, se despiden con un “hasta la tarde, nos vemos en casa de tu madre”.
Desayunamos juntos y comentamos sobre lo último que he
tratado con Igor. Trabajamos un poco sobre la conectividad y pasamos el tiempo;
yo haciendo Sudocus, ella leyendo algo en la prensa local, y la prensa del
corazón, ruso, otra de las debilidades de la doctora.
A eso de las once llega el mensajero con la
documentación esperada, los billetes. Más tarde, a eso de las doce se marcha
Tanya en uno de los vehículos de apoyo, con Yuri y Andrey; Mijail se queda para
acompañarnos al aeropuerto. Me quedo solo otra vez; solo en lo concerniente a
Tanya, en el otro extremo del mundo, sin saber cuándo podré estar tranquila y
definitivamente en casa. Esto último me preocupa, no quisiera que mi vida fuera
tan estrepitosa en adelante. Pero no está en mis manos, no todo. Dejemos al
tiempo lo que es suyo y aprovechemos el momento, dicen.
Salimos a la una. Una parada rápida en una pizzería de
camino al aeropuerto y para las dos estamos en la cola del mostrador de
embarque de Aeroflot. Llegamos tarde, adrede.
Dima le entrega los dos pasaportes, para que nos ponga
juntos, Natasha viene detrás nuestro, como si viniera por su cuenta. Sueño
despierto que en lugar de ella quien viene es Tanya pero abandono enseguida el
pensamiento, no sirve de nada desear lo imposible, es lo que hay.
Me preocupo porque la chica que está revisando los
billetes y pasaportes tarda un tiempo interminable en darnos la tarjeta de
embarque y facturar las maletas. Han sido tres minutos pero me han parecido
tres horas. ¡Qué despacio transcurre el tiempo cuando tienes prisa!
El primer trámite ha sido sencillo; tampoco había
motivo para complicarse pero a éstas alturas cualquier detalle me
intranquiliza. Nos acercamos a prisa hacia el control de policía y la revisión
de objetos y metales, el escáner y los portales con detectores. No me queda más
remedio que hacer algunos ejercicios mentales para tranquilizarme, me estoy
poniendo a cien. Vamos a pensar en positivo Héctor. No pasa nada.
Para desviar mis malos pensamientos me concentro en el
policía que me toca en frente. Después de bastantes viajes por el mundo he
sacado una conclusión; prefiero que quien me vaya a revisar, la documentación o el cacheo, sea un hombre.
Es más fácil con ellos. Ellas son más estrictas y efectivas en estas
cuestiones; por lo visto los hombres nos despistamos más fácilmente y en muchas
ocasiones no nos fijamos tanto en los detalles. No es una verdad científica, es
mi versión.
En ésta ocasión, el policía se está fijando demasiado
en mi pasaporte. Seguro que algo va mal. Cuando eleva la vista hacia mí por
tercera vez y pienso que va a dar la voz de alarma, me saluda y devuelve el
pasaporte, muy educadamente. ¡Bravo!, digo internamente, y me quito diez quilos
de preocupación de encima.
El paso siguiente es medio desnudarme para pasar bajo
el arco que pita. Me pita siempre, creo que lo hacen queriendo para poner
nerviosa a la gente. He dejado la chatarrería en la bandeja, que pasas por el
agujero del escáner, hasta los zapatos. Paso el arco y no pita, ¡Seguro que
está jodido! Por fin estoy al otro lado volviendo a ponerme el cinturón, los
zapatos y meter la chatarra en los bolsillos. Estamos dentro.
Tenemos veinte minutos para que salga el avión así que
vamos a toda pastilla a la puerta de embarque, que está bastante cerca. Me
tomaría un café pero lo dejo, vale de más nervios; en la máquina no hay
infusiones relajantes.
El embarque ha comenzado a su hora y nosotros llegamos
cuando la mitad de los pasajeros ha entrado al avión y están con la ceremonia
de ocupar el pasillo para lo que sea, nunca he entendido el tiempo que se
necesita para meter un bulto en el cajón superior y pasar a sentarse; y cuando
termina el que tenías delante y avanzas un puesto es cuando comienza el que
ahora tienes delante, ¿No lo podían haber hecho los dos a la vez?
Me adelanto; tras de mí, algo más separado viene Dima
y luego, haciéndose la remolona, viene Natasha, intentando entrar de los
últimos. Queremos revisar a los pasajeros cada uno por separado. También
procuramos que no nos vean juntos. Por si acaso.
Durante nueve horas no pasa nada fuera de lo normal.
Dos comidas, una al salir y otra antes de llegar. Tres películas, el avión es antiguo
y cada pasajero no puede seleccionar lo que le parezca,
unas cuantas cabezaditas que sumando el tiempo total
hacen que haya dormido casi cinco horas, los riñones hechos polvo, siete viajes
al servicio, más por aburrimiento que por necesidad.
Dos horas después, 16:30 hora local, estamos
aterrizando en el aeropuerto de Sheremetyevo. Demasiado fácil y demasiado
normal, sin apuros ni problemas conectivos. ¿Estaré echando en falta la
intriga? Lo tuyo es de psiquiatra Héctor.
Vamos de paseo hasta las cintas
transportadoras donde enseguida llegan las maletas. Salimos a la terminal con
los equipajes en la mano, sin que nos haya mirado nadie ni a nosotros ni si las
maletas eran las nuestras, vaya fundamente; los tres caminamos cerca pero no
vamos juntos. Salimos sin problemas de la terminal D3 y vamos andando y
utilizando las cintas transportadoras, hasta la terminal F2, desde la que sale
el tren cada media hora y a un precio tirando a caro hasta la conexión con la
línea dos, verde en el mapa del metro, en la estación Belorusskaya.
Hemos vigilado durante el recorrido y cada uno de los
tres está seguro de que no nos está siguiendo nadie así que sin más trámite
montamos en el primer metro que pasa, dirección Teatralnaya, la tercera parada, donde bajamos, y salimos
a la calle, camino de la plaza roja;
queremos perdernos entre todos los turistas, hemos visto que hace buen tiempo y
esperemos que hoy los turistas no estén de huelga.
Dos hombres de negocios con su secretaria, creo que el
disfraz no es el adecuado. Espero la llamada de Tatiana, le he llamado desde el
aeropuerto, cuando esperábamos el equipaje, con el móvil de Dima, no debiera
tardar en contestar. Mientras tanto nos dirigimos al lugar de la cita, una
cafetería o pizzería, italiana, a un costado de la plaza roja, después de haber
atravesado el Kremlin, cercana a la estatua de Lenin.
Estamos en Europa y el local tiene aspecto y nombre
italianos así que me arriesgo a pedir un capuchino. Mientras lo preparan suena
el móvil; veo que es el número de Tatiana. Es ella, pero le ha surgido un
pequeño inconveniente, que ya ha resuelto; va a necesitar unos quince minutos
para llegar, quince de Tatiana puede ser media o una hora. Después de lo que
hemos esperado hasta ahora quince minutos, o cien, no van a ninguna parte.
Pues no, han sido quince. No hay como esperar algo
para que suceda lo contrario, y esta vez ha sido para bien. No suele suceder
siempre.
Tatiana llega radiante y hace una entrada triunfal,
creo que ha hecho girar las cabezas de todos los que se encuentran en el
recinto, y eso que no queríamos llamar la atención, ¡Hay que joderse!
Llega desbordante de vitalidad y guapa a más no poder;
si la ropa es de trabajo será que ha cambiado a trabajar de modelo. Dima se
vuelve hacia mí y me dirige una de esas miradas que hablan “Joder Héctor, vaya
amigas que tienes”. La vuelve a mirar, se da cuenta de que se le ha puesto cara
de tonto, se avergüenza de ello, lo corrige y como medida evita mirarla
directamente.
Hago las presentaciones de rigor y les explico que no
es modelo, al menos no hace un año, es profesora de informática en la
universidad, algunas horas, y trabaja de programadora el resto del tiempo, es
una freelance. Ella confirma que sí que sigue del mismo modo pero que ha ido a
comprarse ropa y le ha gustado tanto que se la ha traído puesta, quizá es un
poco llamativa. ¡Qué va, solo un poco!
Les explico que la conozco pero justo, no he tenido
ninguna relación “especial” con ella, coincidimos varios días en las
excursiones del verano pasado en Petropavlov y congeniamos. Los dos somos
espíritus un tanto libres y nos las arreglamos para pasarlo bien frente a
algunos compañeros de viaje que resultaron un tanto aburridos. Quizá me he
pasado un poco al pedirle el favor. Lo serio o grave no es pedir el favor sino
involucrarla en la escapada en la que nos encontramos. Espero que no tenga
repercusión.
Ella nos explica que vive con una amiga, amiga que
estos días ha ido a visitar a sus padres por lo que se ha quedado sola en el
apartamento. Éste se encuentra en un edificio donde tienen un piso unos amigos
de sus padres, los de Tatiana, lo suelen alquilar y da la casualidad de que en
este momento están en cambio de inquilino; los nuevos no llegan hasta dentro de
un mes.
Si prometemos no hacer ningún destrozo irreparable
está a nuestra disposición. Está completo y además gratis, la limpieza y
arreglos entre alquileres no está realizada aún así que lo harán en cuanto nos
vayamos; tenemos veinte días o algo más para usarlo.
Si alguien pregunta, les explicará que lo ha alquilado
para un par de semanas, seguro que cuela.
Dima no ha soltado una palabra pero ha conseguido
pasar la mirada por Tatiana sin que se le caiga la baba por el costado
izquierdo, los demás charlamos, él nada, deberá hacer algo para salir del
encantamiento, en este estado no me sirve de guardaespaldas.
Volvemos al metro y esta vez andamos bastante más
recorrido, en la línea “1”, la roja, y bajamos en la estación perteneciente al
distrito de Prospekt Vernadskogo, cercano a la zona universitaria donde trabaja.
Gran parte de los edificios se utilizan para albergar
a gente que trabaja o estudia en la universidad, por lo que el ambiente es
bastante jovial; universitario. Parece una zona tranquila. El lugar nos viene
de perlas.
El apartamento está bien, sin nada que resaltar; más
que suficiente para lo que necesitamos. Tiene de todo, tal como ha dicho
Tatiana, pero nada de comer así que toca ir de compras. No es el fuerte de Dima
así que hago una lista ayudado por Natasha y bajamos al piso de Tatiana. Al rato
salimos de compras; nos acompaña Tatiana porque es domingo y no vamos a
encontrar muchos lugares abiertos.
Hemos comprado lo justo para esta noche y el desayuno
de mañana. Al no disponer aún de noticias por parte de Igor, decidimos dejar
para mañana la compra seria, en base a la planificación que debamos hacer para
los días siguientes.
Preparamos la cena en nuestro piso y cenamos con
Tatiana, aprovechando para contar a los demás nuestras aventuras del viaje del
verano pasado; menos mal que está ella porque así les da la versión en ruso,
seguro que la mía en inglés deja bastante que desear.
Hablamos casi todos, menos Dima. Se ha dedicado a
hacer de camarero, solícito a todas nuestras necesidades. Está despistando el
apuro que le da hablar directamente con Tatiana. -“Chico, no es para tanto”- le
digo en un momento que coincidimos los dos solos en la cocina. Pero se corta.
Le ha dado y punto, ya se acostumbrará.
Ya que tenemos que enfocar los siguientes pasos, Dima
le pone un mensaje de texto a Igor solicitando información, que nos llega a eso
de las ocho, una llamada de teléfono que atiende Dima. Tanya y los chicos
llegan mañana en el mismo vuelo que nosotros.
Con esta información hacemos el plan de la mañana.
Dima y yo iremos de compras, Tatiana tiene trabajo y Natasha saldrá a media
mañana hacia el aeropuerto a recibirles y traerlos a casa.
Para las diez estamos en la cama.
30 de abril, lunes, Moscú. Piso
cedido por Tatiana. Me lo recuerdo un par de veces para situarme; esto del
cambio de hora y lugar me tiene un tanto perdido.
Amanecemos casi todos a eso de las ocho de la mañana
por la cocina, es pronto pero nos fuimos pronto también a la cama. Dima
confirma la llegada de los demás por teléfono con Igor y yo aprovecho para
atender el correo y analizar las posibles vías de escape con el oráculo. Le
dedico un par de horas. Luego hago un análisis tranquilo de la situación, hasta
utilizo bolígrafo y papel.
Estamos en Moscú, donde parece que no nos han
localizado.
Tampoco he notado ningún ruido Conectante y pienso:
.- No hay conectantes. Seguro que habrá, pero no por
donde hemos pasado.
.- Sí que los hay pero son buenos y no los he oído.
Espero que no sea esto, sería una catástrofe.
.- No he coincidido con ellos. Será lo más probable.
Contamos con la ayuda de un buen profesional, Dima, y
él contacta frecuentemente con Igor, quien dispone de muchos recursos. Propios
o contratados.
Tengo la posibilidad de preguntar por el tema a
Kixkur. De momento lo pospongo.
La seguridad en mis medios de comunicación la debo
revisar. Se lo encomendaré a Tatiana.
Después, cuando Natasha se va al aeropuerto, nos vamos
de compras. Vamos a ser ocho así que pensamos algunos menús y hacemos una lista
completa. Hemos encontrado un carro para la compra en un cuartito que hace de
trastero, puede que no sea suficiente, el Equipo-A tiene pinta de comer a base
de bien.
Sin darnos cuenta nos hemos entretenido en las compras
así que nos apresuramos en la preparación de lo que va a ser
comida-merienda-cena, para todos. Hemos calculado que si llegan al aeropuerto
como nosotros, al venir aquí directamente pueden estar para las seis.
Y así sucede, a las seis en punto
llegan andando, en dos grupos, ellas primero y los tres mosqueteros a bastante distancia por detrás. Nos
retiramos desde el puesto de vigilancia, zona de árboles y bancos al lado del
portal donde nos habíamos emplazado, y entramos en casa antes de que lleguen,
que no nos vea nadie juntos. Subimos a casa y esperamos allá.
Llegan ellas sonrientes y ellos serios, normal, están
en horas de trabajo.
Se acomodan donde pueden porque en la sala de estar
hay asientos para cinco; el primero que llega se sienta donde le parece, los
demás donde pueden y los últimos se buscan lugares improvisados.
-Ayer nos
siguieron. Fue al poco de separarnos de vosotros, cuando comenzamos a dejarnos
ver, y además con bastante descaro. No fue por mucho tiempo porque cuando se
dieron cuenta de que no había señales de Héctor, lo dejaron. Para mí fue un
alivio pensar que no me seguían, al menos directamente. Hoy me ha venido a
buscar Andrey y hemos coincidido con los otros dos ya dentro del avión. Sin
problemas –reporta Tanya, en ruso, solo que yo la escucho por el otro canal.
Dima me mira pensando que alguien me lo deberá
traducir y lo deja cuando le hago el gesto de que no importa, “va, deja, no
importa”. No lo discute, y creo que tampoco se lo plantea, sigue al pie de la
letra las instrucciones de Igor “déjale a su rollo, ya te preguntará cuando
necesite saber algo”.
Mijail completa la información de Tanya. Información
que me la traspasa ella directamente.
-Sí que hubo
seguimiento, a la salida de casa y luego en el aeropuerto. No nos siguieron en
el camino, no venía Héctor. Dentro del aeropuerto detectamos vigilancia en
varios puntos: facturación, control de pasaportes y escáneres y ya dentro, en
la zona de puertas de embarque.
-Donde no
hemos detectado nada ha sido hoy en Moscú –apunta Andrey -lo que no quiere
decir que no haya habido. Pero seguro que no nos han seguido ya fuera, en el
exterior, no nos han visto pasar al tren, quizá esperaban que fuéramos en algún
vehículo particular.
-Por cierto,
la desviación hacia la estación de tren ha sido genial, no la he visto ni yo, y
eso que la conozco, seguro que aún nos buscan en algún “servicio” –añade Tanya.
La conclusión de Andrey es que de momento estamos
fuera de su alcance y seguiremos así si no nos dejamos ver.
-Esta vez has
sido tú la protagonista –le digo a Tanya.
-Sí, claro,
porque te buscaban a ti ¡Vaya protagonismo!
Esperamos noticias de Igor; por mi parte tengo un par
de propuestas, contrapuestas.
La primera quedarnos, que se cansen de buscar o que
nos olviden. Nos encerramos en casa.
La segunda marcharnos pitando, de algún modo que deje
pocos rastros, como el coche o incluso el tren. Lo mejor es desaparecer, irnos
lejos, donde no se lo esperen, pero ya.
Le presento mis planes a Andrey, quien está de acuerdo
que urge que tomar una decisión, esperará a que llame Igor, no debiera tardar.
Cuando Igor llama coincide con la visita de Tatiana,
acaba de venir de trabajar y ha subido a saludar a los nuevos; le pido que se
quede, no quiero que piense que tenemos secretos para ella, aunque lo de verdad
lo trataremos en circuito cerrado, y el motivo final no lo va a conocer, le
comentaremos que nos siguen “los malos”, pero sin dejar claro el motivo
verdadero.
Andrey pasa más de diez minutos al teléfono con Igor,
hubiera preferido que fuera Tanya porque yo con él y aunque sea en directo, al
ser por teléfono sin signos externos, no le entiendo nada.
Al final me pregunta la opinión sobre las dos
opciones, esperar o irnos. No tengo la menor duda, la segunda; lo de esperar
escondido en una ratonera, con perdón Tatiana, es insano, lo mejor es la
acción, irnos ya, A.T.O. Es lo que elegiría un auténtico escapista. Una semana
metidos en éste apartamento sería un auténtico sufrimiento, poco atrayente,
claustrofóbico.
Tanya le pide el teléfono a Andrey antes de que
termine de hablar, prefiere una versión directa, y también yo, porque así me
entero de casi todo, puede decirles solo lo que les puede interesar.
-Debemos
encontrar el modo de desaparecer dejando algún tipo de rastro en Petropavlov,
de modo que piensen que Héctor sigue allá. –oigo que oye Tanya.
-¡No te jode!
¿Y cómo se hace eso? ¿No lo puede hacer él? –Tanya se lo dice.
-Igor tiene
quien se lo haga y tú ya tendrás alguna idea -¡Hay que joderse!
-Dile que nos
vamos mañana, a San Petersburgo, en el tren de la noche, solos. ¡Ya le vale de
mandar!
Igor termina aceptando el plan, de momento podemos enfocarlo
de este modo, pero la decisión final será mañana, a esta hora, antes de salir
al tren.
Aclaramos con el equipo lo que no han llegado a oír de
la conversación de Tanya, lo dicho por Igor y todos estamos de acuerdo, menos
Dima. Vamos a trabajar como si nos fuéramos mañana.
Quedamos en ello se trata de seguir el plan, el
inminente. Tatiana baja a su casa a cambiarse y yo me voy a la cocina con Dima,
a preparar la cena, que se va a hacer tarde.
-Qué Dima,
¿No te gusta el plan? ¿Qué problema le ves?
-No me gusta que os vayáis tan pronto.
-¿Es por
nosotros o por ti? Te tendrás que dar prisa en tirarle los tejos a Tatiana
porque el tiempo se acaba.
-Había
hablado con ella de ir mañana al cine, coincide que en un cine de aquí cerca
hay una película que nos interesa a los dos.
-¿Eso se lo
has dicho tú?
-No, que va,
ha sido ella. Me lo ha planteado sin que yo le haya dicho nada. No me lo
esperaba.
-¿O sea que
se ha dado cuenta de que ella te gusta y ya está?
-Pues sí,
porque si está esperando a que se lo diga yo lo tenemos claro.
-Pues
aprovecha y baja a contarle lo de que nos vamos, y que tengo un trabajo para
ella. ¿Pero podrás hablar? ¿Te salen ya las palabras?
-Sí, ahora
que se que no se va a reír de mí sí. Ahora puedo. Menos mal.
-Oye Dima, lo
he pensado mejor. Primero bajo yo, le cuento lo que necesito de informática y
subo. Tranquilo yo no sé nada de lo tuyo. Mientras tanto vete adelantando la
cena, ya sabes, limpiar y trocear, lo del fuego para después, a mi cuenta.
Cuando llamo y me abre la puerta Tatiana me mira
extrañada, ha abierto muy decididamente y al verme se ha sorprendido.
-¿Estabas
esperando a algún otro?
-La verdad es
que sí, no te voy a mentir. En cuanto he oído la puerta he pensado que sería
Dima, por eso me ha extrañado encontrarme contigo. La verdad es que me
encuentro a gusto con él, no sé por qué pero la sensación es de tranquilidad y
seguridad; y no está mal, me gusta.
Pues lo que suponía Dima es cierto, las palabras y la
expresión de Tatiana lo confirman.
-¡Quién lo
iba a decir! ¡La inexpugnable Tatiana!
-Cállate
tonto ¿Qué te crees que soy? Soy una tía normal, en el fondo hasta soy tímida,
solo que protejo mi timidez o inseguridad con un disfraz de dura, seria,
inexpugnable como dices.
Le planteo lo que llevaba unos días cavilando y le
pido ayuda profesional.
Lo que necesito es alguna dirección de correo
electrónico a ser posible bien indetectable o al menos que me informe si me van
a detectar. Los actuales los puedo usar de cebo pero para nada más. En este
momento no tengo nada fiable, seguro que todos los tengo pinchados.
No hace falta explicarle mucho más; le es fácil de
entender, y por lo visto también fácil de hacer, solo que en la explicación me
pierdo. La mitad de las palabras son nuevas o no sé lo que son, y la otra mitad
las entiendo por separado, si las pongo todas juntas me sale un algo imposible.
Me habla de un servidor remoto, aquí, en Moscú, en un
lugar en el que nadie sabe que está, siempre conectado, accesible y con buen
nivel de seguridad. Se instala un software de control remoto en mi ordenador y
accedo al servidor en una conexión VPN, con usuario y contraseña.
Una vez dentro, es como si lo estuviera tecleando
delante de mí. Sí que notaré algo lenta la velocidad, pero poco más.
Me garantiza que no me podrán rastrear, nunca sabrán
cual es mi IP original, y por lo tanto dónde estoy. En el caso de que deje de
ser una conexión segura recibiré una notificación, correo, y no deberé hacer
intentos hasta que ella me lo diga.
Le digo que en media hora estará la cena y se queda
hasta entonces, tiene que poner en orden temas de trabajo. Yo subo y le doy el
relevo a Dima que baja silbando.
Mientras estaba en casa de Tatiana he sentido la
llegada de un mensaje en el móvil, lo tenía en “Reunión”; un SMS desde el
teléfono de Pyotr. Demasiado pronto para buenas noticias.
-Buenos días. Buenas noches, sea cual sea
cuando leas esto. El virus que detectaron los médicos en el cuerpo del cadáver
se ha extendido a todo el País. Hay brotes en bastantes lugares. El de aquí era
poco peligroso y ya ha remitido. Han contratado al Gran Maestro Cirujano para
que investigue, elabore y ponga en funcionamiento un plan anti virus. Lo han
enviado a un nuevo destino con un instrumental y equipos de primera. Espero que
te recuperes pronto de las celebraciones de la boda”.
Ya estamos con los jeroglíficos. El teléfono será el
de Pyotr pero el texto no es suyo, esto lo ha escrito Fiódor. Después de leerlo
varias veces la traducción que extraigo es sencilla:
La operación de Petropavlov fue un desastre. En el
resto del país han dado la alarma y la búsqueda está organizada. Han enviado a
alguna parte ¿Moscú? a Vasili con gente a sus órdenes para desarticular la
trama.
Cuando vuelve Dima seguimos con la cena, nos vamos
retrasando para mi gusto. Dima aprovecha para comenzar con su formación en
materia de “Restauración”, como ahora se llaman los que siempre hemos conocido
por “cocineros”. Nunca se había preocupado de la cocina, “total, si me gusta
casi todo”. Ahora seguro que quiere cocinar para Tatiana. ¡Qué romántico Dima!
Nos peleamos con una ensalada caliente y menestra de
cordero. Habíamos barajado otros menús pero necesitábamos que el material se
pudiera conseguir en cualquier tienda de barrio.
Para las ocho y media tenemos casi
todo dispuesto, necesito que la menestra, una vez montada, se asiente más de media hora, si comenzamos a cenar
será insuficiente pero seguro que habrá motivos para que sea más tarde cuando
demos cuenta del cordero.
Lo vamos a acompañar con vinos rusos. Un blanco de
Krasnodar, con uva de la variedad Rkatsiteli y un tinto de Rostov, de variedad
Severny. Dos clásicos rusos, para quien conozca los vinos rusos, y de eso
entiende Tatiana.
Para Tanya y para mí la cena ha salido con una
calificación de “aceptable”; son productos similares a los nuestros pero no son
los de siempre, son de otro lugar, seguro que algo cambia; también era otra
cocina. Ellos lo han calificado de “Exquisita”. Pues gracias.
Dejamos los planes definitivos para mañana por la
mañana, hoy hemos esbozado lo general. La velada posterior es corta y
tranquila, con promesas de vernos en un futuro y esas cosas que siempre se dicen y pocas veces
ocurren. Para las doce nos retiramos a la cama.
Tenemos más sitio del que pensábamos porque me ha
parecido oír que Dima salía de casa en lugar de irse a dormir. ¡Se ha ido a
casa de Tatiana! Parecía tonto cuando lo compramos.
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