Me llamo
Héctor Montrondo. Nací el 13 de febrero 1967, en Errenteria, nombre oficial de
una población, Villa, que ha tenido varias denominaciones a lo largo de la
Historia. Las explico.
A raíz de
las minas que los romanos explotaron bajo las Peñas de Aya, denominadas
Arditurri, la población importante en aquellos tiempos fue “Oiasso”, hoy
denominada Oiartzun.
Con el
tiempo y el crecimiento, en aquellos tiempos normal, fue creándose un
asentamiento en la desembocadura del río Oiartzun, que fue donde se cobraban
las rentas, y ya en euskara, pasó a denominarse “Errenta Herria”.
A
instancias del rey Alfonso XI por el año 1.320 se le denominó “Villanueva de
Oiarso”, pero con el tiempo volvió a su nombre original pero esta vez
castellanizado, Rentería.
Ya en el
siglo XX y con motivo de recuperar los nombres en euskara, apareció la
propuesta popular de utilizar como nombre el existente a una zona o caserío del
lugar, denominado “Orereta”. Esta propuesta fue muy apoyada pero no se tomó una
decisión oficial, sí realizándose la euskaldunización del nombre anterior,
pasando a ser “Errenteria”, nombre oficial actual.
Conclusión,
nací y vivo en un pueblo conocido de varios modos, y según el entorno en el que
se utilice lo haremos de modo diferente, no olvidando que lo más frecuente
suele ser el utilizar las abreviaciones como “Rente” o “Ore”.
La
ubicación rápida es que nos encontramos a unos doce kilómetros de la
desembocadura del río Bidasoa, frontera entre España y Francia ubicada entre
las poblaciones de Irún y Hendaya.
Mi madre
es autóctona, y mi padre procede de una familia en la que su padre debió venir
de fuera. El término de fuera es uno
de los temas de discusión familiar. A él le gustaba decir que era italiano,
pero siempre hemos tenido el recelo de que lo decía para hacerse el
interesante. Estamos casi convencidos de que el origen más probable es el
pueblo de Montrondo ubicado al noroeste de la provincia de León, y es que no
conseguimos sonsacarle alguna explicación convincente. Tengo hermanos, uno y
una, y un montón de primos.
Estudié
en las escuelas públicas, luego en colegios de frailes y posteriormente acudí a
la universidad. Digo acudí porque allá no estudié; me dediqué a aprender de
todo. Estudiaba en verano, para poder aprobar luego en septiembre. Lo mío
siempre ha sido la repesca; soy de segundo tiempo, lo primero suelen ser otras
cuestiones. Eso de las prioridades se las trabaja cada uno de modo diferente y
lo mío fue primero vivir el momento y luego recuperar el tiempo invertido, que
no perdido.
Aprobé
una licenciatura de Física, tras algún año más de lo normalmente establecido,
me libré del servicio militar obligatorio alegando un trastorno psíquico,
algunos a eso le llamaban estar loco, porque era el resultado de un análisis
psiquiátrico, pero me permitió recuperar dos años, los invertidos en
actividades “especiales”.
He
trabajado en diferentes campos, empresas, países, y he viajado por el mundo,
con y sin dinero.
Hablo,
mal, algunos otros idiomas diferentes a los de casa, Euskara y Castellano, pero
me hago entender en casi todos.
He
estado casado, separado, soltero, apegado; no he tenido una relación duradera. Siempre
digo que no ha sido por mí sino por ellas, pero va a ser que tienen razón, es
un voto contra unos cuantos.
Soy,
según parece, un acuario perfecto, de
libro. Para algunos raro, para otros especial, normalmente impredecible y
normalmente lleno de sorpresas, pero todo esto se lo achaco al signo del
zodíaco que me tocó; yo me considero muy normal, aunque las malas lenguas lo
traduzcan por “bicho raro”, ”perro verde”. Hay opiniones para todos los gustos.
En este
momento me encuentro en una relación incierta. Es difícil vivir en compañía
cuando tienes un espíritu algo salvaje. No podría definir mi relación a nivel
de pareja.
Lo voy a
intentar porque creo que puede situar mejor mis actuaciones en lo que viene a
continuación.
Lo
podría definir como un Sí pero No.
Como cuando no sabes si estás bien o no, tú no lo sabías, te lo dicen, ¡Héctor,
no podemos seguir así!, entonces es que el asunto va mal, que no funciona, y tú
no lo sabías. Otra vez, que vas de cena a base de pinchos, por lo viejo, en Donostia,
con unos vinos en el estómago, un ambiente guapo y te dicen “qué bien estamos”.
Ya, ahora es que vamos bien, lo que no sé es si es por mí o por las
circunstancias. O sea, un lío.
También
me sucede que no puedo vislumbrar el futuro, un futuro cercano. Lo explico con
un ejemplo. Cada uno vivimos en nuestra casa, y de vez en cuando vamos uno a
casa del otro, a dejar algo, a cenar, a echar un polvo, lo que sea. Cuando voy
a su casa, después de cenar, si toca polvo me quedo a dormir, por no andar a
deshoras por la calle cuando lo que quieres es cerrar los ojos y dormir unas
horas. Cuando viene ella, siempre vuelve a dormir a su casa, sea la hora que
sea.
Alguna
vez le he preguntado el porqué, qué le puede importar irse después de
desayunar, total, si solo va a dormir. Su contestación siempre ha sido puntual,
“es que mañana…” nunca ha sido una respuesta genérica, la de porqué siempre se
va. Esto hace que no lo pueda entender, ni sacar conclusiones, si no quiere hoy
¿podrá querer mañana?
De
momento estoy así, en un si es no es continuo. Ya se irá enfocando ello solo.
Vivo
donde nací, aunque esta vez en otra zona, en otro barrio, Iztieta, un lugar que
fue marisma, el final del Puerto de Pasaia. Hoy día lo podríamos clasificar
como “poli racial”.
Lo de
escribir ha sido una afición inconstante. He leído mucho, lo sigo haciendo,
pero enfrentarme a un tocho de cientos de páginas es algo desmoralizador. Se
comienza muy animado pero luego hay que releer, corregir, retocar, actualizar,
y para eso hace falta paciencia, constancia, y ese tipo de cuestiones de las
que carezco. Solo que esta vez los acontecimientos han sido devastadores, me
han cambiado radicalmente y no me ha quedado otro remedio que dedicarme con
seriedad y energía a contar lo que me ha sucedido. Porque todo es real.
En esta
novela poco es invención, todo está descrito tal cual, con pelos y señales. No
es una obra de ficción. Es la puritita realidad. No me he inventado nada,
bueno, algún que otro comentario para hacerlo más creíble y describirme a mí
mismo con algunas mejoras. Me he portado muy bien con mi personaje, me he
descrito más alto, más joven, más inteligente de lo que en realidad soy, pero
solo un poco, sin exagerar. He ampliado algo de lo que hay, sin inventarme
atributos que no tengo.
Como he
descrito, todo lo que digo es casi real; hasta he respetado hasta cierto punto
los nombres y cualidades de los personajes. Y si hay algo que no es exacto
habrá sido por confusión, que no por intención.
El
título ha sido una de las típicas cuestiones a decidir, más que ¿por el
contenido? ¿por la imagen comercial?. Es algo que se puede encontrar a lo largo
de la historia descrita, pero lo voy a dejar a las habilidades de cada lector.
Otra de
las cuestiones aún pendientes es la denominación que doy al fenómeno que se
describe en la historia; cada día me da por llamarlo de un modo diferente, al
fenómeno y a los que tienen el “don”. También me sucede con el modo de
denominar este tipo de comunicación. Espero no marear demasiado con estas
cuestiones a lo largo de la historia.
Y sin
más preámbulo paso a lo que cuenta, la historia, inacabada, de los sueños y las
conexiones.
Errent-Ore,
a 19 de Noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario