miércoles, 27 de noviembre de 2013

02 A modo de presentación.






Me llamo Héctor Montrondo. Nací el 13 de febrero 1967, en Errenteria, nombre oficial de una población, Villa, que ha tenido varias denominaciones a lo largo de la Historia. Las explico.

A raíz de las minas que los romanos explotaron bajo las Peñas de Aya, denominadas Arditurri, la población importante en aquellos tiempos fue “Oiasso”, hoy denominada Oiartzun.
Con el tiempo y el crecimiento, en aquellos tiempos normal, fue creándose un asentamiento en la desembocadura del río Oiartzun, que fue donde se cobraban las rentas, y ya en euskara, pasó a denominarse “Errenta Herria”.
A instancias del rey Alfonso XI por el año 1.320 se le denominó “Villanueva de Oiarso”, pero con el tiempo volvió a su nombre original pero esta vez castellanizado, Rentería.

Ya en el siglo XX y con motivo de recuperar los nombres en euskara, apareció la propuesta popular de utilizar como nombre el existente a una zona o caserío del lugar, denominado “Orereta”. Esta propuesta fue muy apoyada pero no se tomó una decisión oficial, sí realizándose la euskaldunización del nombre anterior, pasando a ser “Errenteria”, nombre oficial actual.

Conclusión, nací y vivo en un pueblo conocido de varios modos, y según el entorno en el que se utilice lo haremos de modo diferente, no olvidando que lo más frecuente suele ser el utilizar las abreviaciones como “Rente” o “Ore”.
La ubicación rápida es que nos encontramos a unos doce kilómetros de la desembocadura del río Bidasoa, frontera entre España y Francia ubicada entre las poblaciones de Irún y Hendaya.

Mi madre es autóctona, y mi padre procede de una familia en la que su padre debió venir de fuera. El término de fuera es uno de los temas de discusión familiar. A él le gustaba decir que era italiano, pero siempre hemos tenido el recelo de que lo decía para hacerse el interesante. Estamos casi convencidos de que el origen más probable es el pueblo de Montrondo ubicado al noroeste de la provincia de León, y es que no conseguimos sonsacarle alguna explicación convincente. Tengo hermanos, uno y una, y un montón de primos.

Estudié en las escuelas públicas, luego en colegios de frailes y posteriormente acudí a la universidad. Digo acudí porque allá no estudié; me dediqué a aprender de todo. Estudiaba en verano, para poder aprobar luego en septiembre. Lo mío siempre ha sido la repesca; soy de segundo tiempo, lo primero suelen ser otras cuestiones. Eso de las prioridades se las trabaja cada uno de modo diferente y lo mío fue primero vivir el momento y luego recuperar el tiempo invertido, que no perdido.

Aprobé una licenciatura de Física, tras algún año más de lo normalmente establecido, me libré del servicio militar obligatorio alegando un trastorno psíquico, algunos a eso le llamaban estar loco, porque era el resultado de un análisis psiquiátrico, pero me permitió recuperar dos años, los invertidos en actividades “especiales”.
He trabajado en diferentes campos, empresas, países, y he viajado por el mundo, con y sin dinero.
Hablo, mal, algunos otros idiomas diferentes a los de casa, Euskara y Castellano, pero me hago entender en casi todos.
He estado casado, separado, soltero, apegado; no he tenido una relación duradera. Siempre digo que no ha sido por mí sino por ellas, pero va a ser que tienen razón, es un voto contra unos cuantos.

Soy, según parece, un acuario perfecto, de libro. Para algunos raro, para otros especial, normalmente impredecible y normalmente lleno de sorpresas, pero todo esto se lo achaco al signo del zodíaco que me tocó; yo me considero muy normal, aunque las malas lenguas lo traduzcan por “bicho raro”, ”perro verde”. Hay opiniones para todos los gustos.

En este momento me encuentro en una relación incierta. Es difícil vivir en compañía cuando tienes un espíritu algo salvaje. No podría definir mi relación a nivel de pareja.
Lo voy a intentar porque creo que puede situar mejor mis actuaciones en lo que viene a continuación.
Lo podría definir como un Sí pero No. Como cuando no sabes si estás bien o no, tú no lo sabías, te lo dicen, ¡Héctor, no podemos seguir así!, entonces es que el asunto va mal, que no funciona, y tú no lo sabías. Otra vez, que vas de cena a base de pinchos, por lo viejo, en Donostia, con unos vinos en el estómago, un ambiente guapo y te dicen “qué bien estamos”. Ya, ahora es que vamos bien, lo que no sé es si es por mí o por las circunstancias. O sea, un lío.
También me sucede que no puedo vislumbrar el futuro, un futuro cercano. Lo explico con un ejemplo. Cada uno vivimos en nuestra casa, y de vez en cuando vamos uno a casa del otro, a dejar algo, a cenar, a echar un polvo, lo que sea. Cuando voy a su casa, después de cenar, si toca polvo me quedo a dormir, por no andar a deshoras por la calle cuando lo que quieres es cerrar los ojos y dormir unas horas. Cuando viene ella, siempre vuelve a dormir a su casa, sea la hora que sea.
Alguna vez le he preguntado el porqué, qué le puede importar irse después de desayunar, total, si solo va a dormir. Su contestación siempre ha sido puntual, “es que mañana…” nunca ha sido una respuesta genérica, la de porqué siempre se va. Esto hace que no lo pueda entender, ni sacar conclusiones, si no quiere hoy ¿podrá querer mañana?
De momento estoy así, en un si es no es continuo. Ya se irá enfocando ello solo.

Vivo donde nací, aunque esta vez en otra zona, en otro barrio, Iztieta, un lugar que fue marisma, el final del Puerto de Pasaia. Hoy día lo podríamos clasificar como “poli racial”.

Lo de escribir ha sido una afición inconstante. He leído mucho, lo sigo haciendo, pero enfrentarme a un tocho de cientos de páginas es algo desmoralizador. Se comienza muy animado pero luego hay que releer, corregir, retocar, actualizar, y para eso hace falta paciencia, constancia, y ese tipo de cuestiones de las que carezco. Solo que esta vez los acontecimientos han sido devastadores, me han cambiado radicalmente y no me ha quedado otro remedio que dedicarme con seriedad y energía a contar lo que me ha sucedido. Porque todo es real.

En esta novela poco es invención, todo está descrito tal cual, con pelos y señales. No es una obra de ficción. Es la puritita realidad. No me he inventado nada, bueno, algún que otro comentario para hacerlo más creíble y describirme a mí mismo con algunas mejoras. Me he portado muy bien con mi personaje, me he descrito más alto, más joven, más inteligente de lo que en realidad soy, pero solo un poco, sin exagerar. He ampliado algo de lo que hay, sin inventarme atributos que no tengo.
Como he descrito, todo lo que digo es casi real; hasta he respetado hasta cierto punto los nombres y cualidades de los personajes. Y si hay algo que no es exacto habrá sido por confusión, que no por intención.

El título ha sido una de las típicas cuestiones a decidir, más que ¿por el contenido? ¿por la imagen comercial?. Es algo que se puede encontrar a lo largo de la historia descrita, pero lo voy a dejar a las habilidades de cada lector.

Otra de las cuestiones aún pendientes es la denominación que doy al fenómeno que se describe en la historia; cada día me da por llamarlo de un modo diferente, al fenómeno y a los que tienen el “don”. También me sucede con el modo de denominar este tipo de comunicación. Espero no marear demasiado con estas cuestiones a lo largo de la historia.

Y sin más preámbulo paso a lo que cuenta, la historia, inacabada, de los sueños y las conexiones.


Errent-Ore, a 19 de Noviembre de 2012.

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