sábado, 30 de noviembre de 2013

14 Nos vamos a Vladivostok




Como en todos estos viajes a lugares lejanos con cambios de avión o tipo de transporte, es conveniente dejar tiempo de sobra entre los mismos y tomárselo con calma porque siempre surge algún imprevisto que puede impedirte la conexión, en especial cuando el tiempo calculado era justo. Suelen ser necesarias buenas dosis de paciencia, lectura y compañía para que las esperas inaguantables se transformen en esperas activas. Descansar pero sin relajarse demasiado.
Para mí, estos viajes se asemejan a esos días en los que te vas a la cama sabiendo de antemano que no vas a dormir; tienes que mentalizarte de que va a ser así y esperas a que transcurra el tiempo, aunque sea observando el entorno

Es lo que ha sucedido en esta ocasión. Viaje a Barcelona en autobús, mejores horarios y precio que en tren. Comienzo de las casi 52 horas en total que nos va a costar entrar en casa de Yelena.
El autobús nos deja en la estación de El Sants de donde seguimos en tren para llegar, casi de inmediato a El Prat de donde saldremos en tres horas. Facturación y embarque sin problemas, en delante no los debiera haber, la compañía es la misma por lo que se encargará de lo que pueda suceder. Tranquilidad.
Tampoco nos importa retrasar la llegada en medio o incluso un día, suponemos que no es tan urgente, aún no le han concretado la fecha de  la operación y parece que tendremos tiempo de sobra.

A las tres de la tarde la tarde del 15 de abril salimos de Donostia hacia Barcelona.
A las 03:00 de la mañana del 16 de abril de 2012 sale el avión del aeropuerto de Barcelona.

A las diez y media de la mañana del día 17 de Abril estamos saliendo de la consigna de equipajes acarreando los bultos hacia el hall de llegadas de Vladivostok. Nos está esperando Olga Orlova, hermana de pequeña de Yelena, tienen un aire familiar en cara y gestos. Vino hace un mes y se quedará hasta que Yelena se recupere al completo, tiene todo el tiempo del mundo. La primera impresión sobre ella ha sido positiva. No vamos a estar solos, mejor para todos.

Como en ocasiones anteriores, Tania me hace de intérprete mientras habla con su tía, creo que es un ejercicio que le gusta; me parece difícil porque requiere atención a lo que escuchas y repetirlo como eco, ya sé que las personas que se dedican a la traducción simultánea lo hacen sin problema pero yo, de momento, me siento incapaz de hacerlo.

Como voy reaccionando gestualmente ante la conversación, sin darme cuenta, Olga  piensa que las estoy entendiendo y se pasa a preguntarme directamente. Mientras reacciono me lo traduce Tanya pero lo que no puedo es responder y sonrío. Tanya le explica algo, que no me traduce, y que debe ser lo que he querido responder y se conforma con ello.
Yelena se ha quedado en casa porque está sujeta a la planificación del preoperatorio; pruebas y tratamiento. Es muy probable que le adelanten la operación, pudiendo ser que la intervención la realicen mañana mismo, en función de la disponibilidad de los quirófanos. Son buenas noticias.

En menos de una hora estamos en casa. Casa espaciosa, amplia, con habitaciones de sobra. Por mi parte tenía mis reservas con lo que nos íbamos a encontrar y lo de tantos en una casa, que se me antojaba iba a ser pequeña. Estabas equivocado Héctor.

El encuentro entre Olga y Tanya es de no contar; mas llantos que conversación, y eso que se trata de lágrimas de alegría.

He debido pasar por la revisión a la que me ha sometido Olga. Menos mal que no hablo ruso porque un interrogatorio de estas características, al novio de su sobrina hubiera sido terrible. El “Tercer Grado” se hubiera quedado corto en esta ocasión.

Dejo a Tanya con Olga y salgo a dar una vuelta por los alrededores de la casa, en Uglovoye; una inspección de rutina, para hacerme una idea de dónde estoy.
Para comenzar el frío, un frío que pela. Es de día y estamos a 12ºC al sol, son solo 3ºC a la sombra. Por la noche bajará a -10ºC y eso que acabamos de entrar en primavera.

Al medio día, cuando llega Yelena se repite la escena de llantos y abrazos. Y también la revisión al novio de su hija. La primera fue Irina, ésta, la segunda vez es más llevadero. Y en mi caso, después de lo de Olga tengo algo de práctica. En este caso no se mosquea con la traducción simultánea, el tema es conocido de cuando vivía con Vasili.

Picamos algo, el estómago no está para muchas alegrías después de lo que lleva aguantando, y nos vamos a dar un paseo, más amplio del que he dado antes. El cuerpo se va acomodando y el estómago asentando. Hay que prepararse, seguro que nos han montado una cena tradicional.

Somos cuatro a la mesa y Tanya no puede traducir a las dos hermanas que, demasiadas veces, hablan a la vez. Da igual, mientras me pase lo que me atañe me valdrá. De todos modos, seguro que lo que hablan será la segunda o tercera versión de lo mismo. Los pormenores de la operación y los por mayores del novio.
Al final termina siendo una cena tranquila y normal, y Yelena está a dieta, para prevenir efectos secundarios.

La mirada de Yelena se tensa cuando se ha dado cuenta de que hemos metido todas las bolsas en la misma habitación. Le dice algo a Tanya, ésta se ríe, contesta algo y Yelena se sonroja. Cuestión zanjada. Paso a ser sobrino o yerno. Olga se ríe.
Mañana a media mañana conoceremos la fecha exacta de la operación; las pruebas de anestesia las ha pasado sin problemas.

He traído el ordenador un poco para todo, incluso algo de trabajo, la explicación de un proyecto para que lo vaya enfocando mi sustituto, esto lo debo adelantar, de lo contrario le voy a hacer una faena, hay que ayudar al novato. También lo quiero emplear como instrumento de comunicación, y la oportunidad la veo en frente mío, con Olga. Voy al traductor del Google y selecciono de español al ruso, escribo, el sistema traduce y se lo presento a Olga porque tengo una duda, una sensación que me incomoda, ha surgido como una tontería pero se va haciendo cada vez mayor. No sé lo que pondrá en ruso. En el lado izquierdo yo he escrito:
   -Hola Olga, primero un saludo, y ahora paso a plantearte una cuestión. Me parece extraño que sin otra razón de peso, clara, se vaya adelantando la fecha de la operación de Yelena. ¿Suele suceder esto por aquí? En mi tierra las listas de espera son tirando a largas, no te dan una fecha fija y cuando lo hacen lo normal es que haya retrasos, no adelantos.

Olga lo lee detenidamente, seguro que hay palabras o expresiones que no casan pero al poco tiempo asiente, sube y baja la cabeza como diciéndole que sí al ordenador, mientras la oigo murmurar -da, da, da-.
Se vuelve, me mira fijamente, como queriendo entrar en mi cerebro con la mirada, una mirada fría, de ojos grises, gatunos, que te intimidan, te dejan pensando lo de ¡Qué habré dicho!
Espera unos segundos, mueve la cabeza a ambos lados y se decide. Mira hacia el ordenador y eleva las manos como diciendo ¿Y qué hago? ¿No tienes teclado Cirilico?
De qué voy a tenerlo, pienso.
Ella me hace señas de cómo escribir en ruso. Ni idea de lo que hay que hacer.

Recurrimos de nuevo al oráculo y preguntamos por el qué hacer para conseguir el teclado ruso. La contestación no se hace esperar: 439.000 resultados en 0,31 segundos.
Tras varios intentos tenemos la chuleta y el soft para que pueda escribir en cirílico en menos de media hora, los chavales de hoy lo harían en unos minutos, a mí se me atasca un poco esta tecnología. Se trata de ir escribiendo literalmente el sonido y confirmar el símbolo de un menú que aparece en pantalla.
Por lo visto no le gusta, debe ser de las pocas personas que utilizan un teclado enteramente cirílico. Así que después de haberlo conseguido y cuando vamos a continuar la conversación, Olga se levanta de un salto, suelta una retahíla de algo que deben ser palabras soeces, eleva el índice hacia arriba y me hace subir al trastero, un trastero “estudio”. Aparta la funda que cubre algo voluminoso y descubro un PC Torre la mar de flamante que está retirado porque nadie lo usa.
A los signos que le hago para conocer que funciona me contesta con algo que interpreto como un ¿Lo dudas? ¡   Perdón! Joder con Olga.
Lo conectamos, consiguiendo un prolongador de una caja llena de cables, cachivaches y elementos eléctricos variopintos y tras arrancar encontramos el cable del teléfono, en otro lugar, claro, no nos lo van a poner fácil; en un cajón del escritorio de al lado. Me extraña que podamos conseguirlo pero no digo nada, por si acaso.
Pues funciona a la primera y en unos minutos está con el traductor, con el ruso en su lado izquierdo de la pantalla. Se pone a escribir, directamente en cirílico, y leo:
   -A mí también me parece que pasa algo raro; he llegado a pensar que la operación puede ser más urgente de lo que nos han dicho. O esto o tiene algún enchufe que no conocemos; lo normal es que se retrase, y no poco; además aquí, en el culo del mundo, o de Rusia, más exactamente.

Sigue explicándome que ha querido sonsacarle algo a Yelena pero que cree que se ha hecho la tonta; que será la suerte.
Voy al ordenador y escribo:
  -Detrás de todo esto vislumbro la sombra de Vasili.

Olga abre exageradamente los ojos mirando a nada, realiza tres giros de cabeza, pequeños y rápidos, como quien se quiere quitar algo de ella, mosquito, araña, algo que molesta y vuelve a decir, esta vez sin murmurar algo que no necesito que me traduzca:
   -Da, da, da. -Va a su ordenador y escribe algo que el programa traduce y yo interpreto como:
   -Seguro. No se me había ocurrido pero tiene que ser algo así. Seguro, seguro. Sí, si, si.

Por gestos me indica que va a tener una seria conversación con su hermana. Da, da, da.

Nos acechan y envuelven los tentáculos del Gran Vasili, el personaje no presente. Tengo un nuevo trabajo pendiente, investigar acerca del Caballero Invisible, Vasili Yurchenko, debo conocer lo que hay en los recuerdos de la gente que nos rodea. El problema parece que puede ser el idioma, no quiero utilizar para esto a Tanya, es una parte demasiado implicada y para nada va a ser imparcial, pero es que no me va a quedar otro remedio; bueno, puedo encargarme de los que hablen inglés, si los hay.
Por supuesto, voy a utilizar a Olga, quien las primeras noticias las sacará de Yelena, si es que en algún momento terminan de contarse su vida madre e hija; no hay momento en que no se retiren a algún apartado para hablar, o lo que puedan hacer durante tanto tiempo.

18 de abril, me encuentro con Olga en la cocina, para mí que ha estado esperando a que me levantara para venir a contarme las investigaciones de ayer por la noche. Le presentó a Yelena directamente nuestras inquietudes. Me lo cuenta y me lo tengo que imaginar porque no le entiendo nada, y eso que ha intentado decirlo en inglés.
Tanya aparece por la cocina y le pregunto:
   -¿Dónde ha aprendido inglés tu tía? No le entiendo nada. Ayer estuvo hablando con Yelena acerca de algo que nos intriga a los dos y necesito que me lo traduzcas, de paso lo conoces.
   -¿Qué estás tramando a mis espaldas? ¿Es que no puedes dejar de maquinar conspiraciones?
   -No se trata de maquinar, lo que hago es investigar.
   -Dejaros de miraditas y contadme lo que estáis pensando –interviene Olga. ¿No sabe que estamos hablando, a nuestro modo?

Tanya se lo piensa un poco, asimila lo que le estoy contando de la intriga, cosa que por cierto no conoce Olga, y me sonríe.
   -Perdón pero es que siempre me sorprendes con algo nuevo y, además, es que no me lo espero, estás comenzando a esconderte de un modo eficiente.
   -Y lo que a mí me parece es que has estado absorbida por los cuentos y mentiras de tu madre.
   -¿Cómo has llegado a ese nivel de entendimiento con Olga?

Olga nos sigue mirando, pasando la vista de uno a otro; no entiende nada pero sabe que nos estamos comunicando, el lenguaje corporal lo delata; se me parece, solo falta que también sea acuario.
   -Lo es –me apunta Tanya–, sois de la misma pasta, vaya peligro, vosotros dos juntos.

Le cuento en convencional el modo en que nos hemos comunicado y se desternilla de risa del montaje. A ella nunca se le hubiera ocurrido, total si controla mil idiomas, bueno, los cinco básicos.

A lo que estábamos. Tanya interviene en adecuar y completar la explicación que nos presenta Olga del interrogatorio de anoche a Yelena y resulta que algo, bastante, hay de verdad en lo que sospechábamos. Ha sido gracias a los contactos de Vasili que la operación se haya adelantado. En éste momento nos rebelamos a creer a pies juntillas lo de la desaparición, pero de esto no ha soltado prenda. Lo seguiremos intentando a turnos los, ahora, tres investigadores de la casa.

A eso de las diez de la mañana aparece Yelena por la cocina suficientemente descansada, se le nota tanto que ha descansado que todos pensamos que le habrán dado algún tranquilizante para dormir bien antes de la operación. Puede desayunar cualquiera de las cosas de una lista que le han facilitado, recomendándole que no se pase, mejor pecar de menos que de más. Al medio día iremos a la clínica, todos, en cuadrilla, para cuando nos preparemos todos seguro que será ya la hora de salir y para eso de las cuatro comenzarán con los preparativos, el preoperatorio.

El quirófano está planificado para las ocho. Si todo ha ido bien la podremos ir a ver a partir de las ocho de la mañana, pero solo ver, al otro lado de un cristal. Nos lo han advertido varias veces, veréis a alguien tumbado en una camilla, sedado y dormido; la cama podrá encontrarse cerca o lejos del “mirador”, y nunca antes de las ocho de la mañana.

Los médicos y personal sanitario de estos lugares, lejanos, tierras de pioneros, parajes agrestes y vida dura, tienen las costumbres y educación del tipo militar, en una escala inferior, pero militar, lo que tampoco va mal en algunas ocasiones.

Nos hemos despedido de Yelena a las tres de la tarde, cuando la llevan a la sala previa al quirófano. Cuando se aleja por el pasillo, en la silla de ruedas que empuja un auxiliar, alguien que no he conseguido conocer, por el uniforme, no sé si médico, auxiliar o enfermera, inclasificable, le ha dado a Yelena lo que me ha parecido un teléfono móvil. ¡Cojones! ¡Si no está permitido su uso en éste área! ¿Qué pasa aquí?
Yelena ha pasado a hablar directamente, la llamada estaba en línea.
Se me acaba de encender, otra vez, la alarma que indica “atención”.
¿Quién será en este momento tan oportuno? Y yo mismo me contesto, como si fuera algo nuevo:
   -El largo brazo, el tentáculo de Vasili. De él o de alguno de sus esbirros, cumpliendo un guión establecido, una promesa, pagando una deuda, devolviendo un favor. Obedeciendo.

El nombre está decidido, me gusta cómo sueno lo de “El legado de Vasili”.

Aprovechamos las pocas horas de luz que quedan para dar un paseo y airearnos un poco, quiero quitar de encima el olor a hospital; demasiado tiempo en este interior para mi gusto.
Olga nos deja con la indicación:
  -La cena a mi cuenta, a las nueve. No vengáis antes a estorbar.

Un corto paseo para romper el agarrotamiento o inactividad de estos últimos días y, a continuación, una visita a los lugares que Tanya solía frecuentar antes de su marcha. Total, que entre esto y el autobús que ha parado en todas las esquinas habidas y por haber, hiciera falta o no, llegamos justo para las nueve. Estamos intrigados con lo que nos habrá preparado de cena.
Verduras frescas a modo de ensalada, muy rica por cierto.
Salmón a los dos estilos, marinado y a la plancha.
Magdalenas caseras con chocolate caliente.
Infusiones varias, té y café, que yo he descartado.
Todo esto regado con agua del grifo y un Vodka de unos 70% o más. (En la botella, según Tanya, pone 42%)

No he llegado a saber si era bueno o malo, Olga ha sacado la botella y las copas del congelador y el efecto es primero frío en la boca, comienza a templase en la garganta,  luego caliente desde la mitad de esta hacia abajo, ardiendo al final por todas partes.
Una cena perfecta para un día que estaba resultando difícil; demasiado serio, muy trascendente y con poco margen de maniobra para darle la vuelta, el que ha aprovechado Olga. Gracias Olga.
Una buena cama nos espera.

El despertador suena a las ocho de la mañana del 19 de abril. Tenemos intención de llegar para las diez porque lo de las ocho va a ser un quiero y no puedo. Entre ver dormir a alguien a tu lado y remolonear en la cama hemos elegido lo segundo, somos unos materialistas.
Llegamos a las diez, no se le puede visitar pero el cirujano que la ha operado nos recibirá antes de las once.
Nos quedamos cerca de recepción, no merece la pena salir a la calle, se ha levantado el viento y mejor esperar a que se canse, que dudo.

Son las once en punto cuando percibo una señal de Tanya   -¡Nos esperan!
Acudimos los tres a una sala de reuniones o algo parecido y nos recibe un médico (me lo imagino por la indumentaria) que de modo calmado y transmitiendo seguridad tanto con la voz como con su expresión corporal, procede a explicar lo que a su vez me transmite Tanya.
Aparte del médico, que habla, hay un asistente que más parece una estatua que otra cosa, totalmente inexpresivo. ¿Será un alumno de prácticas? Por la edad podría.
   -La operación ha ido bien, más rápida que lo previsto, lo que va a facilitar la recuperación. Hemos sustituido la válvula sin problemas. La paciente ha reaccionado muy bien, con lo que podemos vaticinar una rápida recuperación.

Toma una pausa, mueve dos hojas que ha colocado ante sí, parece como si consultara algo (para mí que es teatro) y continúa, muy ceremonioso él.
   -Aún es pronto para poderlo asegurar pero en cuanto pasen unos días, dos, tres, podremos decirlo seguro. Cuestiones técnicas aparte, estamos optimistas.
   -Es el resultado típico de éstas operaciones denominadas “de coordinación”, porque no son de urgencia y el paciente puede llegar en mejores condiciones, físicas y anímicas. El plan de los siguientes días puede ser:
- 48 horas en sala de recuperación. Aislamiento de bacterias. No se admiten visitas.
- 5 días en sala de vigilancia. Tendréis vuestras horas de visita.
- 6 semanas de recuperación. En casa.

   -La recuperación se comenzará en el hospital, enfocada exclusivamente a la movilidad del diafragma, para poder respirar con normalidad, deberá continuar con los ejercicios en casa.
   -Dentro de una hora la pasarán a otra sala desde donde la podrán observar mejor, acaba de pasar el primer hito de control y evoluciona dentro de lo normal. Necesita un ambiente totalmente “limpio”. Hoy solo podrán observar, mañana, probablemente por la tarde,la podrán visitar en una habitación, seguramente compartida. No hemos podido conseguir una individual y hemos preferido no esperar, al menos por este motivo. Espero que no les importe.
   -Si se preguntan por la evolución y la recuperación, les quiero indicar lo que he adelantado. El problema suele ser del corazón en sí, como verán ahora está funcionando él solo, sin otra asistencia o cuidado; lo que cuesta es volver a recuperar la movilidad del Plexo Solar y el Diafragma; esto es debido al paso que se ha debido abrir para poder acceder al Corazón. Se trata de daños colaterales.
   -Le esperan varias semanas de ejercicios respiratorios para poder utilizar los pulmones con la máxima capacidad de antes sin que le moleste.

Debo reconocer que el médico me ha impresionado; ha bordado el papel de médico seguro de sí mismo, serio, muy profesional, de trato muy dedicado y delicado con el paciente y entorno familiar, cuestión ésta última, la del tacto con el cliente, que a la mayoría de los médicos les falta. “Chapeau” por Yuri.

Ya por la tarde, después de comer algo, le hacemos a Yelena unas señas desde nuestro lado del cristal. Su cama está cerca de la ventana mirador. Ella sonríe y se vuelve a quedar dormida.
Nos volvemos contentos a casa y con los nervios algo más calmados que cuando hemos venido por la mañana; bajan las tensiones acumuladas los últimos días.
Recogemos a su hermana que había salido un momento de compras y nos vamos para casa; lo de pasear por éstos lugares hay que pensárselo, escasos de sol por estas fechas, con el viento de hoy, con el que solo salen a la calle los pingüinos. Se te hielan las palabras, mejor hablas sin abrir la boca, ahora que lo sé hacer.

20 de abril. Nos presentamos en el hospital a la misma hora de ayer, a las diez de la mañana. Preguntamos en recepción y nos envían a la habitación 294, segunda planta supongo.
Yelena acaba de llegar a la habitación. Nos mira, sonríe y habla, en voz baja, sin emplear apenas aire, le duele al respirar. Le acaban de preguntar por el dolor, para ajustar la dosis de calmantes y les ha respondido que está bien, de momento suficiente, lo puede aguantar. También le han informado que todo está bajo control, dentro de los parámetros normales, tirando a algo mejor de lo normal.

Ella nos dice que se lo debe a Yuri, el cirujano, es de los mejores de esta parte del este de Rusia.
Ya estamos de nuevo con las intrigas y se lo resumo a Tanya.
   -La operan antes de lo previsto.
   -Viene el cirujano experto de otro hospital.
   -Los controles son exhaustivos.
   -Intentan ponerla en una habitación individual.
   -¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Quién es Yelena en realidad?
   -Atisbo la sombra de Vasili. Lo siento Tania pero es lo que pienso.

Una hora de visita y ya me estoy agobiando de nuevo dentro del hospital; el olor, color, el sonido silencioso, paredes y pasillos. Vaya lugar para una recuperación, me pongo enfermo de pensar dónde estoy.

En la cama de al lado hay una señora mayor que pasa la mayor parte del tiempo dormida y que de momento no hemos visto que haya recibido visitas.
Salimos a la calle a hacer unos recados. Justo en la entrada principal del hospital nos cruzamos con un militar de mediana edad que camina a paso rápido con la mirada fija al fondo, en recepción; camina como teledirigido hacia el objetivo; vamos, como un misil.
Tanya se aparta rápidamente de su campo de visión colocándose detrás de mí, y así permanece, callada física y conectivamente. Yo la siento pegada a mi cuerpo y sigo andando, intentando no llamar la atención.
Cuando llegamos al exterior me dice, hablando:
   -Es el coronel Igor Borodin. Era el superior de mi padre.
   -Habrá venido a visitar a Yelena– le digo- hasta me parece normal que lo haga.
   -Ya, es que no quería que me viera. Siempre le he tenido si no miedo sí bastante respeto. Nunca he confiado en él, no porque pueda ser malo sino porque me ha mentido en varias ocasiones. No me gusta.

Vamos avanzando fuera del edificio y para cuando llegamos al supermercado estamos casi olvidando la escena. Al lado hay un almacén de ropa y quiero ver los precios de lo que me pueda interesar; luego iremos al super, Yelena tenía la casa un poco justa de alimentos y es que ahora somos cuatro, no como hasta hace unos días que era ella sola.

Al final no me he comprado nada de ropa. Dejamos lo del super en el coche que con la temperatura exterior va a ser como si estuviera en el frigorífico, y nos vamos a comer algo ligero. A media tarde llegamos de nuevo a la habitación de Yelena.

Vaya cambio que notamos en ella. Está mejorando por momentos; hemos pasado de verla medio dormida ayer,  a hablar en murmullos hoy por la mañana, y resulta que ahora habla bajito pero normal y tiene la vista vivaz, rápida. Vemos que está tranquila y ella misma nos manda a casa, ya tiene bastante compañía con los demás de la habitación, la de la cama de al lado tiene de visita a una hija y prefiere que no las molestemos. Nos espera mañana.

Sábado 21 de abril. Cuando llegamos por la mañana, a las diez como otras veces, observo que viene por el pasillo el militar de ayer, esta vez con un soldadito como compañía. Miro a Tanya y con gestos le pido que cierre las conexiones, a la vez que señalo al Coronel Igor; no nos vamos a esconder.
Mientras nos acercamos me fijo en una escena corriente en estos pasillos, la máquina de cafés y una pareja de enfermeras charlando con un café en las manos; la grabo en la mente para proyectarla en el caso de que me haga falta.

Cuando nos acercamos a Igor éste nos inspecciona con lupa, o quizá con rayos “X”; siento que está buscando una conexión y que no la encuentra, porque sigue buscándola insistentemente.
Ha reconocido a Tanya pero ésta no responde y no le queda otro remedio que pasar a la conversación tradicional, hablada, para poder comunicarse con ella.
Yo me voy alejando de ellos, sutil, imperceptiblemente, hacia la máquina del café. Me concentro en la imagen de la máquina intentando no emitir, pensar, mientras capto algo de lo que él pueda estar pensando. No quiero que lo note. Veo que Tanya está a la defensiva; le hace caso y responde educadamente pero se le nota que tiene el cuerpo en tensión, está haciendo un gran esfuerzo para no ponerse a temblar o escapar corriendo.
El coronel está centrado en Tanya, y también lo está el soldadito, pero éste creo que es por otro motivo, más vulgar y evidente, tan solo falta que se le caiga la baba.

Me he ido distanciando sin que se hayan dado cuenta y me encuentro al lado de una puerta que no sé a dónde lleva. Pone el nombre pero no me sirve, aparte de “salida” o “servicios” no conozco más del cirílico; las letras sueltas las voy aprendiendo pero unirlas es otra cuestión.
Apoyo la mano en el pomo y resulta que está abierta; apenas veo nada en el interior porque está a oscuras pero suena a vacío. Entro y vuelvo a cerrar la puerta.
El primer tramo, de metro y medio, es estrecho, en plan pasillo y luego se abre. Es una habitación llena de trastos o cosas que no se usan. Me acostumbro a la luz que se filtra por las ventanas entornadas y entonces me parece que no hay tantos bultos o cosas, una habitación con objetos variopintos. ¿Un almacén provisional?

Recurro a la imagen de la máquina del café con las enfermeras a modo de escudo, aunque no sé si aún seguirán allá charlando todavía. También sigo captando lo que el coronel pueda dejar libre, en antena. De momento nada importante, se está informando de los temas a cerca de Yelena y de Tanya en España pero tiene algo, un trasfondo raro; trasmite intranquilidad.
La conversación va derivando hacia mi persona y al mirar a su alrededor pregunta a Tanya hacia dónde he ido.
Tanya responde con la verdad, no se ha dado cuenta. Se lo pregunta al soldadito y este tampoco lo sabe, (¡Como lo va a saber si solo ha estado pendiente de Tanya!) pero asegura que no he pasado por donde él, que habré ido hacia el otro lado del pasillo, hacia la máquina del café, por allá, pero sin poderlo concretar. Vaya ayuda Igor.
El coronel mira hacia la máquina del café, lo sé porque es lo que veo en su mente, se queda así un rato, recapacitando, como el que ve dos versiones de la misma imagen, y me doy cuenta al comparar mi imagen con la suya; en la mía hay dos enfermeras tomando café y en la suya tan solo está la máquina. Tenía que pasar.

Su cuerpo da un salto, como de susto, y ordena al soldado recorrer el pasillo hasta la salida para localizarme. Mientras el soldado vuelve me doy cuenta de que el Coronel mira hacia la zona del pasillo por donde he desaparecido, zona donde hay dos puertas y una es donde he entrado. Llama al soldado, ¡¡Sergei!!.

Van a venir a buscarme. No veo dónde me puedo esconder, hay muchos bultos en la habitación donde me he refugiado pero no me valen, las ventanas están cerradas y no me va a dar tiempo de abrir, salir y cerrar. Miro hacia el techo, un techo muy alto y tomo una decisión, arriesgada.
Desde la parte superior del marco de la puerta en lo que hace de pasillo y hasta el techo habrá cerca de un metro, por donde pasa un tubo de ventilación, que al no estar pegado a la pared de la puerta deja un vano donde me puedo esconder; si es que no miran directamente al techo en la zona de la entrada.
Haciendo chimenea entre las paredes del mini pasillo llego a la parte superior; los pies en una pared y las manos en la otra. Allá donde llego encuentro un registro de la luz, donde meto el tacón del pie derecho y otro orificio para la ventilación, donde apoyo la palma de la mano izquierda. Ya no me resbalo, creo que podré aguantar un buen rato en esta postura.

No sé si habré trasmitido algo de esto pero por si acaso vuelvo a la escena de la máquina del café.
Luego lo pienso mejor e intento eliminar de la misma a las enfermeras pero esto se me hace imposible, si fuera pintor quizá, pero no lo soy. Me lo pienso y decido pasarme a una imagen oscura. Cierro los ojos y pasa enseguida de rojizo a oscuro, cuando se va perdiendo el efecto de la luz que quedaba en la retina.
El coronel se acerca, abre la puerta, atraviesa el mini pasillo y echa un vistazo a la habitación. No lo ve claro y espera a, como he hecho yo, acostumbrarse a la falta de luz. Mira en busca de los interruptores de luz mientras espero con la respiración contenida. Pasa lo que me parece una hora y se convence de que no hay nadie. Y va viendo algo más.
No sé si soy inocente o irresponsable pero en dos décimas de segundo se me ocurre hacerle una jugada y me arriesgo. De entre la imagen en oscuro que estoy enfocando voy haciendo aparecer una cabeza de dragón, como la de la película Eragon, y voy acercándola, con un zoom óptico, mientras se pone a rugir y escupir fuego por la boca. Reconozco que lo he imaginado bastante real porque podía haber salido una auténtica chapuza.
Igor retrocede, despacio al comienzo pero cada vez más rápido, gruñe y sale pitando de la habitación con una mezcla de sentimientos contrapuestos, mosqueado y atemorizado, habré activado alguno de sus miedos de infancia.
Cuando va por el pasillo su pensamiento refleja un gran desconcierto, no entiende lo que pasa pero la imagen le ha debido de dar un susto de muerte, cuando más concentrado estaba buscando algo se le ha aparecido esto. ¡Vaya potra Héctor!

Cuando salgo de mi escondite Tanya me mira intrigada.
   -¿Qué ha pasado ahí dentro?
   -Nada, se ha asustado con un dragón.
   -¿Un dragón? ¿Qué has hecho ahora Héctor?
   -No lo sé, yo solo quería despistarlo y que se olvidara de buscar.

No cree que yo sea inocente. Se lo cuento mientras me río. Ella sigue seria pensando en lo que me puede pasar si lo del dragón lo relaciona con migo. Me arriesgaré pero creo que el temor de Tanya hacia Igor data de cuando ella era pequeña y le temía más al uniforme, modales y expresiones que a la persona que pueda ser. Reconozco que no es guapo, que sus facciones son algo duras y esa cara sin afeitar una mañana de lunes puede asustar a cualquiera. Pero nada más, una persona mayor poco agraciada.
Nos aseguramos que los militares no siguen en las inmediaciones del hospital y nos despedimos de Yelena hasta mañana.

Domingo 22 de abril. Encontramos a una Yelena nueva; ha evolucionado de un modo tal que nos ha vuelto a sorprender pero que muy agradablemente. No solo en el aspecto físico, creo que se ha convencido de que el problema ha pasado y eso le da una tranquilidad de espíritu que le ayuda a encontrase bien y a recuperarse.
No deja los ejercicios aunque está haciendo otras cosas. Va a todas partes con su soplador, haciendo subir a tope la bolita, ayer no llegaba ni a la mitad.
   -Me han dicho que cuando llegue hasta arriba más de veinte veces seguidas me podré ir a casa.
   -Pues yo creo que ya lo haces.– Le dice Tanya.
   -Hace un rato he hecho treinta. Se lo diré al médico cuando pase la consulta.
   -Hoy no va a estar Yuri, vendrá mañana, hoy pasará el médico del hospital.

Con esa noticia no hace falta esperar a lo que digan hoy, seguro que la dejan hasta que el famoso Yuri decida lo que haya que hacer. Nos vamos para aprovechar los rayos de sol de un día espléndido, ya era hora, cuando llega Olga que se va a quedar hasta que volvamos. Ya nos contará lo que dicen hoy.

Volvemos para eso de las tres de la tarde.
Según le ha contado el médico, si sigue evolucionando como hasta ahora puede que mañana mismo la envíen a casa. Los cinco días que tenían previstos se van a quedar reducidos a tres, será verdad pero también puede pasar que estén necesitados de camas, es que soy muy retorcido pensando, siempre buscando las otras razones, las ocultas.

Pasamos un rato de charla con Yelena hablando de cuestiones banales, intranscendentes, tales como la casa, preguntan por la nuestra claro, las compras que hemos hecho, los trastos viejos que hemos retirado de casa de Yelena como basura, y me viene a la mente el preguntarle a Yelena acerca de los secretos que rodean a Vasili, esas cuestiones ocultas que nos rodean, ese halo que se cierne sobre su persona.
No termino de enfocar el tema cuando Tania irrumpe en mis pensamientos pidiendo que lo dejemos para cuando vuelva a casa, además aquí, en esta habitación no estamos solos y tampoco es el lugar.
La tranquilizo, es que ha entrado a contestar algo que no planeaba para ahora, solo lo estaba pensando con la conexión abierta, no siempre se hace al momento lo que se piensa; estoy de acuerdo con lo que plantea, tampoco tiene tanta prisa, después de varios años lo mismo dará que pasen unos días más.

De camino a casa practicamos ejercicios de conexión y desconexión, apagar y encender la sesión dedicándole una atención especial al momento de salir en antena, intentando que nadie se perciba de ello, de modo sigiloso, sin llamar la atención.

Esta zona de Vladivostok (la Perla del lejano oriente) y alrededores será un lugar de importancia estratégica para Rusia, durante bastantes años lo fue, no sé si ahora lo seguirá siendo pero por lo demás no le encuentro nada especial. Espaciosa, abierta pero sin algo concreto. Es una mezcla de ciudad de servicios, a la vez que industrial y puerto de comunicaciones.
Me llama la atención el contraste entre los tres modelos de edificios. Los viejos edificios con solera, la mayoría de ellos ahora edificios oficiales, los de la época de la estación del Transiberiano por un lado. Las construcciones de viviendas de la era del telón de acero que ves en todos los países de su influencia por otro. Y las nuevas edificaciones de cristaleras de colores brillantes y para mí un tanto horteras.
Hay de todo, buenos establecimientos y muchas opciones pero no coincido con el estilo. Lo siento.

Lunes día 23. Llegamos algo más tarde que las mañanas anteriores, antes de las doce, para coincidir con la visita médica. Hoy Yelena no parece una paciente, más bien aparenta estar de visita, incluso se ha vestido de normal, nada de la clásica bata de abuela rusa. Se mueve con cuidado, precaución, pero por lo demás no parece que le hayan operado del corazón hace tan solo cinco días.

Para eso de las doce y media pasa el médico, Yuri, el del hospital no ha pasado aún, y la explicación que nos ofrece es:
   -Por la tarde podrán llevarte a casa. Estás evolucionando estupendamente. Te darán por escrito las indicaciones de lo que debes hacer, en especial los ejercicios para completar la recuperación. Ante cualquier cosa que surja vienes a urgencias donde tienen a mano tu historial, y si no es urgente, vienes a esta hora a que te mire el médico de la ronda diaria, no hace falta que les avises, te inscribes en el libro de revisiones de recepción y pasas a ésta sala, esto consta en tu historial. Suerte, espero que nos volvamos a ver pero que no sea en estas circunstancias. Saludos a Vasili.

¿Saludos a Vasili? Lo habrá dicho bajo, como fin de frase y a modo de despedida pero lo hemos oído todos. Iba para Yelena pero ese último comentario no se nos ha escapado, a ninguno. Del modo que lo ha dicho, ahora que lo repaso, hasta pudiera pensar que sabemos lo de Vasili, lo que sea que debamos saber, vaya. No creo que se le haya escapado.

No ha hecho falta mirar a Tanya para conocer lo que está pasando ahora mismo por su mente, no me cabe duda, ayer me pidió que dejara a Yelena en paz, ahora estará preparando un interrogatorio del tipo “Tercer Grado” para mañana mismo, y le oigo decirse a sí misma -…y nos lo cuenta todo-.

Nos vamos a pasear, y tranquilizarnos, hasta que dan las cinco de la tarde, hora en la que le darán la salida oficial, protocolaria; solo ha tenido que firmar dos papeles, el día de la entrada fueron cuatro. Nos damos cuenta de que ahora lo tenemos todo más fácil, se está resolviendo uno de los enigmas, tenemos la primera respuesta, Vasili está vivo, ya solo resta que Yelena nos cuente el resto de la historia, o sea toda, no tiene escapatoria.
Acordamos intentar olvidar el tema y procurar que llegue tranquila a casa; no sabemos si este despiste del médico la habrá alterado; de momento no parece que haya sido así.

Ya desde la puerta de entrada a casa Yelena se queda sorprendida del meneo que le hemos metido. Hay sitio libre por todas partes, parece mayor y más luminosa.
   -Pero, ¿a dónde ha ido a parar todo lo que falta?
   -Lo hemos tirado todo- contesto pero le pide la traducción a Tanya.
  -¿Todo? ¡No puede ser!– y me mira comenzando a asustarse.
  -Tranquila mamá, hemos guardado la mayor parte para que la revises antes de tirarla ¿cómo vamos a tirar lo que no es nuestro sin consultar? Aunque con algunas no habrá sido por falta de ganas, no creas, vaya cosas que guardas.

Le va volviendo el color, me mira con la mirada de matar y me dirige la frase que Tanya traduce.
   -A tí te voy a echar yo a la basura, sinvergüenza– y va apareciendo en su rostro una sonrisa.

Tengo preparado el material para montar en poco tiempo una cena de cuatro tenedores, así que para cuando se da cuenta estamos en la mesa, ante la que Yelena se despacha a sus anchas; vale ya de comida de hospital. Come despacio y bebe a pequeños sorbos. El trajín del día la ha dejado cansada y se levanta de la silla para sentarse en el sofá de la TV, donde nada mas sentarse cierra los ojos y en medio minuto se queda dormida. La dejamos a su aire, ya se irá a la cama cuando quiera que se despierte, llamará si nos necesita, es mayorcita.

24 de abril. Serán las nueve de la mañana cuando Yelena entra en la cocina; está aparentemente bien, incluso se desenvuelve con soltura, no tiene la rigidez y el andar lento de ayer. Los demás, los tres, hace un rato hemos terminado de desayunar y la estábamos esperando. Se sienta, nos mira y dice:
   -Bueno, ¿Qué es eso que estáis tramando? ¿Qué sucede?

Le miro a Tanya, pidiendo que sea ella la que comience, mejor que yo, no sea que se vaya a mosquear; lo de ayer fue ya bastante, además, la historia no va conmigo.
Tanya va directa a la yugular, ¡Ya que estamos en temas sangrientos y corazonescos!
   -¿Qué nos cuentas de Vasili mama?
   -¡Puf! Al final no se puede evitar que la verdad salga a la luz ¿Verdad?

Y lo dice con todo el desparpajo del mundo. Esta mujer comienza a sorprenderme, y parecía una mosquita muerta. ¡Joder con las Rusas!
Cuenta la historia, desde la desaparición, pausadamente y con bastantes detalles, que yo oigo gracias a la Traducción simultánea de Tanya por supuesto.

Yelena conocía la situación de Vasili en el ejercito, no se encontraba muy a gusto en él pero no estaban dispuestos a soltarlo, y también estaba al tanto de sus cometidos en operaciones de salvamento, operaciones a las que ella misma lo animaba, esto no era el ejército clásico, más bien era un tipo de Protección Civil o similar, un servicio abierto a cualquiera y en contacto con personas, con el pueblo, un contenido más humano.

Cuando desapareció lo hizo de verdad, estuvo retenido durante dos años en una cárcel militar japonesa. Tras ello lo soltaron, no de gratis, fue con motivo de unas negociaciones en temas militares referentes a la navegación por aguas limítrofes, con la condición de que la noticia de la liberación no fuera difundida.
Estaba claro que no era un espía, como se publicó en su momento, era un militar interviniendo en una operación de rescate donde el barco a la deriva entró en las aguas jurisdiccionales japonesas, por la zona de las islas Kuriles, se arriesgaron y los pillaron, aunque los rusos lo desmintieran. Oficialmente lo debían desmentir.

Lo retuvieron dos años como seguro de que no se iba a difundir la noticia que no era espía, también lo hicieron como escarmiento a las invasiones de barcos de pesca rusos.
La noticia de la liberación debía ser un secreto. Los rusos se lo tomaron muy en serio, y de ahí las medidas que aplicaron, como la reclusión de Vasili y otras en esa línea.

Una vez de vuelta en Rusia, Vasili fue destinado a Kamchatka, y comenzó a trabajar en lo que mejor conocía, la comunicación telepática. Esto sí, sin relacionarse con la gente, no sea que se descubriera su libertad.
Durante el invierno se alojaba en una base militar cercana a la capital y en la temporada de verano se iba a la zona protegida del Valle de los Geysers donde se encuentran los volcanes Karymsky y Maly Semyachik. No tenía contacto directo con los turistas pero estaba cerca, sin ser visto, intentando descubrir algún conectante entre ellos del que informar para que los demás siguieran investigando y completar el registro de conectantes. Los resultados debieron ser satisfactorios.

La noticia de su existencia, el que no hubiera muerto, se la da a Yelena dos años más tarde, en 2008 nuestro conocido coronel Igor Borodin, su inmediato superior; muy diplomáticamente, esa faceta de Igor que nosotros no hemos llegado a conocer. Aún.

A partir de entonces han tenido contacto de modo regular, casi siempre por teléfono y varias visitas, muy discretas pero visitas, en persona. El año pasado vino en un par de ocasiones, antes y después de la temporada de verano.

No se lo ha contado a nadie, decidió no ser ella la que pusiera en aprietos a Vasili, no encontraba la oportunidad de contárselo a sus hijas y les pide perdón por ello. Queda todavía el informar a Irina pero no quiere utilizar el teléfono así que le pide a Tanya que le trasmita a su hermana la noticia y su pesar por no habérselo contado antes.
Lo hace ahora porque no lo puede ocultar, no ha sido suya la indiscreción y si alguien pide responsabilidades está libre del cargo.

Según la oigo voy entendiendo parte de la historia pero sigo diciendo que soy un mal pensado, me atengo al refrán de “Piensa mal y acertarás”. Creo que esto no termina, o comienza, aquí, hay algo más en el fondo de la cuestión, algo más complicado; no sé porqué percibo un culebrón; seguro, tiene que haber más connotaciones e implicados. Lo apunto en el bloc de notas mental.

Después de un momento de reflexión Tanya le echa a su madre una buena reprimenda, pero lo hace en un tono amigable. Las palabras en sí son serias pero el modo las suaviza. Tampoco está su madre para muchas tonterías aunque creo que el momento le ha venido de perlas, nos lo ha contado ahora que no la podemos machacar con eso de que está convaleciente. Sigo pensando que Yelena va a terminar siendo mucha Yelena.

Después de la comida y tras una hora de siesta de Yelena, sigo con la intriga así que, a modo de investigación, me brindo a ayudar con lo que hemos apartado para tirar a la basura. Se lo planteo y no pone objeciones, total qué voy a poder entender de lo que esté escrito, en cirílico.
Tanya se ha ido a visitar a una amiga así que me quedo revisando todos los papeles, viejos, intentando ordenarlos de algún modo, mejor de lo que están ahora, parece que alguna vez se hubieran caído al suelo las cajas y los hubieran recogido en dos minutos, sin mirar.

La verdad es que poco se puede sacar en claro. Los voy separando por paquetes, los que están juntos y parecen amigos los dejo como están, luego está la impresión que producen por el tipo de papel, lo viejos o conservados que estén y esas cuestiones que a mí me gustan, es como un puzle sin muestra. Los voy distribuyendo por grupos de calidad de conservación, los que están en buen estado, los papeles viejos, los mal recogidos. Cuando termino de distribuir por el suelo la primera caja  sigo con la segunda. Al final son tantos los montones que he dejado por la habitación que marean, va a ser verdad el dicho de que los árboles no nos dejan ver el bosque.

Aunque estén en Cirílico me doy cuenta de que esto no es lo importante. Los documentos oficiales siempre serán del mismo estilo, son similares a los nuestros: Partidas de nacimiento, pasaportes, cartillas escolares, títulos de propiedad, actas notariales; todos ellos tienen un aire común tanto entre ellos como con los nuestros: los sellos, las firmas…
Está clarísima la diferencia de un documento oficial de una carta informal, aunque esté redactada a máquina.
La mayoría de ellos me parecen para la basura.
Luego están las fotos, dibujos y similares. Hay alguna foto aceptable pero la mayoría son ñoñas a más no poder; por mi parte apartando tres las demás se irían a la basura.

Mi atención se centra en dos pequeños montones que venían así, bien agrupados y envueltos, motivo por el que no se han desperdigado; parece como si los hubieran guardado con especial interés, con más importancia que la recibida por los demás; o puede haberlo hecho otra persona.

Yelena va revisando lo que he ido preparando y en muchos de los montones aplica mi criterio, directamente a la basura. Otros, que yo hubiera descartado también, los deja como para revisarlos más detenidamente. Otros los aparta para guardar y entre ellos están los que yo me he fijado. Cuando los aparta lo hace con un cuidado especial, y no es una neura mía, le he notado un brillo raro en los ojos, estaba esperando el momento para ver lo que hacía y se ha querido controlar pero seguro que algo especial ha pasado por su mente, incluso se giraba para evitar que la pudiera auscultar. Me he vuelto a fijar en ellos y en la caja donde los ha dejado. Apuntado.

Para el final de la tarde tenemos la mitad del material que habíamos apartado listo para enviar al contenedor del papel. Del resto sobra la otra mitad pero esto lo vamos a dejar para más adelante, hoy hemos dado el primer paso. No está mal.

Y luego están los discos, un montón de LPs, de vinilo. Madre mía, que reliquias.

Le indico por señas que mañana mismo habilitaré, limpiaré, un sitio en el trastero al que subir las cajas que se van a quedar.
Esta tarde Yelena ha desplegado una actividad que me hace pensar que no va a necesitar seguir con los ejercicios de respiración; si pone ese empeño en todo va a conseguir que los pulmones recuperen el cien por cien en una semana.

El día ha sido de trabajo, para mí, y de charla para Tanya. La tarde ha pasado en un boleo y estamos todos a la hora de cenar, Olga ha pasado el día fuera, no me he enterado en qué.
Estamos terminando de cenar cuando llaman a la puerta. Es tarde, ¿Quién podrá ser?
Acude Tanya y regresa al comedor con cara de circunstancias donde se refleja una gran interrogante y un ligero temor.
Tras ella entra Igor Borodin, “El Coronel”.
Entra cabizbajo y con gesto humilde, y lo primero que pienso es “Este viene a pedir algo”.
Tras un saludo espartano suelta de corrido el mensaje que trae preparado: corto, concreto y claro.

No sé de qué va pero ahora sí que es seguro, viene a pedir algo, ¡A mí me lo vas a decir!
Además no viene a ordenar, lo que es su costumbre, viene a rogar, “necesita” conseguir algo que se lo podemos negar y no tiene ni idea de cómo vamos a reaccionar.
Tanya está tan concentrada en lo que oye que no me hace la traducción. Tranqui Héctor.

Una vez terminada la presentación le animo a Tanya a que me la resuma:
   -¿Qué es lo que ha venido a pedir?

  -¡Joder Héctor, si casi no hace falta que te lo diga, seguro que ya sabes la mitad!
   -Bueno, vale. Tradúceme entonces la mitad que sabes que me falta, venga.

Asiente, coge respiración y me lo transmite.
   -No sabe o no quiere decir porqué; nos pide encarecidamente que vayamos a Kamchatka a participar en un salvamento. Yo como conexión y tú como parte del equipo que pretende rescatar a los miembros de una expedición de montañeros en dificultades en una ladera del Koryaksky, bastante arriba. No pueden salir solos y quieren enviarles ayuda desde arriba, por helicóptero. No se puede hacer nada por lo menos hasta mañana, el tiempo está imposible y así continuará.

   -Con toda probabilidad tendrán preparado un vuelo militar antes de las cuatro de la mañana. Lo que no llevemos de aquí lo podrán conseguir allá. Llegaremos al amanecer.

Le pido a Tanya que nos adelante las ideas generales del plan, no quiero salir pitando solo con esta explicación, casi a ciegas.
La explicación se amplía.
   -La idea es que nos descuelguen en la cima del Koryak a dos o tres esquiadores. Están localizando a un guía de Heli-Esquí, francés, experto en esquí y buen conocedor de la zona. Van a traer un conductor de moto de nieve especial, campeón de saltos y carreras, para el apoyo en tierra. También han pensado dinamitar previamente la zona para provocar avalanchas y no caer con ellas. Necesitan un conectante entre los esquiadores de rescate y quieren contar con otro en el helicóptero, por si sucede algo con las radios. Los accidentados son cuatro pero puede que uno no pueda resistir hasta la hora del rescate. Imposible acudir en su auxilio desde abajo, acaba de caer otro metro de nieve. Los helicópteros no pueden actuar directamente donde ahora se encuentran. Pudiera ser más arriba o abajo pero no a media ladera, donde más pendiente hay, y desde luego con el temporal actual.
   -Como resumen, la dirección técnica de la operación reside en los esquiadores.

Lo que dice suena coherente, entiendo lo que cuenta y a veces las cuestiones de la montaña suelen ser así, la presión de conseguir el objetivo, el sponsor y la fama llevan a situaciones límite, de las que luego reconocen que no se han retirado a tiempo, tarde, o desafortunadamente no lo pueden llegar a reconocer.

   -Llevas un rato callado Héctor –me dice Tanya –y esto no es usual en ti, ¿estás pensando en algo? ¿Quieres añadir algo?

No me importa que se dé cuenta de lo que pienso, por lo que no procuro ocultarlo. Me comienza la neura del mal pensado, aquí hay algo más. Habrán contado todo lo importante pero falta algún detalle, aquí no se va así como así con gastos y recursos militares, incluido un avión, y un operativo de tres pares de cojones, de Vladivostok a Petropavlovsk, a salvar a cuatro pelados. Para esto se debe de tratar de de gente de otro nivel o debe existir alguna otra cuestión oculta. Lo que no resta motivo o importancia a un rescate, para mí todas las personas tienen el mismo precio. Por supuesto que voy, pero quiero seguir indagando un poco y le trasmito a Tanya la decisión.
  -Antes de decirle que sí, me gustaría saber qué coño hacían ahí arriba y ahora, en esta época del año. ¿No se trata de un área restringida? ¿Quién les dio permiso?

Tanya le repite el contenido de mis preguntas de un modo tranquilo, probablemente él me habrá leído el planteamiento. Veo que asiente y se hace eco de mis pensamientos, parece que opine lo mismo que yo.
   -Perfecto, vale de mentiras. -Me contesta él directamente.
   -No sé porqué; es como si hubieran sido dos niños bien, con el apoyo de sus padres, que son los que han apoyado antes y presionado ahora. Gente con contactos y poder -apuntilla Igor. -Han disfrazado la expedición técnica. Una investigación científica. ¡Un cuerno!

Tiene todas las pintas de ser así, de ser verdad, creo que le han tocado la vena militar.
Yelena mira a Tanya, suspira y frunce el ceño, se le vislumbra un algo de preocupación, supongo que será porque su hija vaya a tomar parte en algo tan arriesgado como lo de estar en un helicóptero en un lugar peligroso, sobre una montaña nevada con vientos que los pueden derribar contra la ladera.
Será así; de momento dejo volar el pensamiento, hay otras cuestiones en que pensar, ya le dedicaré tiempo a esto otro, tiempo en otro momento, ahora estoy casi saturado con la cantidad de cuestiones que me vienen al pensamiento, todas importantes y todas a la vez.

Hago un repaso de lo que conozco de la zona.
-    Territorio amplio, poco habitado. Tierras de pioneros. Duro para vivir.
-    Comenzando a incorporarse al mundo del turismo; hasta hace poco solo ruso.
-    Infraestructuras precarias y rudimentarias; mejorando poco a poco.
-    Debe que hacer un frío de cojones.
-    Disponen de energía geotérmica. Planta generadora y agua caliente por la ciudad.
-    Los barcos de puerto son del mismo color, el del óxido. No hay pintura.
-    Son amables y bebedores.

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