sábado, 30 de noviembre de 2013

10 Una nueva relación




Ahora tengo todo lo necesario para contactar con Tanya.
Número de teléfono, de la casa y de su móvil, dirección del Skype, correo electrónico, modo de localizarla en Facebook; creo que todo.

Las primeras conversaciones fueron de tanteo, en realidad solo hablamos una vez en Babia, unos quince minutos, con un cigarrillo de por medio, lo demás fué mental.
Por lo visto tenemos un acuerdo no tratado, ninguno lo hemos querido plantear, no tocamos el tema principal de nuestra relación, la contactitis. Enfermedad o habilidad.
Por mi parte me da reparo hacerlo por medios como el teléfono y el ordenador; quizá son las películas de espías o las series de la televisión pero aunque a mí me parezca ciencia ficción, parece como si te pudieran controlar todo.
Por si acaso no he tocado el tema, y ella tampoco, así que hablamos de temas superficiales. Si es que nos controlan seguro que se han dado cuenta de que lo que pillan no les vale de nada, eso sí, no sé cómo evitar el que sepan cuando vayamos a quedar.

De momento voy planeando un fin de semana con ella, cuando pueda tener libre, y dar un paseo por el monte, o lo que ella proponga. Le he planteado un paseo por la nieve, con raquetas.
Me emplaza a un sábado hacia mediados de febrero, sin definir.
Para prevenir y no pasarme en el recorrido le pregunto por su estado de forma, las condiciones físicas para unas horas de monte. Me contesta que sale a correr una hora casi todas las mañanas. Bueno, eso ya está bien, solo que lo que pretendo no es una hora a tope sino cuatro a menor ritmo, y eso hay que entrenarlo; le propongo que haga prueba para conocer con qué se va a enfrentar.
A los días me contesta. Va a hacer una salida de monte con su jefe y cuadrilla, de prueba, una mañanera de más de cuatro horas y bastante desnivel acumulado, más de 600m (a eso le dicen bastante); bueno, es una prueba.
Para ella va a ser pan comido, un paseo por el monte con unos “cuarentones tripudos”; menos mal que no le oyen.

A los días me comenta que estuvo bien la prueba. La primera hora se aburrió, para ella era ir a cámara lenta. La segunda fue mejor. La tercera terminó cansándose y la cuarta le tocó sufrir. No se lo esperaba.
Me reconoció que, aunque está en forma, lo de pasar de cuatro horas hay que entrenarlo. Ya lo sabía yo, por eso lo de las cuatro horas, es el límite a salvar para pasar de paseos de montaña a marchas de montaña, el ecuador del montañero.

Me he fijado que en los últimos correos aparece escrita una frase de un modo tal que me ha llamado la atención, pone una coma de separación en un lugar donde no hace falta y me lleva a pensar que algo así sería lo que haría yo para llamar la atención si quisiera decir algo a escondidas, para quien lo pueda entender.
Escribe relativamente bien en castellano para el tiempo que lleva aquí. La parte que se me hace rara de lo que dice es: ”…el domingo por la tarde, tengo que estudiar para preparar un examen...”
Es la tercera vez que me lo dice y en todas separa la primera parte con la coma; para mí que me está citando para el domingo por la tarde, y esto añadido al último correo donde no aparece la frase pero me indica la hora, hace que deba ser verdad.
Dentro de lo del día del monte, que ya me contó, aparece lo de la hora de la verdad” de los montañeros. Esto en medio de una frase de sus carreras mañaneras tiene el parecido de un huevo con una una castaña, redondeados y entran en la mano, pero nada más.
El mensaje en plan jeroglífico parece ser “El domingo a las cuatro”, me voy a arriesgar a elegir la tarde, lo de la mañana me parece demasiado raro.
Tampoco voy a perder mucho, una tarde de domingo. O sea, pasado mañana.

He localizado su dirección en Google y tengo el plano de su calle y alrededores; he programado el navegador así que el domingo al medio día salgo para Santander.
Salgo intrigado por dos motivos, si habré acertado en la interpretación y por estar con ella, en real, en vivo y en directo. ¡Suerte Héctor!.

Para las cuatro menos cuarto aparco el coche a un par de manzanas de su casa, ante la que he pasado varias de veces. No he notado nada intrigante. Ahora el que vigila soy yo.

Veo un Café-Bar pequeño y coqueto en la manzana que queda en diagonal con la entrada de su casa, el lugar ideal de vigilancia, si hay alguno de los otros estará a mi lado pero no creo que sea posible, solo está el camarero, los parroquianos no tardarán en llegar.
Mientras espero me tomo un cortado, si tenía nervios ahora tendré más.

Son las cuatro en punto y envío un SMS con el texto “H-ya”. Y espero, como una estatua, rígido, conteniendo la respiración hasta que me doy cuenta y respiro. Tengo la mirada clavada en la puerta de su casa, pero no tengo que esperar ni un minuto, la puerta se abre y ella aparece. Me despido del camarero y salgo a la acera, me dejo ver y ella me ve. Sonríe.
Comienzo a andar, tranquilamente, en dirección opuesta, por mi acera. Ella toma la misma orientación pero por su acera y con algo de prisa, como quien llega tarde. En tres minutos hemos dado la vuelta cada uno a su manzana, en plan despiste, menos mal que los despistados no hemos sido nosotros, y estamos uno frente al otro, con una calle de por medio.
Sin dudarlo cruzo hacia su lado. ¡Qué nervios!

Nos saludamos efusiva, delicada y educadamente, nos miramos a los ojos y sonreímos, debemos tener cada uno de los dos una cara de tonto de las de verdad.
Le comento en plan telegrama lo que me relató su hermana, así que ahora me toca el turno a mí.
He querido resumir pero no debo haberlo conseguido, le he metido una chapa de media hora, por no haberlo traído preparado; aunque si lo hubiese traído quizá hubiera sido peor. ¿Quién sabe?

Esto lo hemos hecho hablando, como los mortales, en adelante cambiamos a comunicarnos por conexión y damos paso a hablar del presente y del futuro.
Hemos comenzado una relación, de modo irregular, y vamos a establecer unos acuerdos.
Hacemos una declaración de intenciones de no agresión, de ayuda, confianza, no debemos dar nada por sentado sin la versión del otro. Un Pacto de Amistad. Un buen comienzo. Muy racional.

Paseamos de la mano sin darnos cuenta de nada, ni del frío, porque a esta hora la sombra impera entre calles y casas. Establecemos un tipo de claves y señales para poder camuflarlas en los correos. Nada matemático, cuestiones de imaginación por medio de situaciones que solo conocemos nosotros, como lo de la hora de los montañeros, solo que eso ya lo teníamos por escrito en otro correo anterior; no se darían cuenta, si es que intervienen el correo, algo de lo que Tanya está segura. Mis sospechas eran fundadas.
Al final acordamos la logística del fin de semana en el Piri. El viernes que viene a las cuatro de la tarde cerca de donde nos encontramos ahora, a cinco manzanas, el lugar idóneo para salir pitando. El sábado debe estar en casa antes de las ocho, de la tarde.
Un beso que me sabe a gloria y de vuelta para casa, con una cara de tonto que la noto hasta yo y una sonrisa de oreja a oreja.

Ya por el camino me viene a la cabeza ,y repaso, la información que sobre las conexiones me ha facilitado Tanya. En especial las cuestiones que debemos, que debo, tener en cuenta.

Esto que nos pasa, el tener eso que algunos le llaman “don”, tiene alguna ventaja, pero sobretodo tiene muchos inconvenientes. Los conectantes somos gente muy, pero que muy buscada.
Esos poderes, especiales, se utilizan para cualquier cosa, el bien, el regular o el mal.
Esas personas, nosotros, son agentes de campo que trabajan de incógnito, y lo más buscado son las parejas de conectantes, aquellas que se compenetran, que se entienden a la perfección ya sin tener que usar los poderes; son la pareja de espías perfecta.
Unos los buscan para que trabajen para sus fines, otros, cuando no lo consiguen, para terminar con ellos. Una vez fichados los utilizan para el espionaje, sea policial, político o industrial. Interesantísimos para los grupos mafiosos, para las organizaciones masónicas, y un larguísimo etcétera.

El riesgo que corremos es elevado, les interesamos a todo tipo de entidades, todos necesitan contar con este tipo de personas, que se puedan comunicar a distancia sin instrumentos, el espía o infiltrado perfecto. No hay técnica, electrónica, de por medio.
Debido a ello, todos terminamos cayendo en alguna de las organizaciones, porque la otra alternativa es que te eliminen, es cuestión de tiempo. Irás con ellos queriendo o a la fuerza.
“Lo importante, y en este momento especialmente para ti, es ir desarrollando un escudo protector, para que no te descubran sin estar preparado”, eso que me ha dicho Tanya me ha preocupado.

Dentro de las habilidades conectivas hay clases, niveles, grados, de los que algunos conozco.
      Emisores, receptores, emisor-receptores como nosotros.
      Quienes detectan a distancias insospechadas.
      Diferentes grados en invisibilidad. Quienes pueden pasar como normales.


Todo esto se puede desarrollar, llegando cada uno a sus límites.

La cuestión de quiénes lo poseen y el porqué es algo que está por resolver; hay teorías pero ninguna definitiva. Es la respuesta del millón, conocer el porqué y el como para poder trabajar sobre ello. De momento sigue siendo un misterio. Si alguien lo supiera estaría creando ya un ejército de conectantes, y no es este el caso.
Algunas conclusiones seguras son:
.- Hay pocas personas como nosotros en el mundo.
.- Entre ellas hay muy pocas que sean realmente buenas en ello.
.- Tan solo se especula sobre una docena de “parejas perfectas”.
.- A veces aparece en edades tempranas y, normalmente a los pocos años desaparece.
.- Otras, menos frecuente, aparece a edades adultas y luego también desaparece.
.- Muy raras veces, como en mi caso, aparece en la madurez y luego perdura.

El que te localicen es difícil, normalmente es una coincidencia, el lugar inadecuado en el momento inoportuno, las posibilidades son remotas, pero es muy peligroso.
Es peligroso porque somos muy apetecibles para cumplir misiones en cualquier organización.
Te intentan fichar como adepto. Si te haces de ellos, convencido, te compran, pero vigilan porque no se fían de ti, no sea que los vayas a traicionar. Si no lo consiguen de éste modo, te esclavizan, o como quieras llamarle, te chantajean o mantienen bajo amenazas, como las mafias, utilizando para ello lo que suele surtir más efecto, amenazar a tu familia.

Pero donde verdaderamente es importante tener suerte es cuando te detecten, cuando te detecten por primera vez.
Depende de cuál sea la sea la organización dependerá el cómo va a ser en adelante tu futuro
Si vas a trabajar para un bando u otro porque, eso sí, no vas a poder desaparecer, vas a formar parte de la “lista” de ese grupo. Son listas secretas pero hoy día, y precisamente con gente como nosotros, ¿cómo de seguros pueden ser los secretos?
Normalmente no se suelen solapar las facciones de conectantes, no ocupan las mismas áreas, zonas, territorios. Pueden cruzarse y saludarse o ignorarse pero no tratan de mezclarse; mejor esquivar y huir, salir de inmediato de su alcance, no sea que sea de una facción opuesta. Puede ser afín, contraria o, pocas veces, sin trascendencia pero no lo vas a conocer hasta que sea tarde.
Cada grupo cuida de los suyos y se protege de los ajenos; los protege o los “limpia”, es el mundo de los espías.
   -Y tú en especial debes tener cuidado, porque tienes pinta de ser uno de los “muy” buenos. –Me ha dicho Tanya. Un piropo con problemática posterior.

Recuerdo casi de memoria sus comentarios.
   -Si es verdad, cosa de la que estoy segura, que tus habilidades o poderes te aparecieron hace muy poco, y de repente, y que, aparte del sueño, los utilizaste por primera vez en Babia, lo que hiciste denota un elevado nivel de control sobre ellos, suele ser algo que comienza en bruto y hay que depurarlo. Tienes un nivel impresionante para una ser persona no instruida.
No conocemos a nadie con ese nivel que no haya necesitado de meses de formación, teórica y práctica. Tú te diste cuenta de todo, de las características y posibilidades, y conseguiste un nivel de control y camuflaje excelentes. Mediante un método sencillo y elemental, básico pero, sobre todo, eficaz. Bastante más seguro que el que aprendemos por medio de las nuevas técnicas, que nos enseñan. Se trata de técnicas más completas y, a su vez, complejas, con más posibilidades pero bastante difíciles de aprender por lo que en un momento de debilidad o inesperado te pueden fallar; son válidos para momentos normales. Si lo trabajas adecuadamente pueden servirte siempre pero es un nivel para el que hay que trabajar mucho. Creo que me gustan más tus métodos.

   -Todo este sistema de conexión y aprendizaje de su control y posibilidades tiene una trayectoria de siglos, y una historia no escrita ni divulgada, secreta. Se ha conservado por trasmisión generacional, de maestros a discípulos. Has utilizado cuestiones básicas, de un modo sencillo, intuitivo, y en poco tiempo has desarrollado habilidades que otros necesitan, necesitamos, muchísimo más, habrá quienes algunos meses, otros incluso años. Tu potencial nos ha impresionado, a mí y a mis mentores, porque algo he tenido que informar.

   -Volviendo a lo de antes, ¡importantísimo! Debes estar preparado para cuando te descubran, o cuando crean que te descubren. Si vas por ahí, por el mundo, y alguien cree que te descubre por primera vez, o cree que te puede capturar, en muchas ocasiones querrá hacerlo, en demasiadas. O querrá conocer a qué grupo perteneces, la mayoría de las veces para dar parte y actualizar las listas de su grupo.
   -Siempre es importante saber a qué organización pertenece ese que acabas de ver, por seguridad, quizá para hacer algo, o también dejarte en paz. Seguro que lo consultará si es que sigue el protocolo, activará una alarma de su grupo y actuará conforme se lo indiquen, ordenen. Estas cuestiones dependen de si eres de una policía, una ONG, una logia. Se hará el tonto, te ayudará, te seguirá o incluso te matará según sea el caso; o al menos lo intentará.

   -Nos preparan para esto y nos ayudan a tener varios disfraces, identidades, preparados para estas posibles situaciones. Si no puedes pasar por invisible deberás presentar un disfraz, como mínimo hasta que conozcas el origen de tu descubridor, solo que él estará haciendo lo mismo. Típico caso de recontraespionaje.

   -Cuando vas por la vida, porque puede ser en cualquier situación, es como si tuvieras que pasar por un control policial no avisado, no programado, y es que cada uno de nosotros somos un control para los demás conectantes.
Nuestras zonas las tenemos controladas, pero cualquiera no conocido puede estar de paso, sin saberlo, y la situación será similar.

   -Otra de las cuestiones que deberás memorizar es la base de datos de conectantes, de modo que puedas identificar a los de tu grupo o a los demás que tu grupo conozca. Hay organizaciones entre las que nos pasamos información, supongo que no completa, todos nos guardamos algunos secretos. Esta información incluye el nivel de habilidades y control de cada uno, dentro de lo que de esto se pueda conocer. De este modo sabes si puedes estar tranquilo o debes salir en estampida.

   -Tú estás en fase de pesca, por nosotros, y yo soy el cebo. Te lo digo porque es algo que luego sabrás, y quiero que entre nosotros quede claro.

   -Formo parte de una organización, creo que de las del buen camino, y te quiero en ella. No quiero decirlo como amenaza pero es que si no te consiguen pasarás a ser un riesgo.

   -Otra cosa, el asentir queriendo pasar por domesticado sin serlo tiene la dificultad de tener que estar “siempre” actuando. Piénsatelo porque es cuestión de tiempo, tarde o temprano dejarás algún resquicio abierto y te delatarás.

   -Lo mejor es tomar cuanto antes una decisión y creértela. Cuando te arrepientas pienso que deberás hacer lo mismo, decidir sin dudar y cambiar; pasarte a otro bando, es algo problemático, o desaparecer, esto último bastante difícil, aunque me gustaría que no fuera imposible. También es verdad que en las “pelis” los espías nunca se retiran, se quedan como durmientes y los llaman al final del film, o en capítulos de relleno en las teleseries.

El lunes por la mañana, no se me ha quitado aún la cara de tonto. Vuelvo a recordarlo todo cada vez que me veo en un espejo. Lo mejor es lo que siento internamente, lo siento en todo el cuerpo, de los pelos de la cabeza a las uñas de los dedos de los pies. Soy más alto, más delgado y guapo, me he quitado diez años de encima. ¡Lo que hace el amor!

Es una semana normal, durante la que estoy intentando adelantar trabajos para poder ir una semana a Alpes, alguna semana, sin concretar aún, de mediados de marzo sin problemas de curro. Tengo la suerte de haber recuperado el tiempo que necesitaba antes, el dedicado a la búsqueda de Irina.

Estoy más centrado, conozco más lo que me ha sucedido pero a la vez estoy más preocupado.
Lo que me ha dicho Tanya sobre la repercusión de las organizaciones para con los conectantes ha hecho que me replantee y me tome en serio la dedicación a la autoprotección. Debo continuar ejercitándome en el control de estas nuevas habilidades, y especialmente en hacerme el sueco.
Reconozco los inconvenientes, estoy suficientemente concienciado y por eso le he comenzado a dedicar un poco de tiempo a la preparación, ahora que sé que funciona, y lo hago casi a diario, aprovechando tiempos muertos; además, son ejercicios que puedo compaginar con la vida normal.

Para informarme sobre estas cuestiones recurrí al oráculo, al maese Google, al que preguntando por “Control Mental” de ofreció un abanico de información enorme; una lista de 393.000 resultados en un tiempo de 0,17 segundos.

La semana está pasando despacio, parece que el viernes no va a llegar nunca. Los días pasan de uno en uno, qué lata, podían ir de dos en dos, pero por fin llega el día “D”, bueno el V” por lo de Viernes. De víspera he dejado todo listo, pensando “mañana me voy”, y he repasado el material más de tres veces, lo mío y lo que llevo para Tanya.

Salgo al medio día, con unas dos horas y media de sobra. Quiero parar a comer algo por el camino pero no lo estoy haciendo así que me obligo a parar. “Es que vas a llegar dos horas antes tío”, me digo. Pero no me convenzo del todo. Llego a Santander media hora antes de lo previsto así que me dedico a dar una vuelta por los alrededores, mitad turismo y mitad revisión, por si hay alguna vigilancia inesperada, al final voy a terminar conviviendo con la paranoia.

A menos cinco aparece Tanya en el lugar concertado con una bolsa de submarinista, lleva lo necesario para una semana, o más. Me pongo a reír y ella sonríe mientras se justifica.
   -Mira, lo he repasado varias veces y no puedo quitar nada, todo me parece necesario.

Tenemos casi cuatrocientos kilómetros por delante así que salimos pitando, quiero llegar para las ocho y media al refugio, hora de la cena. He llamado para interesarme por el estado de la carretera y me han dicho que no hay problemas, el asfalto está seco así que aunque hiele no importará. La predicción del tiempo es de despejado y soleado para tres días; eso sí, frío.

Por el camino aprovechamos para hablar, aunque poco vayamos a vocalizar.
Por mi parte paso de vez en cuando a la palabra, para comparar el grado de comprensión de este sistema del que aún no tengo pillado el tranquillo.
Le pregunto sobre ella y sus habilidades y esta vez recibo una explicación con fundamento; la verdad es que no podemos hacer muchas más cosas, conducir y hablar.

Su padre tenía un buen nivel de conectividad, muy bueno, en especial en lo referente a la distancia, y un buenísimo control sobre él, tras muchos años de dedicación y ejercicio.
Por lo visto Tanya debió nacer ya con él, según le dijo su padre, ella no lo recuerda, se comunicaban cuando era aún un bebé. Vasili sabía el motivo de los lloros, si hambre, cambio de pañal, dolor de oídos. No tuvieron que padecer las incertidumbres de los padres primerizos. No había duda de si tenía frío, calor, sed, o simplemente estaba aburrida y con ganas de hacerse notar. No conocen a nadie más en la familia que tuviera el don. El padre de Vasili no le comentó nada al respecto; él no conectaba pero nada le dijo de sus hermanos, padre o familia anterior. Probablemente supiera algo pero no lo quiso decir.

Desde bien cría fue su padre quien la formó, a modo de juego, en el que solo podían jugar los dos; a veces armaban intrigas para hacer rabiar a su madre. El puesto de su padre en la organización logró que la dejaran en paz. La tenían controlada pero las indicaciones de su padre les hacían pensar que su nivel de conectividad era justo, quizá trabajando mucho pero insuficiente. Y la preparó para pasar casi desapercibida, con un disfraz de conectiva de bajo nivel. Una vez dispuesta para el engaño, aprovechó para que la inspeccionaran, con él presente, y sacaron la misma conclusión, mucho trabajo a dedicar para poca expectativa de resultados. La dejaron estar, iban a sacar poco rendimiento y molestaría a Vasili, a quien había que mimar.

Aunque Vasili estuviera enrolado en el ejército era una persona muy humana y bastante religiosa. Agradable, con la sonrisa dispuesta y ganas de colaborar, fuera en casa, en el trabajo o con los amigos. Le gustaba la actividad, sentirse vivo.
Militaba en el ejército pero estaba seleccionado en un grupo de operaciones especiales, eso decía y sería verdad, de no ser así seguro que hubiera encontrado el camino de dejarlo.
Participaba en misiones de situaciones de riesgo y personas implicadas, con prisas y sin medios. Terremotos, accidentes, secuestros. ¡Cuántas no serán las minas donde intervino buscando supervivientes!

Tanya no está convencida de la muerte de su padre. La información relativa a la desaparición fue algo chapucera; le achacaron el secreto militar pero no colaba, había alguna otra cosa detrás.
Esta investigación es un punto pendiente a resolver.

El venir a España debió de pillar por sorpresa al grupo de Vladivostok. No la tenían en estrecha vigilancia e incurrieron en un error grave; ella pensaba que lo sabrían y lo permitían, no les dijo nada, para qué, si lo solían conocer todo. Para cuando se enteraron Tanya llevaba un par de meses en Donostia.
Conectaron con el grupo principal Hispano y, debido a la relativa afinidad de objetivos, decidieron permitir el, vamos a llamarlo, “traslado”.

Entre pitos y flautas, una parada para gasolina, pis y café y un poco más de charla, esta vez con cuestiones algo más íntimas, va llegando la noche y nosotros llegamos al refugio de Lizara justo a la hora estimada. Nos acomodamos en la habitación y para la nueve estamos abajo cenando.
Nos ha tocado un módulo de seis plazas, tres literas corridas sobre otras tres y coincidimos con un matrimonio con dos adolescentes. Esta noche va a ser la mar de formal.

Para mañana tengo pensado el recorrido. Ya que voy con una principiante voy a ir a lo seguro, nada de improvisar, todo conocido y controlado así que vuelvo al Mesola. ¿Escaso de imaginación Héctor?

El refugio está casi completo, y eso que es viernes, unas buenas predicciones a tiempo ayudan a hacer planes.
La cena más que correcta, qué nivel para un refugio de montaña a 1.500m.
Para las diez subimos a preparar lo de mañana; seis personas deambulando en un espacio reducido estrecha los lazos, espero no meter en mi mochila las cosas de otro. Repaso al material y prontito a la litera; estamos en las literas inferiores y nos toca dormir junto al padre, tenemos un guarda jurado vigilando el sueño.
Nos quedamos dormidos abrazados, sin cuchichear, no hace falta.

He puesto el despertador del reloj de muñeca, para nada, siempre me pasa lo mismo, tengo el brazo debajo de la almohada y no lo oigo así que a las siete, tarde para mi gusto, despierto a Tanya, que duerme como un tronco, con un pequeño zarandeo, suave al comienzo pero que no me queda otro remedio que ir in crescendo. Bajamos a desayunar, los primeros, los primeros en desayunar, hay quien no ha esperado al desayuno y ha salido antes de las siete.
Hacemos la comida potente del día, energía, de modo relajado, que haga bien la digestión y las magdalenas vayan depositándose en los huecos y recovecos del estómago, despacio, para que no incordien cuesta arriba.
A las ocho estamos a vueltas de nuevo con la mochila, el agua, el último viaje al servicio cruzando los dedos para que no me lleve peso de sobra encima, cuesta arriba, esos pocos gramos que pueden sobrar, el lastre, y a las ocho y media estamos fuera, forrados de ropa porque hace frío. No hay ni grados; como que el termómetro indica que faltan ocho. Por suerte no se aprecia viento. Hago que Tanya se quite, a regañadientes, algo del montón de capas que lleva puesto.
   -En cuanto andes dos minutos te vas a ahogar, hazme caso.

Al lado del refugio pisamos la nieve y decidimos comenzar así, directamente con las botas, está bastante compacta; ya pasaremos a otra cosa cuando haga falta.
Al cabo de una hora de subida hacemos la primera parada técnica. Un par de tragos de la cantimplora, el Camel-bag lo he dejado no sea que se congele el agua en el tubo. Estiramos brazos y pies y nos ponemos las raquetas, la nieve ya es mayor y no te hace gracia hundir uno de tus pies hasta la ingle.

Tanya va bien, tampoco es que lo de raquetas tenga mucha técnica, solo que es nuevo y parece que vas como un pato. En dos horas llegamos a Collado del Bozo y en otra media hora a la cima Petrito. A mí me hubiera gustado cruzar el collado y girar hacia el norte, hacia el Olivón, pero vamos a dejarlo por esta vez. El día está espectacular, para el lugar donde estamos hay relativamente poco viento, ¡que librada!, el sol que a esta hora se deja notar y gente que nos pisa los talones. Y hacemos hacemos cumbre.

Al resguardo del viento bebemos y comemos algo, poco, acabamos de desayunar y aún quedará algún trozo de magdalena por ahí, sin asentar. Aprovecho para darle la chapa sobre la nieve, cuestiones técnicas de la montaña en invierno, el material, los riesgos y su prevención, esperando, deseando, que el tema le guste. De momento parece que el frío no le afecta, bueno, sabiendo de dónde viene tiene motivos para conocerlo.
Dando un rodeo para aprovechar el día volvemos al refugio a eso de la una, pronto. La verdad es que hemos bajado a toda pastilla, lo del salir a correr a Tanya se le nota.
Recogemos los bártulos, tomamos un pincho con una clara y salimos de regreso, esta vez tenemos tiempo de sobra para la vuelta. Además, quiero llegar descansado porque luego me toca volver a casa, solo.

Paramos en varios lugares por el camino, en plan relax. Algo de comer en uno, un café en otro, gasolina de nuevo, más de café, unos paseítos para estirar las piernas, unos roces y achuchones, que el cuerpo pide caña, y antes de la ocho, la hora fatal de despedida, estamos en Santander.
   -¿Cuánto de lo de la bolsa has utilizado?- Me mira y sonríe.
   -Ya iré aprendiendo, don “perfecto”.
   -No, no es perfecto, es las por veces que me ha pasado.

Y camino de casa me entra un poco de pena, un fin de semana, que no es fin porque mañana es domingo, muy corto y estresado.
La semana que viene va a ser muy normal, demasiado, normal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario