Uno de Mayo en Москва, martes, las ocho de la mañana. Aterrizo por la
cocina con la sana intención de desayunar. Estoy solo, Tanya se ha quedado
despierta en la cama, necesita un poco más de tiempo de transición entre el
paso de cosa dormida a persona despierta, a mí me suele valer con un segundo.
Dima es el siguiente en llegar a la cocina. No lo he sentido
volver de casa de Tatiana. Le hago un guiño, de complicidad, al que no
responde. Bueno, sí que responde, pone el dedo índice en los labios ordenando
que me calle, pero a la vez sonríe maliciosamente, justo cuando Tanya abre la
puerta de entrada a Tatiana; entran las dos en la cocina, y le ven gesticular,
aunque no creo que hayan podido entender nada, pero cualquiera sabe. Intuición
femenina.
-¿Qué te ha
contado éste? –me pregunta Tatiana así, a bocajarro.
-Aún no ha
llegado a hablar, no le habéis dado tiempo, pero, de todas formas, no hace
falta que lo haga, tú misma te delatas. Antes de llegar tú lo dudaba pero ahora
ya no lo dudo, me lo has confirmado. Detrás de esa apariencia de enfadada
tienes unos ojillos sonrientes, y el corazón te late a más de ciento treinta
pulsaciones; eso es señal de que has dormido poco; seguro que bien y a gusto,
como hace mucho que no lo hacías, pero de lo que es dormir poco. ¡Anda! ¡Deja
el teatro y vuelve a sonreír!
-¡Cállate Brujo! Porque eres un brujo -.
Pero sonríe.
-OK. Ya sabemos todos lo de todos ¿no?
–suena la voz de Tanya que se había ido mientras tanto al servicio.
Tatiana se vuelve hacia Dima
con una expresión de incredulidad reflejada en la cara. Para ella, no puede ser
que sepamos lo que hemos dicho sin la colaboración de Dima, pero se da cuenta
de que ha tenido que ser así, ella ha venido justo detrás de él, yo no he
sentido la puerta, según Tatiana no han pasado ni diez segundos.
La cara de Dima lo confirma,
tiene otra gran interrogante en su mente. En realidad menos interrogante porque
algo ha tenido que percibir del asunto, aunque no lo diga.
-¿En qué decías que estás ayudando a estos
dos, Dima? No será a investigar algo, porque para eso no necesitan ayuda.
Dima muestra una falsa
sonrisa y le hace una seña con la mano para que “corte”, los dedos de la mano
pasando las uñas serrando el cuello, el modo de cortar cuando ruedan secuencias
de cine.
Tatiana no tiene intención
de callar así que Dima se lo plantea directamente.
-Ni una palabra delante de estos dos,
Tatiana.
-Y tampoco lo pienses, porque lo adivinan
–añade Tanya con la frase que yo estaba preparando al suponer lo que estaría
pensando Dima.
-¿Dónde trabajan estos dos? –dice Tatiana
sorprendida viendo que Dima se pone colorado, era cierto, yo misma estaba
pensando lo que ha dicho Tanya, supuesto y acertado -¿Trabajan en algún circo
haciendo el número del adivino?
-Tengo bastantes motivos para pensar que son
peligrosos pero no tengo ninguna prueba –apunta Dima. -¡Da igual lo que pienses
hacer. Ellos lo sabrán!
Ahora soy yo quien hace el
signo de “cortar” de los rodajes. Fin de esta historia, no me gusta el cariz
que está tomando la conversación, no nos interesa que sigan por ahí. Pasemos al
plan.
Les planteo lo que podemos
hacer hoy, creo que nada excitante.
Tanya se va por libre, primero
visita a una amiga, vuelve y está con Tatiana para los temas informáticos que
he planteado.
El listo se va a preguntar
si hay billetes e indagar si habrá a última hora.
Los demás, ruta turística
por Moscú, de caza en busca de posibles conexiones.
Comemos por ahí y nos
juntamos a las cuatro para ir a por los billetes y revisar la estación.
Luego cena en casa, algo
suave, ligero, y después nos vamos al tren.
Dima y Tatiana se vienen con
nosotros, de viaje de novios, ¿o será pre-novios?
Los tres mosqueteros y
Natasha se vuelven mañana, o cuando tengan vuelo.
Mijail sale con Yuri a alquilar un vehículo y Dima y
yo, acompañados por Natasha salimos de compras; algo para hoy y otro algo para
ellos, para mañana. Lo de los billetes lo arreglarán cuando nosotros nos
hayamos ido definitivamente, por lo que pueda pasar. Que no debiera.
La opción del centro estará impracticable, ayer ya lo
estaba con el montaje de los palcos y emplazamientos para contemplar los
desfiles; no sé ni cómo pudimos andar por aquella zona.
Como alternativa, los nativos, que son todos menos yo,
eligen enseñarme otros lugares alternativos, menos famosos pero quizá hasta más
pintorescos. De todos modos lo de ver edificios no despierta mi curiosidad,
prefiero las piedras en su origen, sin transportar ni dar forma.
De paso aprovecho para tratar con Dima el modo de
viajar, si en litera, coche cama de cuatro plazas, o departamento de dos, por
si “necesita” mayor intimidad. No sé si se sonroja porque no lo estoy mirando
pero pienso que sí, que se habrá sonrojado, al menos no ha contestado.
Hemos descartado el viaje en el tren diurno, el de
alta velocidad “Sapsan”. Hace el
trayecto en unas cuatro horas pero no nos gusta por varios motivos. El diurno
puede estar más vigilado. En el otro, llegando por la mañana, pronto, puedes
disponer de todo el día para preparar el alojamiento. Duermes y no esperas a
que pasen cuatro horas. Si fueran una o dos de acuerdo pero ¿Cuatro?
Si se puede elegir prefiero ir en el “Flecha Roja”,
con una duración de ocho horas, en un departamento de cuatro literas, en
segunda “Kupé”. Podemos llevar algo para cenar o cenarlo antes, pero, en frase
de Tanya, que nos traigan el desayuno a la cama (litera).
Nos queda por arreglar
lo de los datos a entregar para sacar los billetes. Estación
Leningradski Vokzal en Moscú.
Los billetes son
personales así que lo que has puesto al comprarlo lo deben confirmar antes de
dejarte entrar en el tren. Lo mío y lo de Dima no creo que importe, Tatiana no
tiene problemas, lo que me temo es que a Tanya le pueden seguir el rastro.
Quedó registrado su nombre en el vuelo a Moscú y ahora lo verán aquí, camino
hacia San Petersburgo. Me gustaría evitar esto. Lo trataré con Tatiana, ella
conocerá mejor el nivel de exigencia en el control de pasajeros de éste tren.
En poco tiempo
volvemos con la mini compra, hoy no vamos a cocinar en serio.
Cuando Andrey
regresa de su inspección en la estación nos dice que su impresión es que no
debiera haber problemas, no ha detectado ningún tipo de vigilancia especial,
nada aparte del servicio de orden diario. Decidimos que lo podemos dejar para
última hora, iremos al final de la tarde; vigilamos, compramos, tomaos un
sándwich y nos vamos. Ellos, los cuatro, se quedan.
Para el medio
día Tanya está de regreso, y media hora más tarde llega Tatiana; ni que lo
hubieran hablado. Comemos algo ligero y nos vamos a dar un paseo, andando, para
estirar los pies, por parejas y de modo que no nos relacionen.
Estamos todos
listos para la despedida. Y hasta tenemos coche de apoyo. Todo un lujo.
Le comento a
Tatiana el cómo hacer lo del billete de Tanya sin dar su nombre pero que la
dejen pasar.
-Eso es sencillo. ¡Tú déjamelo a mí!
-Ya, sí, pero me gustaría conocer lo que te
propones.
-Resulta que voy con mi hermana, tengo un
carnet suyo, de hace tiempo pero “nuevo”, de cuando estuvo una temporada aquí,
en la universidad. Haremos que se le parezca. Luego, para lo del tren, pasamos
por donde quien controle sea un hombre y yo llevaré los tickets. Ni los va a
mirar, te lo aseguro.
-Te creo. Y si no que se lo pregunten a
Dima.
-Ja, ja, ja. Muy bueno Héctor.
-A todo esto, ¿Está preparado Nikolas para
nuestra invasión?
-Ahora no le quiero molestar, le llamo luego
pero le adelanté lo de mañana, pasaremos de ser dos a ser cuatro, total es casi
lo mismo.
-¿No has estudiado matemáticas como
asignatura verdad? Creo que no es casi lo mismo sino exactamente el doble.
-¡Total! Donde duermen dos duermen cuatro.
–Mejor te callas Héctor, me digo a mí mismo.
Matamos el
tiempo paseando y charlando. Hemos parado en un par de ocasiones a tomar un
café o una cerveza, momentos en los que hemos estado juntos, previo repaso de
la zona. A eso de las siete pasamos por el piso, recogemos las maletas y nos
vamos hacia la estación; unos en coche y otros en metro, a la vuelta solo serán
cuatro.
No ha habido
problemas y eso que era día de posibles desplazamientos; Dima ha comprado los
billetes con Tatiana y a nosotros ni nos han visto, no han aparecido los
nombres de Héctor o Tanya en los datos que han facilitado. Todo va de perlas,
si parece que vamos en un viaje familiar, de esos aburridos y sin sobresaltos.
Seguimos
teniendo tiempo de sobra hasta la hora a la que sale el tren, y las plazas
están reservadas, así que salimos de la estación, hacia algún lugar más
protegido a pasar la hora que nos queda de espera.
Justo cuando
vamos a salir por la puerta principal me parece percibir un amago de conexión y
reacciono de inmediato; estoy seguro de que no me han podido notar, venía sin
pensar en nada concreto, puede que pensando en qué tipo de establecimiento
tomar la última cerveza o alguna cuestión similar que ahora no recuerdo
exactamente.
He pasado a
situación de búsqueda, presentando una imagen borrosa y no significativa, y a
la vez le hago una señal con la mano a Tanya, que viene justo por detrás, para
que cierre la conexión. Puede que hasta haya intuido algo porque no la siento
conectada. ¡Vaya librada!
Le hago un gesto
a Dima para que conozca que es una situación especial, la incógnita es si es de
vigilancia o tan solo una coincidencia, que también es posible.
En realidad poca
incógnita, a estas altura ya no creemos en las coincidencias, somos agnósticos
a este respecto.
-¿Qué podemos hacer? –consulto a Dima, no me
gustaría que nos pillaran por mi culpa, ahora que nos podemos escapar, pero
también es importante conocer lo que he notado, para conocer el tipo y alcance
de la vigilancia.
Les pregunto su
opinión pero no me pueden contestar, el único que puede comenzar con la
investigación soy yo, hasta saber quién es el conectante, en adelante puede
quedar el tema en sus manos. Dima piensa que cualquier descubrimiento que
podamos hacer puede ser de interés para Ivan y sus investigaciones actuales,
ayudaríamos a Vasili.
No he practicado
suficiente con la vigilancia en conexión y me preocupa pero decido arriesgarme.
Me dirijo a Dima y le presento el plan, toca ponerse a trabajar, en equipo. Él
será mi contacto con los demás.
Miro hacia el cielo
y procuro concentrarme en él, es mi pantalla protectora mientras vuelvo a
conectarme y comienzo a buscar la señal que antes me ha parecido notar. Debo
descubrir de quién se trata. Espero a volverla a sentir. Mientras tanto nos
vamos desperdigando por la zona, unos dentro y otros fuera de la estación.
Voy paseando por
la acera hacia una tienda de revistas, periódicos y libros, atando en corto mi
pensamiento, no se me vaya a pensar en otras cosas. ¡Eureka!, creo ver una
imagen de algo que aún no entiendo, puedo estar algo lejos de la fuente y por
ello la calidad de la conexión no es buena. Ha pasado de ruido conectante a
imagen borrosa. Decido irme desplazando para ver si me alejo o acerco. Parece
que la dirección es correcta porque puede que lo que vea sea una mesa de
interiores de algún café o similar. Cada vez lo veo más definido; me acerco.
Con la mano les
indico que nos debemos desplazar y por mi parte me dirijo al centro de la
plaza, Komsomolskaya para más detalle. ¡Estos rusos y sus nombres!
Voy siguiendo
hacia donde mejor aprecio la imagen, haciendo una especie de barrido, en
zigzag. Hay tráfico en la calle y bastantes peatones por lo que es fácil pasar
desapercibidos. Una suerte.
Poco a poco voy
vislumbrando algo parecido a una conversación, pero solo de una persona.
Probablemente esté hablando en convencional y no se entera de que emite,
¿hablará con su compañero de vigilancia? No puede ser, parece demasiado fácil,
por si acaso voy a tener abiertos todos los frentes.
Conforme me voy
desplazando lo recibo más claro, la dirección es la buena, indico con una seña
a los demás que vayamos con cuidado, nos estamos acercando.
-Tómate eso y vámonos; aquí no vamos a
encontrar a nadie. Esto es una pérdida de tiempo.
Por lo visto se
trata de alguien que está a punto de salir de algún establecimiento. Vigilar y
esperar, es la señal que le paso a Dima.
-Vámonos directo al coche, yo ya me he
aburrido de esperar; llevamos aquí desde la siete de la mañana, ya nos vale.
Por aquí no van a venir.
La conexión parece
que se va desvaneciendo de nuevo. Han salido de algún lado y van en dirección
opuesta, no creo que de repente haya desconectado. Me acerco a una esquina de
la plaza y el momento parece coincidir con dos personas que se van alejando de
una de las cafeterías que rodean el vestíbulo de la estación.
Entiendo que si
a quienes buscaban era a nosotros no nos han localizado hasta ahora. Y pienso
que debemos ser nosotros, sería demasiada coincidencia con motivo, lugar y día.
Con respecto a
lo que recibo existe la posibilidad de que el conectante tan solo sea un
emisor, por lo que, si es así, no nos tenemos que preocupar. Pero me preocupo y
actúo como si pudiera recibir. Voy a lo seguro, que por unos minutos no se vaya
el anonimato a la porra.
Indico por señas
a Dima de que los siga, nosotros nos quedamos algo rezagados, no sea que haya
más personal de vigilancia, no vayan a ser el cebo y caigamos como novatos.
Indico al
“Equipo A” que vaya a por el vehículo, mientras veo que Dima ha hecho parar un
taxi, los vigilantes acaban de llegar a su vehículo.
Dejo a Tanya con
Dima y monto en el Taxi con Tatiana. Salimos tras el coche de los vigilantes,
de vez en cuando siento una transmisión pero borrosa, no puedo sacar
conclusiones. Llevamos el tiempo suficiente para que nuestro apoyo esté en el
coche así que Tatiana les llama por teléfono y les da nuestra posición,
dirección y datos del coche en el que van los vigilantes.
Se me hace
eterno esperar pero por fin tenemos a los colegas detrás de nosotros. Seguimos
así durante un buen rato, y antes de media hora llegamos a los alrededores del
Estadio Olímpico Luzhniki, según me informa la cicerone, Tatiana.
Buscan
aparcamiento, nosotros nos detenemos a cubierto de las posibles miradas y
hacemos esperar al taxista. El “Equipo A” se arriesga a pasar cerca de ellos y
poder, de este modo, concretar el edificio donde entran, no son viviendas,
parece algún tipo de complejo para oficinas o pequeñas empresas.
Tenemos
información que le puede servir de algo a Igor.
Nos estaban
vigilando y sabemos su lugar de reunión.
Volvemos a la
estación, hemos recortado al mínimo el tiempo de tomarnos la cerveza de
despedida, para la que falta poco más de una hora.
A las nueve y
media nos despedimos definitivamente, no ha quedado nada en el tintero así que
solo queda el último trámite.
Tramite que no
es tal. Al llegar al vagón Tatiana le ha entregado los billetes al tío del
control de billetes, quien ha invertido tres segundos en mirar los billetes y
treinta en requetemirar a Tatiana.
A esto se llama
“Armas de mujer”.
No hacemos mas
que salir de la estación cuando suena el móvil de Tatiana. Acaba de recibir un
mensaje.
-Nikolas acaba de contestar al mensaje que
le he puesto antes. Tiene un compromiso y no podrá llegar a casa antes de las
cuatro de la tarde.
-No creo que eso nos suponga un problema
–apunta Tanya-.
-En el mensaje indica cómo entrar en su casa
por un acceso posterior a la entrada principal. Conozco el lugar porque estuve
de visita a finales del año pasado. Tenía el proyecto de habilitar parte del
planta baja y parece que lo ha terminado.
-¿Y lo de la llave para abrir? –Apunta de
nuevo Tanya-.
-No usa llave, me comentó que iba a colocar
algún sistema de seguridad, eléctrico. Indica que le llamemos desde allá, en el
momento en que vayamos a entrar.
-Seguro que tiene algún sistema con trampas
para detección de intrusos, con claves y grabadora –apunto yo esta vez-.
-Ya estamos con la desbordante imaginación
de Héctor –apunta de nuevo Tanya-.
-Sí, creo que tenía esas intenciones. Ya
sabéis, es diseñador de automatismos y últimamente está participando en
proyectos de sistemas de seguridad. Le gustan esas cosas y seguro que las
prueba en casa antes de irlas presentando en sus ofertas.
Tanya me mira y
le oigo pensar -¡Qué raro!-.
Con esta última
información no tenemos motivo para preocuparnos, un trago de agua, una meada y
a dormir que ya es tarde. Dormir sobre el eje de ruedas del tren; hasta cierto
punto es una ventaja, el ruido constante te aísla de los demás que puedan venir
del vagón, te haces amigo suyo y a descansar.
Para las seis y
media de la mañana se aprecia movimiento en el vagón del tren, la peña se
comienza a mover; estaremos llegando, no me he enterado de nada, he dormido de
un tirón y sin soñar, que yo recuerde. Estaría bien que esto de San Petersburgo
fuera como de vacaciones, para variar un poco.
Los demás van
amaneciendo también; parece que todos hemos tenido una buena noche; todos menos
Tanya, para ella la noche continúa, ella sigue fiel a sus constantes y una es
la de dormir.
Me acerco con
cautela, para no asustar, y la invito a despertar, invitación que completo con
unas caricias en la cabeza, más que nada en el pelo. Nada. Continúo con algo
más agresivo, y termino pasando directamente a darle un buen zarandeo porque no
tiene ninguna intención de ayudar, lo de comenzar con cuidado, con suavidad, no
ha servido para nada.
-¡Huy! ¿Ya estamos? No me he enterado de
nada. –¡Como que no nos hemos dado cuenta tía!-.
Las siete y
media del dos de Mayo y estamos en la salida a la calle de la estación "Moskovsky
Vokzal", donde encontraremos la parada del metro "Plóschad
Vosstania".
De momento
buscamos un café donde despertar del todo y planificar el día, y para eso lo
mejor es hacerlo con el estómago bien acondicionado. Un desayuno variado, sin
prisas, para salir a continuación hacia casa de Nikolas donde dejaremos los
bultos cuanto antes, antes de turistear.
La mayor parte
de lo que llevo en la Trolley debe pasar por la lavadora; espero que el colega
tenga una en casa.
Hemos desayunado
en el mismo Hall de la estación, la primera cafetería que hemos encontrado, muy
correcta y, ahora, con otra alegría y algo de cafeína en el cuerpo, paramos un
taxi en la calle; no queremos ir arrastrando la carga por el metro.
La circulación
parece algo densa pero estamos en movimiento, lento pero avanzando. Ni idea de
dónde me encuentro, ya me lo explicarán, así que me dedico a observar, esta vez
sin nada que buscar, sin estar bajo presión.
Para las diez de
la mañana estamos en una calle que da acceso a la entrada posterior del
edificio donde vive Nikolas. Aprovecho una cercana parada de autobús para
localizar nuestra ubicación en el callejero. Tanya me confirma lo que estaba
suponiendo. Justo al este de una estación de metro, que creo ver desde aquí, a
donde hemos llegado dirigiéndonos hacia la zona del puerto. La calle principal
más cercana es la Zagorodnyy. Nos encontramos junto al mercado Kuznechny.
-Su casa está a un par de manzanas. He
preferido parar aquí para que no lo sepa el taxista y poder llegar algo más
discretamente, y por los posibles vecinos. Mejor que no sepan que estamos con
él.
-Te veo muy puesta en el tema Tatiana.
-Es que también Nikolas participa de tus
neuras.
Nos hace ir
llagando por separado hacia una puerta secundaria, de servicio, que es el
acceso trasero a un edificio de oficinas. Se mezclan viviendas con pequeños
almacenes y oficinas, la mayoría en la planta baja.
La entrada, una
puerta de doble hoja, da paso a una sala o pasillo ancho, desde donde se accede
a la parte posterior de los locales que dan a la calle principal, locales que
corresponden a éste edificio y al de al lado, que es al que nos dirigimos. Se
trata de un pasillo muy funcional, algo espartano, bastante nuevo, con
ascensor, montacargas y una amplia escalera bien señalizada; creo que la hacen
servir también como salida de emergencia.
Nosotros
atravesamos una puerta sencilla pero ignífuga que da acceso al edificio
contiguo, pasamos a una sala de distribución con cuatro puertas y otra
escalera, esta vez bastante más pequeña, todo es de menores dimensiones.
-Es aquí, alguna de éstas puertas. Puede ser
la primera de la derecha. Esto estaba en obras cuando me lo enseñó, pero tiene
que ser ésta. Le voy a poner un SMS para saber qué hacemos para entrar. Seguro
que tiene algún invento raro y retorcido.
Es lo que hace
Tatiana, mientras buscamos algún lugar para esperar. Yo hago una espera activa,
subo por la escalera para ver cómo es el resto del edificio.
En menos de dos
minutos recibimos la contestación. Seguro que la tendría escrita. Tatiana la
traduce al inglés.
1.- Pulsar el
pulsador de luz de la escalera cuando esté apagada, si no lo está esperar a que
se apague.
2.- Tras pulsar,
esperar 10 segundos y teclear en el panel numérico de la puerta el número
correspondiente a “TRES CANDADOS RODEADOS POR CROISSANTS” Antes de que se
apague la luz y SIN pisar el felpudo, o su lugar si no estuviera en su sitio.
3.- Pulsar de
nuevo el pulsador de la luz ANTES de que se haya apagado, y empujar la puerta
SIN pisar el felpudo, empujando a la vez la placa de latón.
4.- Al tercer
intento fallido se bloquea el sistema. Si pasa eso me avisáis.
Se me ocurre que
Nikolas es bueno pero que podrá tener problemas el día que venga borracho a
casa. Y es que no veo que tenga ninguna cerradura.
Se lo comento a
Dima y me responde algo que ni se me había ocurrido. Ese día entra con llave
por la puerta principal. Mira que a veces me complico la vida.
Repasamos
detenidamente las instrucciones. Está escrito claramente, excepto lo de los
candados y los croisants, pero creo que es bastante evidente. Me callo y espero
la reacción de los demás, no sé si Tanya me habrá copiado.
-¿Qué coño es eso de los candados?– Oigo
pensar a Tanya. No me ha pillado.
-Es un teclado numérico, no hay letras-le
digo a modo de pista.
-O sea que solo podemos poner números-. Dice
Tanya, esta vez en voz alta.
-Tres números (el mismo), que a cada lado
tengan otro (otro mismo)-. Apunto como nueva pista.
-Demasiadas combinaciones-. Apunta Dima
-Faltan datos.
-No según Nikolas, el texto está bien claro
y meditado para que le pueda faltar algo. Pensad un poco, creo que es
sencillo-.Les digo mientras sonrío.
-¡Venga Héctor! ¡Suéltalo de una vez-. Dice
Tatiana.
-Utilizad el lenguaje de las manos. El
símbolo de los números que parecen un candado y un croissant.
Y resulta que no
lo conocen. Se lo explico, del cero al diez, el resto es solo repetir.
El nueve tiene
forma de candado y el seis es el croissant, pulgar y meñique abiertos, con los
demás cerrados.
-¿Y cómo se rodean unos a otros? -. Pregunta
Dima. Hoy está algo espeso; demasiada ración de Tatiana, no puede pensar.
¡Hombres!
-Todo va en horizontal, así que se rodea
solo por un costado: 6-9-6-9-6-9-6. Nueves rodeados de seises. Yo lo veo
bastante claro.
-Si lo has acertado tú lo podría acertar
cualquiera.
-Cualquiera que haya recibido el SMS ¿No?
Nos ponemos
manos a la obra después de repasar detenidamente todas las instrucciones.
Entramos a la
primera y accedemos a la planta baja. Tiene varias tomas de ventilación y
algunos ventanucos superiores, alargados, que dan a algún pario interior. No
hay nada hacia el exterior. Puede que tenga alguna circulación de aire con su
piso, sobre éste. No he notado el ruido de ningún ventilador pero me ha
parecido que por las rejillas inferiores se movía algo el aire. Hay más
rejillas de estas escondidas tras muebles. No querrá que se vean.
No hay casi
divisiones, algún mueble que hace de biombo o separación de zonas. Pasa de los
50m2; un apartamento tirando a pequeño pero completo, con cocina y baño.
Hay dos zonas
para dormir, no se les puede llamar habitación porque la separación la hace a
base de un par de cortinas que luego se pueden esconder. En general todo muy
funcional, práctico.
Lo primero que
hacemos es elegir el dormitorio, por parejas. Ahí, marcando territorio.
Hacemos un
repaso a las existencias generales que encontramos y decidimos que se impone
una compra. No sabemos cómo subir a su casa, y visto lo visto, mejor si no lo
intentamos, no sea que tenga algún sistema como el de la entrada.
Para salir a la
calle la puerta por la que hemos entrado dispone de una manilla clásica, y
tiene dos pestillos consistentes. Probamos y parece que funciona. Por si acaso
no vamos a salir todos. Tatiana y Dima salen de compras, Tanya y yo nos
quedamos ojeando la información que encontramos sobre San Petersburgo en la
estantería de libros y mapas. Por lo visto no es la primera vez que recibe
invitados y hace de cicerone por la zona.
A eso de las
cuatro de la tarde, después de que hayamos comido y cuando estamos
planificando, entre los cuatro, los posibles planes de un inmediato futuro,
llama Nikolas.
Por lo visto ha
tenido un día de mucho trabajo, pero libra mañana y pasado. Que llega para las
seis y la cena será en su casa, en la de arriba. Viene con compañía. Por lo
visto tenemos sorpresa.
-Espero que sea Elena. Una chica a la que
andaba rondando la vez que estuve aquí. Trabajan en la misma empresa o puede
que en la de un cliente y eso lo hace más difícil. Tiene pinta de ser una tía
estupenda -. Resume Tatiana.
-¡Joder con el Nikolas! Parecía una mosquita
muerta; charlatán y abierto, pero de ahí que se pase a hacer de James Bond con
lo de las cerraduras y los ligues.
-Tampoco es para tanto Héctor, alguna vez
tendrá que echarse una novia ¿no?
Con la intriga
nos dan las seis y llega Nikolas, bajando por la escalera que comunica con su
piso.
Presentaciones
abrazos y sonrisas. Yo lo encuentro algo cambiado, de facciones un tanto más
maduras, algo más curtido. El cambio ha sido en menos de un año pero lo veo
imponente.
Nos enseña sus
dominios al completo, los modos de acceso y las trampas. Llama a su novia y
plantea una cena suave pero deliciosa para las ocho, que es cuando vendrá “Lena”
con algunas cosas más para picar.
Esta vez salimos
Tanya y yo a dar un paseo por los alrededores, mientras Tatiana trabaja un
poco.
Cuando estamos
de vuelta en casa, esta vez por la entrada principal, vemos que delante nuestro
camina una chica cargada de bultos hacia el mismo portal. A mí ese corte de
cuerpo y de pelo me suena. Se me enciende la bombilla y me tiro a la piscina.
-Te podemos ayudar Lena – Digo en voz alta,
en inglés.
Ella se vuelve y
pasa el rostro de cansado a sonrisa, se fija mejor en nosotros y tras
observarme unos segundos reacciona.
-¡Pero si eres Héctor! ¡Podía habérmelo
dicho Nikolas! ¡Qué sorpresa!
Nos acercamos,
ella deja las bolsas en el suelo y me abraza, mientras comienzo a percibir un
zumbido conectivo. Tanya tiene una interrogante por pantalla. ¡No puede ser que
sean celos!
-Pues lo son. ¿De qué conoces también a
ésta?
¿Lo dejo pasar?
Dicen que los celos son una reacción de propiedad o de envidia. Algo a tener en
cuenta en adelante. Mejor se lo explico para que termine el suspense.
-Coincidimos el año pasado en Kamchatka, un
día, cuando nosotros volvíamos y ellos comenzaban los días de río en barcas
hinchables-. Se lo explico en conectivo.
-¿Quién te ha dejado venir a Europa? Porque
tú eres asiática-. Le suelto a Lena. Es la misma tomadura de pelo que le hice
entonces. A lo que ella responde como entonces.
-Sí, por sesenta kilómetros.
Le saluda a
Tanya, recogemos las bolsas y nos dirigimos a casa.
El amigo Nikolas
y su flamante novia nos explican los pormenores de su relación y tras una
brillante, sencilla y rica cena, hacemos planes de turismo para al menos dos
días, los que Nikolas tiene libres.
Por nuestra
parte creo que va siendo hora de volver a casa, así que utilizo a los rusos
para planificar lo que nos queda de regreso.
Luego, por la
noche, cuando nos hemos retirado a dormir, Taya me adelanta que ya ha hecho los
deberes. A lo largo de los días he comentado con Tanya algo que necesito
aclarar para involucrarme en serio en “Su” Logia Hispana. Necesito saber dónde
me meto por lo que me deberán facilitar datos. Sin estas aclaraciones no me van
a contar en su grupo, en especial cuando en ello me va la vida. No es amenaza,
es así como lo siento.
Me comenta que
se ha puesto en contacto, no sé cómo, con Víktor y con su “Mentor”, quizá
también con Kixkur, y de ellos ha conseguido alguna información, muy justa,
casi insuficiente pero de partida puede valer. Esta información es “delicada” y
nos la facilitará directamente una persona, aquí en San Petersburgo. Una
demostración de colaboración internacional, o “inter-logial”.
No tienen gente
en aquí, en local, pero hay uno de los suyos, de vacaciones que se reunirá con
nosotros a charlar un poco sobre el tema. Nos hará una presentación de la
situación actual.
Espera una
llamada telefónica para mañana por la mañana.
Tres de mayo,
jueves. Mientras desayunamos Taya recibe la llamada, que dura doce segundos.
-A las cuatro de la tarde en el mercado al
lado de vuestra casa. Llevaré bastón- dice leyendo el mensaje de texto.
El plan de la
mañana es un viaje en barca por el río Neva. Imprescindible. No falta en
ninguna de las ofertas de las guías turísticas. Son las tres para cuando
llegamos a casa.
Para lo de la
tarde pedimos apoyo a Dima. Nos presentaremos Tanya y yo, pero estaré más
tranquilo si un profesional nos cubre las espaldas. Nikolas y Lena quedan en
preparar la cena, ya que la comida ha sido muy informal y también en preparar
la salida de mañana. Cena a las ocho.
Con respecto a
Tatiana quedamos en que cuanto menos sepa mejor, pero se viene con nosotros.
-¿Quién de los dos te parece que se
presente? –Consulto a Tanya- Por seguridad no debemos ser los dos a la vez.
-Yo ya he hecho el trabajo intelectual, he
preparado la reunión. Te toca, y además te gusta. Eres el perfecto agente de
campo.
-Muchas flores pero me como el marrón.
Aprovechando
ropas viejas que no sé por qué razón puede guardar Nikolas, me planto anta
Tanya disfrazado de señor mayor, con sombreo y bastón. A esto se le añade una
ligera cojera.
-¡Pero si el que ha dicho lo del bastón ha
sido el otro!
-Ya lo sé, es para confundir.
¿Confundir? ¡A quién!
-Yo qué sé, a quien aparezca. A saber lo que
nos podemos encontrar.
Esta vez, en
lugar de llegar pronto para asegurar el perímetro hago lo contrario; aparecemos
a las cuatro y cuarto; la idea es intranquilizar a quien nos busque.
Nos separamos.
Tanya me sigue por el flanco derecho mientras Dima y Tatiana por el izquierdo.
Les he recordado que no me tienen que mirar; deben controlar sin vigilarme.
Como lugar de
cita me gusta, una zona apartada, hacia las cafeterías, una de las cuales tiene
una cristalera que hace de espejo perfecto. La luz de la tarde hace que casi ni
se vea el interior. Miro mi imagen, la memorizo, me dedico a estar pensando en
ella y espero.
Al poco tiempo,
unos segundos, me llega la imagen de alguien vestido como yo, pero que no soy
yo. Miro por el vestíbulo y observo a la persona que estoy viendo en conectivo,
mirándome. Él también está haciendo lo mismo, en otro escaparate. En este
momento lo que hago es cambiar de imagen y en lugar de proyectar la anterior,
la mía, lo hago con la de ahora, la suya.
Se vuelve y
ahora recibo lo que está viendo él, que soy yo algo de lejos. Comienza a venir
hacia mí y en la imagen que veo me estoy acercando. Nos estamos midiendo.
En menos de
veinte segundos estamos uno al lado del otro, contemplándonos en el escaparate
y veo las dos visiones dos veces. La mía y la que el otro me envía. Esto es una
pasada.
Pero hay algo
que se me resiste a ver y por fin doy con el detalle. Era evidente pero me ha
costado. La imagen que recibo está en blanco y negro, o al menos en un tono de
colores casi todos grises.
-¿No te llega para la visión en colores
Ivan?
-Es por la compatibilidad de la informática.
Ya sabes, dinero finlandés, piezas chinas, ensamblaje en Taiwan y
comercializado por una empresa Norteamericana con base en Canadá.
-Y utilizada por un Búlgaro en Rusia.
¡Héctor! –Y le tiendo la mano.
-Boris Karloff. Encantado de conocerte
Héctor.
Creo haber
encontrado la horma de mi zapato.
-Por cierto, ¿qué es de Tanya? Creo que la
siento zumbar por aquí, pero no la veo.
-¡Joder Boris! Podías haber dicho que eras
tú. Nosotros aquí haciendo el gamba con estos montajes made in Héctor. En
realidad le gusta el cine.
-¡Tanya! Hace más de quince años, y estás
igual, qué envidia.
Por lo visto se
conocen de campamentos de verano, en los que reunían a varios conectantes para
su formación. Se trataba de campamentos normales, lo de la conectividad tan
solo lo sabían ellos y otras dos personas en el campamento. Los dos
conectantes, uno de ellos, la mayoría de las veces solía ser Vasili. Les hacían
coincidir en subgrupos bajo alguna actividad normal dentro de la que trabajaban
cuestiones tanto directas como ajenas al “don”, como concentración, defensa
personal, expresión corporal.
Me giro hacia
Dima y le indico que todo está resuelto, puede poner el seguro a la pistola
(esto va en broma), pero que no se vayan lejos, mejor si se quedan por aquí. No
conecto con él pero tenemos ya mímica y un lenguaje de gestos que nos soluciona
el 50% de las comunicaciones a distancia.
En pro de la
intimidad les dejo un rato a solas mientras me voy a tomar un café, para lo que
desconecto. Y desconecto de veras porque creo que Boris lo puede notar. Un buen
elemento.
Cuando vuelvo
nos ponemos a trabajar.
Por mi parte,
viendo lo que he visto hasta ahora, me he hecho una idea de lo que me deben
responder, al menos eso espero.
Tomando como
partida la “Operación de captura” que realizaron para localizarme y el personal
que participó me salen los siguientes grupos y gente:
Tanya, que viene de Rusia, y por ello no la cuento.
Kixkur y yo, que me huelo venimos de Francia, más que
de España. Tema a investigar.
La vieja que actuó de videocámara en la operación y
algún receptor que debió tener.
El mentor de Tanya, si es que es conectante.
Esto me hace
pensar en unas seis personas, más bien pocas, y me extrañaría que fueran muchas
más. Lo de las ramificaciones pienso que serán dos diferentes, las dos
francesas; una para Kixkur y para mí, y otra que pasó directamente a la zona de
Castilla.
La explicación
que me trasmite Tanya, con algunos datos, escasos para lo que me hubiera
gustado, se resume en lo siguiente.
La implantación
o alcance de la conectividad en el mundo es especial y desafortunadamente
incierta, con datos inexactos, poco fiables. Solo han tenido en consideración
lo que se conoce, no hacen extrapolaciones o previsiones.
Hay que tener en
cuenta que a un número importante de quienes descubren este “don”, les da miedo
y tratan de desecharlo, ignorarlo. Es algo que entiendo, una cosa es conocerlo
y otra sufrirlo. Estas personas lo intentan anular hasta el caso de que algunas
veces lo hacen desaparecer, lo borran de su memoria y recuerdos; es una
actuación normal del subconsciente.
Me interesa
conocer varias cuestiones:
El reparto de
los conectanctes por el mundo, los ligados a algún grupo y los no controlados.
La estructura
familiar de los mismos. Parentesco.
Las facciones o
logias, con su inclinación, ideología o misión, afines, contrarias.
La explicación
me la facilita Boris, quien puede que se llame así.
Los únicos datos
registrados y catalogados son los referentes a Europa y Asia.
En Asia solo se
tiene conocimiento del referente al entorno Ruso. Sin información a cerca de
otros países. Piensan que en China y Japón no hay nada.
No hay datos del
resto del mundo. Se han detectado personas en Sudamérica pero no se las ha
ubicado, el número ha sido poco significativo, unos veinte, y puede que sean
europeos en acciones en el exterior, o simplemente de trabajo normal o
vacaciones. No vale para extraer conclusiones. No se conoce existencia del
“don” en países de habla inglesa, Reino Unido o Norteamérica. El origen, por lo
visto, debe ser una ubicación muy concreta.
El censo es
únicamente de conectantes completos, no cuentan los que solo emiten o solo
reciben; tienen algunos, bastantes, identificados, pero no son por así decirlo
“importantes”.
En Europa se
observa la mayor parte de conectantes en el centro y en menor medida hay alguna
ramificación, de origen desconocido.
El núcleo
fundamental y probable origen, o comienzo de la dispersión, está en Francia.
Los datos más fidedignos se remontan al siglo XI, apareciendo como fuente de
los mismos los referentes al Imperio Carolingio en el entorno del año 800 D.C.
Los datos de
España, o la península Ibérica, se remiten con toda probabilidad a alguna
migración francesa, posiblemente con la entrada del ejército Napoleónico.
20 Conectantes
catalogados con base en la península.
De ellos,
dieciséis están en la “organización” y los otros 4 no quieren saber nada del
tema.
La mayoría de
los del centro, unos 8, parecen estar relacionados familiarmente, del resto no
hay conocimiento de ello. Lo tienen pendiente de investigar.
La
“organización” se sufraga mediante los recursos de una “Fundación”, de la que
no facilitan datos. Tiene ayuda de medios policiales y Militares mediante
contactos personales, ni oficiales ni organizativos.
La idea es
trabajar en Protección Civil.
Están en fase de
organización y lanzamiento. Todo por hacer. Sin historial.
Tenemos datos de
Francia y la zona Carolingia, así como de las migraciones, pero son pocos
datos, y son los que conocemos de nuestra facción con sus, vamos a llamarlas,
“hermanas”.
Francia y sus
satélites: Alemania, Suiza, Austria, Italia.
El núcleo
principal francés costa de unos cien conectantes, de los que tan solo cincuenta
pueden darse por válidos u operativos.
Otros tantos
entre el resto, unos noventa en total, de los que valen cuarenta, los demás son
mayores o no quieren saber nada del tema.
Los demás
ramales, por motivos similares al Ibérico, como Rusia y sus ramificaciones
pueden suponer algo así como veinte conectantes catalogados.
-Mi opinión –dice Boris- y esto no lo he
dicho, es que estamos en un período bajo, de recesión, donde todos nos estamos
escondiendo de los demás. De los doscientos que he nombrado, no valen ni
cincuenta como agentes de campo.
-Y sigo sin haberlo dicho. La segunda guerra
europea, las células secretas tanto nacis como de la resistencia se tragaron a
más de la mitad de los efectivos. No se supo conservar a los más importantes y
esto ha desencadenado una recesión conectiva.
-En menor medida debemos contar con los que
han decidido trabajar para el “lado oscuro”, los mercenarios, vendidos al mejor
postor, en este momento mafias, de donde no van poder salir.
-¿Hemos llegado al punto de inflexión? –Le
pregunto.
-Quiero pensar que estamos en él, pero
necesitamos un cambio radical de ideas, medios y estrategias. Debemos romper
con el pasado y hacer una planificación a muy largo plazo. No son solo mi punto
de vista, es algo que comparto con “el mago”, Vasili.
-Otra cosa que sí os digo, a modo de
consejo. Guardaros “siempre” un as en la manga. Que “nadie” sepa todo lo que
sabéis. No os fiéis ni de vuestro padre. Tened siempre una vía de escape a
mano, dinero, documentación, planes, contactos.
-Eso no hace falta que se lo recomiendes a
Héctor, pues bueno es él para que le pillen.
-Me alegro de que sea así; nada de lo que
hagas será en balde.
-Por mi parte nada más. Estoy muy contento
de haberte vuelto a ver Tanya, y de conocerte, Héctor. Espero que lo que os he
presentado sea lo que esperabais, personalmente creo que es algo pobre. Quizá a
otro nivel, superior, sea más precisa y concreta. Es lo que yo conozco.
Por mi parte
esperaba más concreciones pero no me las dan y, lo peor, creo que no las
tienen.
Le doy la razón
a Boris, a esto hay que darle la vuelta. Creo que voy a tener algo en lo que
entretenerme en los próximos meses.
Nos despedimos
de él con el intercambio de direcciones y la promesa, especialmente de Tanya,
de mantener el contacto.
-Un tanto pintoresco el contacto ¿No?
–Comenta Dima cuando nos acercamos a ellos.
-Me ha parecido un tío interesante, serio,
directo y peligroso.
-Pues parecíais dos tíos haciendo el payaso,
disfrazados de personajes antiguos –Apunta Tanya.
-O sea, tu noviete de cría y tu “partner” de ahora somos unos payasos.
Será que los eliges así –Le digo; se sonríe y se le queda la sonrisa durante un
buen rato.
Como son cerca
de las seis nos vamos a pasear un poco por los alrededores mientras hacemos
tiempo para la cena.
A eso de las
siete entramos en una cervecería. Mucho ambiente, música alta y ruido. El
alcohol hace elevar el volumen de algunos.
-Sentaros, ya me encargo de llevaros la
bebida-.Dice Tanya y se abre camino a codazos hasta la barra. No es que haya
tanta gente, es que son enormes, debe ser el día de los pesos pesados, y entre
pocos lo ocupan todo.
Mientras espera
que le sirvan lo que, por fin, ha pedido, el gordo de su derecha, que hasta
ahora solo la observaba, babosamente, pasa al ataque y, como sin querer, se
restriega un poco contra su cuerpo. Noto que se cabrea pero me dice que no me
mueva. El tío insiste y le va pasando la mano descaradamente por la espalda y
va bajando hacia la cintura.
Tanya como si
nada. Parece como que se dejara manosear, pero aprovechando que “casualmente”
el camarero lo ve, pasa a tomar medidas.
Pisotón con el
tacón en la zona de los dedos del pié. Cuando el tío hace el gesto de
agacharse, como reacción ante el pisotón, le llega a la barbilla un codazo del
brazo derecho al que ha ayudado apoyando en el puño la mano izquierda, de modo
que haya más inercia en el golpe, golpe que recibe con la boca abierta. El
sonido de los dientes lo oigo desde mi asiento. El tío está algo aturdido y es
entonces cuando recibe una patada en la entrepierna, patada que ha llegado sin
obstáculos, un punterazo que ha clavado el zapato en sus partes.
El tío se queda
inclinado hacia delante, sin articular palabra o ruido. Tanya se desplaza hacia
su costado, sin llamar la atención, hay pocos que se hayan dado cuenta hasta
ahora; calcula el golpe y le mete un rodillazo en el exterior de la pierna
izquierda, a media altura entre rodilla y cadera, en la línea de la Fascia
Lata, zona que algunos denominan de “la valentía”. Le llamarán como sea pero un
rodillazo ahí es letal. El tío se desploma y Tanya se libra porque salta, para
que no se le venga encima.
El personal cree
que el tío se ha desmayado o ha caído borracho.
El camarero está
que no se puede aguantar de la risa; la mira desde lejos y le indica que
tranquila, él se hace cargo de todo.
Con las jarras
de cerveza en las manos se acerca a la mesa, como si el tema no fuera con ella.
La miro y
planteo una interrogación. ¡Vaya con la mosquita muerta!
-De algo tienen que servir los campamentos
de verano-.Dice y se dedica a saborear su Stepan.
El resto de los
días pasan rápido y lento.
Rápido porque
estamos entretenidos con las actividades que nos ha deparado el amigo Nikolas
como las visitas y paseos por:
Lugares:
Fortaleza de San Pedro y San Pablo. Plaza y palacio de Invierno.
Catedrales: San
Isaac y Vladimir. Iglesias: Salvador sobre la Sangre Derramada
Lento, porque el
tema novedoso en un comienzo no da para más, por lo menos a mí. El turismo
urbano no me llama la atención. Me gusta subir a un alto contemplar el tipo de
vegetación, las formas de los montes con o sin árboles, ver las nieblas de la
mañana, lentas y estables, o las nubes que hace pasar el viento en los collados
o cimas de montes calcáreos. Me estoy enrollando.
Esto por un
lado, por otro sigo practicando con el juego al escondite conectivo. La
habilidad de búsqueda desde el anonimato de Boris, me ha dado nuevas ganas de
seguir practicando con el tema y enfocar otras habilidades, de esas que dice
Tanya que no domina, pero que no es del todo verdad, siempre sabe o domina
mejor de lo que dice.
Tanya ha
utilizado los accesos vías y programas que preparó Tatiana. Ha contactado con
Igor para interesarse sobre el modo de salir sin que nos detecten. Según ellos,
no tienen acceso a los controles de fronteras. Un listado de personal en vuelo
es quizá fácil de conseguir, pero los registros de fronteras más sencillas como
ferroviarias y de vehículos no están informatizados al mismo nivel, así que
para cuando puedan tener acceso a ellos será demasiado tarde, la mayoría de los
casos habrán pasado varios días. Si actuamos rápido no nos van a pillar. Lo
conocerán, sí, pero a toro pasado.
Buenas noticias
si es que es así, por si acaso tomaremos medidas.
También hemos
trazado nuestra ruta de regreso así que después de hacer turismo, visitar
piedras ordenadas, y dar paseos, cortos, el domingo 6 de mayo será la última
noche en San Patersburgo.
El lunes 7 de
mayo a las siete de la mañana nos despedimos de Nikolas y Lena que se van a
trabajar, nos han dejado un coche, una tartana con ruedas que compró Lena nada
mas llegar.
El plan es que
Dima y Tatiana nos acompañen a la frontera con Estonia, estamos a 155 Km. Allá
nos despedimos de ellos, dejan el coche en casa de Nikolas y se vuelven el
mismo lunes a Moscú; Tatiana trabaja el martes y Dima dice que volverá a Vladi.
Lo que no dice es cuando.
Por si acaso
surgen problemas, hemos conseguido material para disfrazarnos, basta que no lo
tengas para que pueda hacer falta. Tinte de pelo para mí, en mi disfraz ruso,
hasta podría presentar el pasaporte, sin visado, y una peluca y colores de
maquillaje para Tanya, el rojo es demasiado llamativo. Según Tanya lo he hecho
para alimentar mis neuras, pero nunca se sabe.
Tenemos un buen
plan de regreso.
155Km a la
frontera. Pasamos andando. Voy como Héctor, a la fuerza, como Denis no tengo
visado. Luego un tren hasta Tallin, 215 Km. Ferri a Helsinki, Finlandia. Desde
aquí otro a Alemania, Rostock.
Martes 8. Tren a
Hamburgo. Llamamos a Kixkur y nos consigue una serie de combinaciones.
De Hamburgo a
Friburgo (El euro-aeropuerto, común para Basl, Mulhouse y Freiburg).
Cambiamos de
país, en el mismo aeropuerto y viajamos ya con Air France de Mulhouse a
Biarritz, haciendo escala en Lyon.
Hemos venido
practicando mucho el conectivismo y sus ejercicios y creo que necesito
contrastar los que hemos logrado, porque Tanya también ha avanzado. Queremos
probar qué tal se nos da lo de pasar desapercibidos a la vez que oímos lo que
pasa y va a resultar que sí, que lo vamos a probar, pero en real, con nervios y
problemas.
No ha ocurrido
hasta Lyon, cuando nada más bajar del avión, sin llegar a entrar en el edificio
hemos comenzado a sentir conexiones. Ha sido instantáneo, nos hemos mirado un
tanto asombrados y hemos pasado directamente a desconectar.
El siguiente
paso es una inspección ocular de lo que vemos, si hay grupos organizados o solo
es gente suelta que, sorprendentemente, coincide en el aeropuerto. Aunque
parezca que vayan por libre no lo puede ser, tienen las comunicaciones abiertas
y se pueden comunicar, aunque en los pocos segundos en que hemos sentido algo
no hayamos oído ninguna conversación.
Debemos
descubrir el motivo, si están de pesca o solo es que han coincidido, se
conocen, unos vienen y otros van. Todo es muy raro y me cuesta sacar
conclusiones.
Le miro a Tanya
y le indico por señas que voy a salir a escuchar. No puede decirme si lo hago
bien porque para ello también debiera conectarse ella, y eso aún no le parece
oportuno. Ella vigilará por el método clásico, el visual.
Voy saliendo
hacia la conexión y me concentro en colores, objetos y pensamientos
preestablecidos, lo que he ido practicando estos días. No interesa salir con la
mente en blanco porque sin querer se te puede ir la cabeza a donde no debe; si,
por el contrario, está ocupada en algo, no peligroso, es más difícil que se te
vaya el santo al cielo.
A lo dicho,
salgo al entorno conectivo y me pongo a la escucha; con atención, debo recibir
las comunicaciones pero no recrearme en ellas, ni memorizar ni interpretar, que
es cuando salen los ruidos al exterior.
He observado a
más de tres participantes, pero no los puedo identificar con alguien que pueda
ver. Parece que estén de pesca, van de una persona a otra intentando conocer su
identidad y también si puede haber gente conectiva. Esto no es cosa del
aeropuerto, es un servicio de vigilancia de otro grupo organizado, de una
logia. Me reservo para luego lo de determinar la ubicación y alcance de la
misma.
Desconecto, se
lo explico en convencional a Tanya y le propongo recurrir a los disfraces, por
si nos buscan.
-Pero lo llevo en la maleta.
-Te vi que metías el tuyo en ella pero lo saqué
y está aquí, en mi mochila. ¿Para qué lo íbamos a comprar? ¿Para regalos a los
amigos?
-¡Joder Héctor! ¿Es que no desconectas
nunca? ¿Y cómo has pasado el tinte del pelo?
-¡Mira!, lo he metido en un sobre de azúcar,
no es líquido, son polvos, y lo llevo en el bolsillo del pantalón. No es
metálico, y no me han manoseado tanto.
-¿Y mi bote de maquillaje?
-Eso lo tendrás que comprar aquí, seguro que
tenemos cerca una perfumería. Se aprovechan de estas prohibiciones para vender
lo que no dejan pasar en la entrada.
Me disfrazo de
Denis, tiñéndome el pelo en el servicio de caballeros. Lo he hecho metido en el
wáter, en medio metro cuadrado, con un vaso de plástico, agua que he tomado de
un lavabo, la frontal y un espejo. La verdad es que casi no ha habido
movimiento de gente. Luego, me miro en el espejo de verdad y arreglo los
corridos de la frente y cuello. Para un pueblo suficiente.
Tanya viene de
rubia de pelo liso, largo, y un bronceado rabioso tipo “Cáncer de Piel”.
En adelante
iremos por separado, aunque en el avión vayamos a coincidir al lado.
Una vez
transformados, tenemos media hora para el siguiente vuelo así que me dedico a
escuchar, para ver si esta vez soy yo el que pesca algo.
Están
convencidos de que no hay moros en la costa y de vez en cuando dicen cosas,
banales, pero que ayudan a situarme; el tipo de trato, coloquial, su
normalidad, no están nerviosos así que no esperan nada concreto. Trabajando
pero sin mucha presión. Rutina.
Le hago una
señal a Tanya para que se anime a entrar en la conexión, que se apunte a
escuchar; le indico por señas que si veo que se le puede notar se lo aviso.
Se lo piensa, se
anima y allá que entra en escena. Digo entra porque supongo que está, yo no he
sentido nada. No le quiero incordiar y espero acontecimientos.
-Aquí no hay nada. Me queda media hora de
guardia, así que me tomo un café y me voy. Hasta la tarde en el club.
-Siempre nos haces lo mismo André. Cuando se
enteren nos van a montar el pollo a todos.
-Venga miedicas. Voy a recoger a Mireille
del trabajo. Es una buena excusa.
Observo que
Tanya se vuelve hacia mí, lo ha escuchado y sin embargo no ha emitido ningún
sonido. Le alzo el pulgar derecho, O.K. y hago rodar el índice derecho en
posición horizontal “tú sigue, dale más”.
Creo haber
reconocido a quien se va, porque veo a uno que entra en la cafetería. Desde
luego no es poli, más bien parece un pobre hombre, uno con poco dinero para
gastar en ropa y que usa la que le dan. Él será una talla M pero va con
pantalón grande, X, chaqueta tirando a justa o muy justa, S.
¿O será un
disfraz? Me decido por esto último.
Los otros dos,
en adelante, no intercambian palabras. Nosotros desconectamos, para no meter la
pata saliendo en antena indebidamente, y embarcamos. Sería un fallo gordo el
que hubieran detectado algo; sería un motivo para repasar las listas de
pasajeros e identificarnos. Una buena librada.
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